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EVOLUCIÓN HUMANA

Sergio Aranda Klein
sergioaranda@evolucionhumana.cl

  Última actualización: noviembre del 2018

1-   Presentación (mayo 2007)

2-   Introducción al libro, ¿Por qué creemos? (marzo 2006)

3-   Introducción al ibro, Sensaciones, conciencia y aprendizaje (mayo 2008)

4-   Artículo, Origen de las conductas humanas (octubre 2008)

5-   Artículo, Base biológica de la formación de la cultura (enero 2009)

6-   Proyecto: Inteligencia Artificial Fuerte (mayo 2010)

7-   El origen de la inteligencia (diciembre 2011)

8-   Teoría de la función cerebral
(agosto 2013)

9-   Resumen de la Teoría de la función cerebral  agosto 2014

10-  Sumary of the Theory of the brain function septiembre 2015

11-  Inteligencia humana artificial  agosto 2016

12-  Formación del conocimiento  noviembre 2018


Debate de estos y otros temas relacionados con la filosofía acerca de la mente en:
google groups "filosofícamente"

Dirigir sus correos a:filosoficamente@googlegroups.com



1- Bienvenidos todos

El propósito de este sitio, es dar a conocer los resultados de nuestra búsqueda de las respuestas que expliquen, el por qué los seres humanos somos, aparentemente, tan distintos a las demás especies animales.

A lo largo de la historia, encontrar el origen de tal singularidad ha sido la motivación de innumerables personas, para proponer explicaciones de todo tipo, la mayor parte de las veces fundadas en creencias indemostrables.

El nuestro es un intento serio por lograr que esas respuestas estén finalmente más allá de toda duda, por encontrar causas verdaderas que puedan ser demostradas. No pretendemos especular con elaboraciones intelectuales rebuscadas, ni agregar más interpretaciones a las propuestas que ya existen. Para formular nuestras hipótesis hemos comenzado por tomar lo que está, lo que sabemos que es cierto, aquello que por evidente parece haber sido pasado por alto.

Para lograr que esta búsqueda cumpla con el objetivo, partimos de lo que consideramos que es un principio básico, elemental e indiscutible, somos una especie animal y es desde esa perspectiva que hay que  iniciar la investigación. Suponer que de cualquier modo las conductas humanas han superado a la biología que le dio origen, es pura especulación. Todo lo que somos y hacemos está dentro de las posibilidades de nuestros procesos biológicos individuales y en ninguna otra parte.

Si la tarea de hallar los mecanismos que permiten que seamos como somos parece difícil, es porque estamos demasiado influenciados por las creencias que desde el inicio de la historia supusieron ya explicaciones extraordinarias para nuestra existencia y facultades.

Así pues, sucesivas generaciones de pensadores han defendido el carácter excepcional de nuestras particularidades, muchos de los cuales han cambiado solamente el origen de la fuente, desde múltiples dioses hasta complejos y excepcionales procesos biológicos, de orÌgenes igualmente desconocidos e improbables.

Los seres humanos tenemos una enorme contradicción, por una parte reconocemos que somos seres vivos y como tales nuestros organismos dependen de procesos biológicos que no se diferencian demasiado del de otras especies, y por otra parte tendemos a creer que de algún modo hemos superado nuestra herencia biológica para transformarnos en entes cuya capacidad de imaginar y de creer nos pone por encima de las otras criaturas alej·ndonos de nuestra condición animal.

Tal contradicción es posible porque no hemos logrado vincular la capacidad de imaginar ni de creer con algún proceso biológico, pero el que no lo hayamos logrado no significa que no exista.

En los textos que exponemos en este sitio, explicamos cómo es posible que la capacidad de creer se haya desarrollado a partir de mecanismos biológicos comunes a innumerables especies, que ésta evolución no tiene necesariamente nada de extraordinario, y porqué solemos creer que si lo es.

En definitiva, explicamos porque los seres humanos evolucionamos para depender de nuestra capacidad de aprender y de creer, para sobrevivir.

Gracias por su visita y su paciencia.

Sergio Aranda Klein
Santiago Chile
marzo 2007




2- Introducción al libro,  ¿Por qué creemos?

¿Por qué creemos?, es el título de nuestro primer libro, en él exponemos las reflexiones iniciales con que abordamos una aproximación general a la comprensión del fenómeno de las creencias.

Pero, ¿qué tienen que ver las creencias con la evolución humana? Bueno, nuestra tesis inicial es que la elaboración de creencias constituyen el resultado funcional, el producto ¿final?, de la evolución de las capacidades orgánicas de la especie. Luego si comprendemos cómo y por qué se producen podemos rastrear el comienzo del proceso evolutivo de nuestras particulares facultades.

Para comenzar diremos que nuestro análisis no pasa por valorar el contenido de las creencias, sino por tratar de comprender el origen de la capacidad de los seres humanos para generarlas. En este contexto formulamos la primera hipótesis, la cual sostiene que, toda creencia es equivalente en cuanto al proceso necesario para crearla, luego el tema sobre el cual trate es irrelevante desde el punto de vista biológico, nos da lo mismo cualquier tipo, las trascendentes o las mundanas, puesto que sostenemos que lo realmente importante es descubrir los mecanismos que hacen posible que ellas existan. Una vez alcanzada ésta comprensión esperamos que la razón e importancia de sus diferentes contenidos se hagan evidentes.

Nuestra tesis es que la capacidad de generar creencias surge como efecto secundario de procesos evolutivos que afectan a diversas funciones orgánicas, siendo una de las más importantes el aumento de la memoria y la capacidad de almacenar recuerdos.

En este libro pretendemos demostrar como la creciente utilización de los recuerdos constituye una fórmula de adaptación, que permite explotar diferentes hábitat, mediante el uso de los distintos recursos que esten disponibles en cada caso. Consecuentemente sostendremos que será la capacidad de recordar la que de origen al aprendizaje.

Afirmaremos también, que en el caso particular del linaje humano, el aprendizaje adquirió la importancia de una especialización, es decir, se transformó en su principal herramienta de adaptación al medio.

Al aumentar la capacidad de aprender se genera un proceso de realimentación positiva. A mayor aprendizaje, mayor posibilidad de éxito en la sobrevivencia y la reproducción tendrán quienes lo utilicen, luego el factor de uso de la memoria para recordar situaciones de peligro o de ventajas constituirá una variable de selección natural, que favorecerá una tendencia al incremento de la capacidad de almacenar y procesar recuerdos.

Otra de nuestras hipótesis importantes sostiene que, llegado cierto umbral en la cantidad de recuerdos adquiridos su recuperación literal se hará cada vez más difícil, lo cual a su vez facilitará, mediante la combinación de ellos, la creación de recuerdos ficticios o inexistentes en la realidad perceptible, estos últimos serán los que llamaremos imaginarios, puesto que todo producto de la actividad mental podrá ser almacenado como recuerdos, ya sean reales o ficticios.

De la elaboración de recuerdos imaginarios a la creación de creencias hay sólo un paso, puesto que afirmamos que creer es igual a imaginar que algo es posible. En otras palabras, una creencia es la transformación de un recuerdo imaginario en un potencial para la búsqueda y la acción. Todo emprendimiento, de cualquier tipo, es siempre fruto de imaginar que es posible lograrlo, de creer.


Una previsualización completa del texto del libro, un resumen de éste, y la presentación en el lanzamiento, están disponibles en las opciones del menú de este sitio.

El libro está disponible en algunas librerías y también hay una versión a pedido en línea, en el sitio:
 www.lulu.com






3 – Introducción al libro,  Sensaciones, conciencia y aprendizaje

Sensaciones conciencia y aprendizaje

En el primer libro, ¿Por qué creemos?, hemos tratado de encontrar una explicación evolutiva al origen de la capacidad de elaborar creencias, puesto que sostenemos la hipótesis de que esta facultad es la que caracteriza la adaptación de la especie humana al medio, por encima de cualquier otra.

Para rastrear con éxito la cadena evolutiva que condujo al desarrollo de la estirpe humana es imprescindible saber qué es lo que estamos buscando, nada sacamos con juntar huesos fósiles si no sabemos que esperar de ellos, digamos que, al parecer los paleoantropólogos tienen la esperanza de que un golpe de suerte les permita hallar “algo” que les sugiera la causa de la evolución de nuestras facultades.

La propuesta que hacemos en este nuevo libro es muy distinta, más que analizar las diferencias morfológicas e incluso genéticas que nos separan de nuestros antepasados, tratamos de identificar el origen de esas capacidades a partir del conocimiento del funcionamiento actual de nuestro organismo. Una vez que sepamos como funcionamos, entonces, tal vez, podamos seguir la huella de su evolución.

Pero, ¿cómo funcionamos?, ésta es la gran pregunta, Si son ciertas nuestras hipótesis de que la capacidad de elaborar creencias es nuestra principal adaptación y la razón de nuestra mayor diferencia con las otras especies, entonces lo que tenemos que averiguar es cómo las elaboramos.

Lo que pretendemos no es nada más ni nada menos que hallar y explicar las relaciones que unen las diferentes reacciones y funcionalidades que desencadenan las conductas humanas, algunas de las cuales ni siquiera han sido definidas con precisión hasta ahora, como por ejemplo la conciencia.

Creemos que justamente la imposibilidad de comprender estas funcionalidades se debe al hecho de que ellas han sido interpretadas como fenómenos estáticos, independientes o con importantes grados de subordinación entre si. La percepción, las sensaciones, la memoria, los recuerdos, la conciencia, el pensamiento, la inteligencia, los sentimientos y emociones, etc. corresponden a capacidades y efectos de un sistema dinámico que funciona como un todo, en relaciones orgánicas de estricta interdependencia, luego es imposible una comprensión correcta reduciéndolo a sus partes por separado.

Nuestro enfoque ha consistido precisamente en tratar de hallar la relación funcional que las vincula, por encima de cualquier otra consideración. Con todo, nos hemos visto en la necesidad de encontrar algo más sutil, una razón de fondo que justifique toda reacción, todo movimiento. Puesto que no basta con decir que algo está vivo, hay que hallar el motor que lo diferencie de lo inerte, y que impulsa a los seres vivos a ejecutar las funciones que están capacitados para realizar, ya que los potenciales fisiológicos por si mismos no generan los movimientos que los caracterizan. Tiene que existir una condición previa e inherente a cualquier organismo.

En la búsqueda de estas causas, realizamos un descubrimiento muy sencillo e importante a la vez, este es, que los seres vivos viven para seguir viviendo, y para lograrlo deben buscar y encontrar lo que sus organismos demandan por medio de primitivas instrucciones básicas o instintivas.

La búsqueda de la que hablamos no trata de un proceso casual, eventual o aleatorio, todo lo contrario, hablamos de instrucciones imperativas, constantes y permanentes, que impulsan a lo vivo a conseguir lo necesario para seguir viviendo. La vida cesará entonces cuando el organismo deje de buscar, o cuando no encuentre lo necesario para seguir viviendo. Luego, sólo los seres vivos buscan y es en ese proceso que se desencadena la evolución. Todos los mecanismos para el desplazamiento e identificación de las substancias y condiciones necesarias para ejecutar los procesos metabólicos y de reproducción, constituyen las adaptaciones de los organismos al entorno en el que ejecutarán sus búsquedas especificas. En cada nivel de organización celular, desde las células individuales hasta el organismo en su conjunto, se realizarán búsquedas para obtener lo requerido.

Las reacciones que desencadenarán el reconocimiento o las búsquedas deben formar parte de la química básica de cualquier estructura considerada viva.

Tal vez no parezca mucho, pero el deseo de vivir o la voluntad, que normalmente asociamos con la causa que mueve a lo vivo, constituyen la manifestación evidente de la existencia de estas instrucciones elementales. La capacidad de un organismo para ejecutar y satisfacer sus búsquedas en periodos determinados, introduce la variable temporal como parte de su estructuración.

La importancia de esta sencilla condicionante nos permitirá entender que, en el caso de numerosas especies que son capaces de elaborar recuerdos, y particularmente en el ser humano, muchas de sus búsquedas se ejecutaran primero entre esos recuerdos, provocando así el surgimiento de fenómenos como la conciencia, el pensamiento, y la inteligencia, los cuales son esencialmente efectos que emergen y se manifiestan en el acto de buscar y evaluar los contenidos de la memoria. Estos efectos no tienen en si mismos existencia material, del mismo modo que una canción sólo existe cuando es interpretada o reproducida, ya que, ni el interprete, la partitura o los instrumentos, son la canción. En forma análoga, la memoria no es la conciencia, sin embargo ésta emerge de ella cuando ejecutamos el proceso de búsqueda entre los recuerdos que se encuentran allí grabados.

Finalmente, las creencias, al igual que las emociones y los sentimientos, son también el resultado, el efecto, de procesar recuerdos. Ninguna de estas consecuencias de la actividad mental ocupa un lugar físico, no obstante afectan físicamente al organismo, lo mismo que en el caso de la canción, cuya sucesión de ondas sonoras, ocupan un lugar en el espacio sólo mientras son emitidas, sin embargo no residen en ninguna parte.

Todo lo dicho constituye una apretada síntesis de lo que proponemos y explicamos en nuestro libro.

Esperamos que este enfoque nos permita conocer como somos realmente, y ponderar la importancia que le otorgamos a las distintas creencias como motores últimos de nuestros actos.

Sergio Aranda Klein
Santiago
Mayo 2008


Éste libro está disponible a través de internet y existe la opción de previsualizarlo por completo en: www.lulu.com o pulsando sobre la imagen.







4- Artículo                                                  modificado el 13 de nov. 2008
Origen de las conductas humanas

La necesidad, la búsqueda y los gustos

Extracto de algunas de las principales ideas contenidas en el libro titulado, “Sensaciones, conciencia y aprendizaje” publicado por editorial Lulu.com el año 2008

Introducción

Encontrar las razones biológicas de las conductas humanas no es ninguna tarea sencilla. A lo largo de la historia han sido expuestas muchas hipótesis que le otorgan a ciertas funcionalidades de origen orgánico, un papel preponderante en las causas de las singularidades de las conductas humanas, estas abundan en la literatura, como por ejemplo, la capacidad de poner atención o reaccionar ante una diversidad de estímulos, la capacidad de memoria o de recordar gran cantidad de información, la capacidad de pensar, de hablar, de imaginar, etc. y sin embargo a la hora de poner a prueba la preeminencia de dichos factores por sobre otros, nos encontramos con que las variables son siempre muchas más que las que abarcan las hipótesis. Esto es particularmente cierto en algunas áreas de estudio específicas, como por ejemplo las relacionadas con el aprendizaje.

Cuando estudiamos los procesos de aprendizaje, el sujeto de observación es ya un individuo premunido de una serie de facultades que se dan por descontadas, puesto que las suponemos consustanciales a su propia naturaleza, aunque no comprendamos el origen evolutivo de esas funcionalidades, luego, estas facultades no formarán parte de la investigación, toda vez que constituyen los hechos o premisas sobre las cuales construimos las hipótesis, es decir, sabemos que los seres humanos ponen atención, recuerdan y piensan, esas son las premisas. ¿Y qué tratamos de averiguar?, pues cómo lo hacen. Pero tal vez las respuestas a los cómo, no nos expliquen lo que en verdad queremos saber, y esto es, conocer de dónde provienen esas facultades, la evolución de los mecanismos que las han hecho posibles, y en definitiva las razones de su origen primigenio.

Creemos que las soluciones a estas interrogantes no están en analizar los datos empíricos de observaciones de conductas que siempre tendrán algo de anecdóticas, sino que yendo al fondo del asunto, cual es averiguar ¿por qué? o ¿para qué? el organismo ejecuta las funciones que las generan.

Tratar de encontrar estas causas puede parecer un proyecto ambicioso, ya que nuestra lógica nos indica que si no somos capaces de entender, por ejemplo, como es que pensamos, parece que resultaría más difícil averiguar por qué lo hacemos. Sin embargo puede que sea exactamente al revés, y eso es lo que pretendemos demostrar.

Veamos, si nuestra tesis inicial concibe el pensamiento, en la práctica, como un fenómeno orgánico independiente de otros, entonces resulta lógico evaluar sus efectos para determinar sus alcances. Pero por el contrario, si el pensamiento es un efecto en si mismo, entonces lo que estaremos evaluando serán reacciones secundarias. Analicemos un ejemplo, si un enfermo producto de su dolencia adquiere determinado comportamiento, tal vez el estudio de esas reacciones nos ayude a comprender que órganos pueden estar comprometidos en su enfermedad, o determinar de cual de ellas se trata, pero dicha información no nos dará antecedentes directos acerca de su origen, esos datos tendremos que buscarlos en una investigación diferente para la cual la sintomatología propia de la enfermedad podría aportar poco. Para ser más preciso aún, si los síntomas corresponden, por ejemplo, a una gastritis eso no significa que podamos inferir automáticamente cual fue la razón que la desencadenó. Resumiendo, el comportamiento o conducta del enfermo es el resultado indirecto o secundario del funcionamiento anormal de su organismo.

Entonces, si el pensamiento es un efecto indirecto o secundario, no lograremos determinar su origen orgánico evaluando y catalogando la infinidad de reacciones fisiológicas que inducen la elaboración de pensamientos e ideas. Por el contrario, al igual que ocurre en el caso de las enfermedades con sus síntomas, las funciones orgánicas que provoquen el acto de pensar sólo indicarán, aproximadamente, en que órganos podrían estar radicado algunos de los procesos que lo causan. Ejemplos, si estamos necesitando encontrar pareja, pensaremos en el amor o en el sexo, si nos sentimos inseguros pensaremos en formas de protegernos, si tenemos ganas de sentir emoción o relajamiento, podremos pensar en actividades deportivas o recreativas, etc. Sin embargo el hecho de que podamos establecer ésta relación no significa que comprendamos el porqué, ni los mecanismos fisiológicos que provocan estas necesidades.

La misma dificultad encontraremos para entender cualquier conducta a partir del estudio de la forma en que se manifiesta. Es también probable que esta sea la razón por la cual la psicología no puede elaborar teorías que predigan comportamientos, ya que para hacerlo debería considerar los procesos biológicos primarios que llevan a los individuos a relacionarse con el medio, desencadenando así las conductas, y no sólo evaluar algunos de los efectos perceptibles representados en la fenomenología de las mismas.

Hasta ahora, estudiar lo que hemos llamado procesos cognitivos, nos ha llevado a radicar el pensamiento en las funciones cerebrales, pero no nos hemos acercado ni un ápice a entender cómo se realiza la relación con otros órganos ni por qué ocurre, esto, a pesar de enormes avances en neurología y otras ciencias complementarias. En definitiva, hemos establecido algunos cómo, pero faltan los porqués, y mientras no podamos responder estos últimos, la comprensión sobre el origen de los fenómenos conductuales estará seriamente restringida.

Creemos que la comprensión de los fenómenos conductuales, cualquiera que ellos sean, deberemos encontrarlos en la evolución de la biología básica y común a todo lo vivo. Puesto que, si bien las consecuencias de las conductas humanas resultan particularmente sorprendentes respecto de los otros seres vivos, no es menos cierto que la raíz de muchas de ellas están presentes también en innumerables especies. Por otra parte, creemos que no es posible entender el funcionamiento de lo vivo si no es en la operación conjunta de todos sus sistemas.

La necesidad

Como los pensantes somos nosotros mismos, y en la mayor parte de los casos tenemos en muy alta estima nuestros propios pensamientos, entonces defenderemos aquello que se nos ocurra como cierto o verdadero. En otras palabras, el propio efecto de pensar nos hará equivocar el camino muchas veces, sobre todo cuando la observación de los hechos nos parezcan indicar una razón lógica, tal cual como les pareció a los antiguos cuando afirmaban que el sol giraba en torno a la tierra.

En esa misma línea los seres humanos hemos observado la relación que existe entre un cambio en el entorno y la reacción que estos puedan provocar en los individuos. Este fenómeno lo hemos conceptualizado como el modelo de estímulo y respuesta.

El modelo de estimulo y respuesta es de una lógica tan aparentemente sólida que lo damos por hecho, como si de una ley se tratara, puesto que las observaciones en que se fundamenta, las podemos comprobar en nuestra experiencia diaria (lo mismo que el sol girando en torno a la tierra). Sin embargo este modelo se basa en la constatación empírica de los hechos observados y no en la comprensión de las causas orgánicas que llevan a los individuos a actuar de determinada manera.

Veamos un ejemplo, sabemos que si una persona tiene hambre, reaccionará con ansiedad frente a la comida, es un hecho, lo sorprendente sería que no lo hiciese. Pero, y si esa persona está enferma y no quiere comer a pesar de que su cuerpo requiere el alimento, bueno, sabremos entonces que hay una condición anterior que impide que la regla se cumpla.

El punto es que antes de cada acción de cualquier ser vivo debe haber una condición previa que lo llevará a ejecutar cualquiera de sus movimientos. El hambre mismo es una condición previa para la reacción ante la comida. Toda reacción a aquello que a posteriori hayamos definido como estimulante, requiere de la existencia de condiciones previas, entonces, serán estas condiciones y no las situaciones externas las que determinen que cosa puede resultar estimulante. (si una persona ha comido en exceso, entonces más comida, que es el factor externo, puede resultarle indiferente, luego, la comida deja de ser un estímulo en estas circunstancias)

Puede que parezca algo trivial y sin embargo no lo es. En éste caso el orden de los factores cambia radicalmente el producto. Para empezar, las condiciones del individuo le pertenecen a su organismo, representan el estado en que se encuentran sus procesos metabólicos, los cuales pueden ser independientes del medio externo. Por el contrario, las condiciones ambientales son obviamente externas.

Digamos que los individuos deberán alimentarse sean cuales sean las condiciones externas a ellos. Entonces, cual es el valor del modelo de estimulo y respuesta, pues bien, nos permitirá conocer el “estado” en que se encuentran los sujetos de estudio, justamente apreciando su reacción respecto de lo que hemos determinado empíricamente que es estimulante bajo ciertas circunstancias. Los datos así obtenidos no pasaran de ser un mero indicador estadístico respecto de conductas promedio.

Sabemos, porque es parte de la experiencia cotidiana, que los seres vivos suelen tener comportamientos que van más allá de la explicación que nos otorga el modelo de estimulo y respuesta, y esto es así, porque frente a cambios circunstanciales en el medio, los individuos buscaran satisfacer sus necesidades de formas que nunca antes habían empleado. Demás está decir que, será el nivel de urgencia con que deba ser satisfecho un requerimiento orgánico, el que determine finalmente el tipo de conducta y o comportamiento que se seguirá.

Los seres vivos, al radicar en sus propios requerimientos orgánicos y en sus capacidades para satisfacerlos, el origen de todas las acciones que ejecutan sobre el medio, pueden generar grados de variabilidad en las conductas, que sabemos que existen y que son individuales, particularmente en el caso de los seres humanos. Entonces, cuando aceptamos que tienen cierta independencia de las condiciones del entorno no hacemos más que reconocer los hechos. Por lo demás, será esta misma independencia la que permita la flexibilidad necesaria, para hacer posible la adaptación a condiciones ambientales cambiantes.

Ahora bien, habiendo establecido que los requerimientos orgánicos del propio individuo son los precursores de todas sus acciones (lo cual no tiene nada de novedoso), entonces  podemos afirmar que son las instrucciones genéticas o instintivas, que traducen estas necesidades en movimientos, más las instrucciones que activan los mecanismos de percepción y de reacción a esa percepción, guiando así el movimiento, las que generarán los patrones conductuales. En resumen, el origen de toda conducta se halla inicialmente en la información genética, lo cual tampoco es novedoso.

Luego, si el motor que mueve a lo vivo es la satisfacción de requerimientos orgánicos, de acuerdo con las particulares instrucciones instintivas de cada especie, entonces, todo desplazamiento implicará una búsqueda, las cuales irán desde acomodar una parte del cuerpo hasta la persecución de una presa (o la consecución de un objetivo equivalente, como por ejemplo obtener dinero para adquirir muchas presas en el supermercado). La consecuencia de esta simple afirmación es que no habrá ningún desplazamiento sin instrucción, por muy leve o sutil que este sea, y por otra parte, no habrá instrucción que no se origine en alguna necesidad o requerimiento orgánico.

La búsqueda

El surgimiento y la supervivencia de lo vivo va a la par con el desarrollo de ciertos procesos que le permiten mantener el equilibrio dinámico del cual dependen. Esta condición denominada homeostasis implica la existencia de mecanismos detectores capaces de compensar las variaciones del equilibrio del sistema. Consecuentemente, la obtención desde el exterior de lo que el organismo requiriere para seguir viviendo, dará lugar a la evolución de diferentes estructuras orgánicas para conseguir el desplazamiento, el reconocimiento y la absorción de sustancias necesarias para mantener dicho equilibrio. La operación conjunta de estos sistemas es lo que llamaremos proceso de búsqueda o simplemente búsquedas.

Las búsquedas las realizan sólo los seres vivos, y todas ellas se llevarán a cabo cuando algún proceso orgánico demande obtener o desechar alguna sustancia desde o hacia el medio externo. Los procesos de búsquedas constituyen en definitiva, el motor omnipresente que impulsará toda relación entre los organismos y su medio externo.

Las búsquedas pueden ser pasivas o activas, es decir, se realizan por el simple reconocimiento y absorción de las substancias requeridas que lleguen al organismo, o bien, por medio de los desplazamientos que ellos ejecuten en el medio.

Resulta curioso constatar como los seres humanos hemos ignorado sistemáticamente el proceso de búsqueda como parte consustancial de la operación de lo vivo, reduciendo su ocurrencia a acciones eventuales, independientes de la propia mecánica biológica. (No obstante que existe la idea muy intuitiva de que para encontrar siempre hay que buscar)

Lo importante de establecer el principio de la búsqueda como motor de las acciones de los seres vivos sobre el entorno, es que nos permite explicar biológicamente el origen de los patrones de conductas, puesto que cada individuo de cada especie buscará de acuerdo con sus particulares mecanismos de adaptación, los cuales incluyen los de percepción, de reacción a la percepción, y los de desplazamiento.

Al depender los individuos de las acciones de búsquedas, las soluciones particulares que encuentren serán también únicas e irrepetibles. De este modo la adaptación a su entorno será el resultado de innumerables desplazamientos emprendidos a lo largo de su existencia. Luego, la aptitud para la supervivencia no depende de actos específicos o puntuales sino que de un conjunto de ellos. Finalmente los más aptos serán aquellos que con mayor frecuencia den con las soluciones, que en momentos determinados resulten más eficaces para conseguir lo requerido. Esto último implica que demasiadas veces habrán factores imponderables que en ocasiones beneficiarán a unos individuos por sobre otros, no siendo posible determinar a priori las características que mejor contribuyan a la supervivencia, dentro del rango de operación de las facultades que se posean. Ejemplo, si los antepasados de los pingüinos volaban, no implica que aquellos primeros especimenes que no lo lograban tan bien presentasen una anomalía invalidante, por el contrario, pueden haber sido los primeros de un linaje que condujo finalmente al surgimiento de una nueva especie con diferentes oportunidades de adaptación. En cualquier caso resulta que será la capacidad de buscar y encontrar la que prime por sobre ventajas fisiológicas hipotéticas. En otras palabras, la eficacia de un sistema estará dada por el aprovechamiento de las herramientas que posea, más que por la existencia de ellas.

Como las búsquedas son realizadas por organismos con un sistema metabólico, deberemos entender entonces que cada célula individual tendrá la capacidad de ejecutar sus propias búsquedas, ya sea que lo haga como organismo individual al ser de tipo unicelular, o como parte de un organismo complejo o multicelular. En este último caso, el medio externo de la cÈlula individual corresponder· al interior del propio organismo.

En consecuencia, las búsquedas de los organismos complejos satisfarán la suma de los requerimientos del total de las células que lo conformen. Para los efectos de este proceso, un organismo complejo se comportará como una comunidad de células.

La conclusión anterior resulta en extremo importante toda vez que, la conducta demostrada por los organismos complejos o multicelulares surgirá a partir de las búsquedas o demandas de las células individuales y de los órganos que ellas conformen. Dicho de modo resumido, estos organismos comenzarán sus búsquedas en el interior de sus propias estructuras.

Habiendo pues establecido, que toda acción implica algún tipo de búsqueda, las cuales serán gatilladas por necesidades o requerimientos orgánicos, y resueltas de acuerdo a las instrucciones genéticas de los individuos de la especie, nos queda resolver cómo, en este esquema predeterminado genéticamente, aparece el aprendizaje, como uno de los principales procesos de formación de conductas y de adaptación al medio, mediante el cual los  organismos serán capaces de utilizar, creativamente, referencias externas a el.

Los gustos

Las instrucciones genéticas o instintivas constituyen el conjunto de parámetros biológicos que posibilitarán la relación de un organismo con el medio. En este contexto, toda acción del individuo depende de que, en el transcurso de las búsquedas opere la facultad de responder a lo que sea capaz de percibir. Si los organismos no ejecutan alguna acción frente a ciertos elementos del entorno es porque, o no pueden detectarlo, o bien, porque no tienen una respuesta asociada a esa percepción. Sin embargo hay una tercera alternativa que produce una respuesta intermedia, que no implica necesariamente movimientos, y que es la que expondremos a continuación.

Para poder “conocer” o recordar el entorno es necesario que ocurran dos cosas, primero tener la facultad de evaluar fisiológicamente las percepciones, categorizandolas de algún modo, y segundo, registrar en la memoria adquirida el resultado de dicha evaluación.

Resulta que las respuestas instintivas específicas no se pueden evaluar (los movimientos instintivos), puesto que simplemente se disparan cuando un valor, o conjunto de valores de señales sensoriales, activan reacciones que generan respuestas automáticas. Los organismos que actúan guiados por este tipo de respuestas no podrán conocer su entorno, sólo podrán identificar concretamente algunas de las partes directamente relacionadas con las rutas seguidas en la búsqueda de sus objetivos, lo cual es muy diferente al conocimiento como lo entendemos los seres humanos. (capacidad de recordar y relacionar elementos obtenidos de experiencias diferentes)

Ahora bien, nuestras hipótesis sostienen que, los seres vivos que son capaces de evaluar las percepciones, lo hacen porque en su memoria genética existen otros valores de reacción distintos de aquellos que gatillan las respuestas instintivas específicas. Estas respuestas, de menor intensidad, y que están a medio camino entre el umbral de percepción y la respuesta instintiva específica, las llamamos sensaciones. Las sensaciones serán entonces un tipo de respuesta instintiva inespecífica, que no alcanzan para generar movimientos, pero producen el efecto fisiológico de los gustos, los cuales constituyen el resultado de la evaluación. Hemos llamado inespecífica a las reacciones que producen las sensaciones, porque estas provocarán diferentes efectos en los individuos, e incluso en un mismo individuo, en circunstancias distintas, desatando así comportamientos o conductas no predecibles. (“sobre gustos no hay nada escrito”)

De lo anterior deducimos que, la reacción que dispara una respuesta instintiva específica no genera sensaciones, sólo movimientos. Por otra parte, las sensaciones que evaluamos luego de responder “instintivamente” a un evento perceptivo, son siempre posteriores a la acción, así que, en realidad lo que “sentimos” después de los movimientos iniciales, son los efectos residuales de la primera percepción. Puesto que si alguna característica define una respuesta instintiva es su inmediatez frente a la percepción que la activa. Cuando “todo pasa rápido” es porque el control de nuestras acciones responden directamente a instrucciones que no pueden ser evaluadas.

El efecto fisiológico de las sensaciones no resuelve una búsqueda por si mismo, puesto que no conlleva movimientos específicos asociados. Esto se debe, como hemos dicho, a que los valores de reacción que generan las sensaciones son de menor intensidad que aquellos que activan las respuestas específicas. Veamos un ejemplo, digamos que un individuo de una especie está programado genéticamente para reaccionar y responder instintivamente ante la percepción de un pinchazo muy agudo (los seres humanos), pues bien, digamos ahora que un objeto distinto, uno sin punta, presiona la piel del individuo. El nuevo valor de percepción es diferente de aquel que dispara la respuesta específica y sin embargo igual es capaz de activar una reacción que genera una respuesta fisiológica que no implica la ejecución de acciones concretas e inmediatas, sino que produce una sensación, que podremos evaluar y que categorizaremos con los gustos. Si en este segundo caso la presión no nos incomoda, entonces no nos moveremos, pero en cambio si lo hace, modificaremos la posición del cuerpo. Sin embargo el grado de comodidad o incomodidad tendremos que evaluarlo (algunos dirán, pensarlo)

A continuación mostramos un gráfico con el cual explicamos como es posible entender esta variación en los rangos de reacción que producirán respuestas diferentes.

             

En el gráfico, la percepción 1 representa el mínimo nivel de reacción ante una percepción, la que por supuesto, en estas condiciones, sólo puede provocar una sensación ligera, apenas constatable. La percepción 2, representa el rango de percepciones posibles entre el umbral y el punto donde comienza a operar una respuesta instintiva específica, estas sensaciones producirán gustos diferentes según sea su intensidad, lo cual no implica una relación necesariamente proporcional entre el aumento en la intensidad de la reacción a la percepción y el aumento de la valoración de un gusto particular (no por más, va a ser necesariamente mejor). Por último, la percepción 3 del gráfico, indica un reducido rango de valores que activarán una respuesta instintiva específica que activará un movimiento específico sin provocar sensaciones.

Debemos enfatizar, que la intensidad con que se produce una reacción a una percepción no tiene nada que ver con la intensidad de la fuente que genera la señal percibida, sino con la capacidad del organismo de reaccionar a esa fuente en particular. Ejemplo, sí el organismo está programado para responder a cierto tono de color rojo, entonces cualquier objeto de ese color podrá activar la respuesta, aunque sea pequeño y no destaque particularmente frente a otros objetos del entorno. Lo mismo con los objetos punzantes, los cuales pueden ser realmente minúsculos y aún así generar un fuerte movimiento destinado a suprimirlo.

El gráfico que describe los rangos de reacción de un organismo que responde esencialmente con respuestas instintivas específicas sería el siguiente.

 

En este segundo caso, el umbral de reacción a la percepción se encuentra muy cerca de la activación de una respuesta instintiva específica, lo cual deja muy poco margen para que las sensaciones jueguen un papel importante en la formación de conductas. Los individuos que posean este esquema de respuestas, actuarán “casi” de inmediato frente a la señal percibida.

En consecuencia, sostenemos que la capacidad de evaluar percepciones es el primer gran paso evolutivo para el desarrollo de conductas que dan lugar a la exploración y al aprendizaje, puesto que si sólo nos guiáramos por las percepciones que activan las reacciones instintivas específicas, nunca apreciaríamos las alternativas que ofrecen las variaciones del entorno.

Los seres humanos desde que nacemos estamos probando cosas y situaciones de todo tipo, cualquier elección que hagamos, desde la más simple a la más compleja, requiere evaluar alternativas, y ante la opción de elegir siempre preferiremos la que más nos guste. (Es justamente la obviedad de la conclusión, la que nos impide darnos cuenta de la existencia del mecanismo)

Que algo nos guste, o provoque placer, no tiene nada que ver con su utilidad. Los valores de las sensaciones al no formar parte de las respuestas instintivas específicas, no juegan un papel vital en el esquema de respuestas imprescindibles. Cualquiera de nosotros puede seguir viviendo perfectamente, si prescindiésemos de las cosas que hemos elegido sólo porque nos gustan. De hecho, las comunidades más pobres, aquellas que tienen muy poco de donde elegir, igual sobreviven, y a veces con mucho menos estrés, que aquellos que se han rodeado de las cosas más exóticas para prolongar el placer que le producen. De esto se deduce que, las únicas necesidades objetivas que los seres humanos deben satisfacer, son aquellas relacionadas con las demandas que generen sus procesos orgánicos, las cuales por supuesto son limitadas. En consecuencia, serán las formas de resolver las búsquedas las que podrán ser “casi” infinitas, sin embargo estas soluciones no generarán necesidades orgánicas nuevas y mucho menos ilimitadas, sino que crearán dependencias respecto de los trayectos o rutinas, que han sido exitosos en la satisfacción de estos requerimientos, sobre todo cuando ellos sean cómodos, agradables o gustosos. Por lo tanto, cualquier individuo puede prescindir de todo cuanto se ha rodeado e igual seguir viviendo, si cumple con proveerse de lo indispensable. (muchas personas se alarmarían al saber que tan poco es ese mínimo indispensable)

Con todo, el fenómeno de las sensaciones constituye el punto de partida para el desarrollo de las singularidades en las conductas humanas, ya que el paso siguiente (o simultaneo) que permitirá aprovecharlas como mecanismo de adaptación al medio, es el recuerdo de ellas.

Evaluar en un momento determinado una sensación, puede generar un comportamiento específico útil, sin embargo, tan importante como reaccionar de éste modo, es memorizar el producto de esa evaluación para poder utilizarlo como referencia en eventos futuros similares. Evidentemente esta capacidad de recordar las sensaciones estará dada por la existencia de una memoria que pueda registrarlas. En el mundo natural existirán especies que generarán sensaciones en grados variables partiendo desde cero, y lo mismo ocurrirá con la capacidad de memorizarlas. Las especies que puedan "sentir" pero no memoricen sus sensaciones, actuaran frente a cada evento perceptivo como si fuese único e independiente de los demás, y en ese caso, la utilidad de la sensación quedará circunscrita al espacio temporal que abarque el evento en que se produzca el acto perceptivo, no siendo posible entonces, extraer referencias útiles para emplearlas en situaciones semejantes futuras.  En otras palabras, en ese caso no habrá aprendizaje. Por el contrario, mientras más valores de sensaciones puedan registrase en la memoria mayor posibilidad de aprendizaje habrá.

Aprender no es sólo recordar, sino que es además tener la capacidad de utilizar esos recuerdos en búsquedas posteriores. Por el contrario, registrar un recuerdo en la memoria y no ser capaz de utilizarlo en una búsqueda (solución a un problema), no es aprender, es, en el mejor de los casos, simplemente recordar. (sin utilidad práctica para la sobrevivencia)

Hemos afirmado que la exploración del entorno es posible gracias al efecto orgánico de las sensaciones, las cuales son el resultado de la interacción entre algunas instrucciones instintivas y los elementos del entorno, siendo los órganos sensoriales, la interfase que relacionará ambos sistemas. En este contexto la memoria adquirida, constituye el registro temporal de referencias de los valores de reacción representados por el efecto de las sensaciones. En otras palabras, la memoria adquirida está construida por los mismos valores que generan las sensaciones.

De lo anterior se pueden deducir dos cosas: primero, que ninguna sensación guarda relación directa con la naturaleza intima del fenómeno que la genera, sino sólo con sus efectos perceptibles. Dicho de otro modo, no puede haber sensación respecto de aquello que no se percibe o que está oculto a los sentidos. Segundo, que no hay objetividad posible en el registro de una percepción respecto de la naturaleza del fenómeno observado, toda vez que las sensaciones son parámetros indirectos que dependerán de la propia configuración de respuestas orgánicas del individuo.

Entonces cuando recordemos, o traigamos a tiempo presente un recuerdo, lo que en verdad estaremos haciendo será re-evaluar el registro de una sensación pasada, puesto que, lo que ocurre en nuestra mente cuando utilizamos esos recuerdos frente a un hecho actual, es un proceso de comparación entre distintos valores de sensaciones. Tal comparación es posible porque, como hemos dicho antes, una sensación se genera dentro de un rango de reacción, luego, siempre será posible ubicar dentro de ese mismo rango, tanto valores pasados como presentes, una vez que se hayan producido. El diferencial entre ellos, o el producto de la comparación, producirá el efecto del conocimiento. Veamos un ejemplo, si nos encontramos en una habitación totalmente obscura por mucho tiempo, entonces la percepción visual del pasado será igual al efecto de la presente, y como no hay cambio ni variación, tampoco podrá haber comparación ni conocimiento, ya que las sensaciones son las mismas todo el tiempo. Un ejemplo de la situación opuesta es haber reparado en un árbol con frutos y luego ver el mismo árbol sin ellos, esta diferencia en la comparación respecto de algunas de las características del objeto percibido nos permitirá “saber” que los frutos no están todo el tiempo en su lugar.
 
El conocimiento existe en la medida que es posible hacer comparaciones entre las sensaciones pasadas y las presentes, dando lugar a las diferencias y a la elección. Si no hay con que comparar, faltarán los elementos para situar las sensaciones presentes, dentro del contexto de la historia individual, puesto que nuestra reconstrucción o interpretación del mundo que percibimos, esta hecha en base a las comparaciones y registro de la gradualidad con que podemos reaccionar a las diferentes percepciones. Ejemplos, más alto, más bajo, más frío, más caliente, más claro, más oscuro, más duro, más blando, más rápido, más lento, más fuerte, más débil, etc. etc.

Esto implica que todo recuerdo podremos describirlo como las variaciones de cualquier otro. Ejemplos:  “… ese lugar del que te hablo, en como aquel otro, pero un poco más grande, menos húmedo, ligeramente más ventilado, de colores más claros…”, “esa fruta tiene un sabor parecido a aquella, pero más acida”, “la curva de esa gráfica no es tan pronunciada como la anterior”, etc.

En general, el recuerdo de las sensaciones de la experiencia de la “primera vez”, siempre servirán de patrón para ubicar las siguientes, y la verdad es que, uno nunca podrá saber que tan buena o mala fue, si no tiene la oportunidad de compararla después con otras similares.

Como hemos afirmado, tanto los valores de reacción específica (respuestas asociadas a movimientos “automáticos” concretos), como los inespecíficos (respuestas de evaluación, sensaciones) son de origen genético, instintivos. Por lo tanto no dependen del aprendizaje ni la experiencia, no se adquieren, simplemente nacemos con ellos. Esto implica que no tienen ninguna representación en la memoria adquirida y es por ello que no podemos recordarlos. De esto se deduce que cuando nacemos nuestra memoria adquirida está literalmente en blanco, puesto que hasta ese momento nuestro organismo no ha necesitado ejecutar ninguna búsqueda en su exterior, ni se ha visto en la necesidad de reaccionar ante elementos externos.

En consecuencia, la memoria adquirida comenzará a formarse desde el momento mismo en que el individuo inicie la exploración de su entorno. Mientras más intensas se hagan sus búsquedas mayor será la probabilidad de que interactúe con una variedad de objetos y situaciones que provoquen las sensaciones que comenzar·n a llenar su memoria.

Lo interesante es que, como los valores iniciales de las sensaciones est·n en la memoria genética, no se podrán conocer hasta que una percepción los active, así que el único modo de descubrirlos es explorando. Veamos un ejemplo, la reacción al sabor picante está dentro del potencial de nuestras respuestas instintivas, y dependiendo de cuan fuerte sea, provocará una reacción instintiva específica, o una sensación. Si el sabor es muy fuerte, probablemente escupiremos en forma casi instantánea sin haber podido apreciar realmente el sabor. Ese será entonces el resultado de la operación de una respuesta instintiva específica. En cambio, si el sabor es un poco más suave, podremos evaluarlo con nuestra personal escala de gustos y eventualmente recordarlo.

Para entender mejor el proceso propongo una analogía, supongamos que las cuerdas de una guitarra representan la estructura de reacción neuronal que podrá ser activada por las percepciones, luego, de algún modo, todos los sonidos posibles están potencialmente contenidos en las cuerdas, sin embargo hasta que alguien las toque no se habrá producido ninguno. Del mismo modo, es imposible recordar una sensación que no ha sido activada. Y por otra parte, el único modo de activarlas es probando, explorando o experimentando.

Conclusiones

Hasta aquí creemos haber explicado sucintamente la relación de interdependencia que existe entre, las necesidades o requerimientos orgánicos que representan el principio de funcionamiento de lo vivo, con las búsquedas que acercarán a los individuos a la satisfacción de esos requerimientos, y finalmente, con los gustos, que actuarán como mecanismos de selección de lo encontrado. Con todo, falta dilucidar nuestro presupuesto inicial, cual es, ubicar el pensamiento en éste contexto y comprobar que se trata de un efecto y no de un fenómeno independiente de otros.

Pues bien, una de nuestras conclusiones anteriores dice que, en el caso de los organismos complejos, las búsquedas comenzarán desde su interior, esto significa que, antes que el individuo realice algún movimiento en el entorno, las instrucciones de búsqueda generadas por los requerimientos orgánicos, deberán recorrer trayectorias internas que incluirán los nuevos recuerdos agregados a la memoria adquirida. De este modo, las sensaciones anteriores, generadas y memorizadas en el marco de procesos exploratorios, pasarán a formar parte de las referencias que guiarán los desplazamientos en los futuros procesos de búsqueda. Veamos un ejemplo, si nuestro organismo necesita alimentarse, generará instrucciones que activarán la sensación interna de hambre y que además, en su recorrido interno compararán, el “tipo particular de hambre” actual con las diversas soluciones previas que hayan satisfecho requerimientos similares, entonces, si de repente sentimos un enorme e incontrolable deseo de comer una pizza, es porque nuestro cuerpo “recuerda” que esa es una buena solución para satisfacer su necesidad actual. Obviamente las elecciones posibles (que hace el organismo) están dentro de las experiencias previas que podemos recordar. Este proceso se repetirá de modo análogo para la satisfacción de cualquier otra necesidad.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el pensamiento?, pues resulta que el proceso de evaluar y comparar recuerdos es justamente lo que llamamos pensamiento. En otras palabras, pensar es el proceso interno de buscar entre los recuerdos aquello que nos sirva para resolver búsquedas. (cuando pensamos en pizza o espaguetis como alternativas para saciar nuestra hambre, estaremos comparando soluciones anteriores en función de la sensación de hambre actual)

De lo anterior se desprende que, pensaremos cuando necesitemos encontrar alguna solución a un requerimiento cualquiera, cuyo principio aunque parezca distante, siempre será orgánico. Tal vez resulte un poco complicado establecer la relación entre, por ejemplo, la búsqueda de una solución matemática, con un requerimiento orgánico, y sin embargo no es tan difícil hacer la conexión si sabemos que la persona que busca esa solución, espera a cambio un sueldo que le permita vivir. (casi nadie haría lo que hace, si no esperara recibir a cambio, algo que le sirva para seguir viviendo) Por otra parte, el número de pasos de una búsqueda cualquiera puede ser realmente grande, incluso los que utilizan otras especies del reino animal que los ejecutan de modo instintivo (específico), como por ejemplo, los pasos necesarios que la araña debe cumplir para confeccionar su red.

La enorme diferencia entre los pasos determinados genéticamente con los construidos por los seres humanos, (y tal vez algunas otras especies) estará en que estos últimos los elegirán entre algunas de las alternativas disponibles, de acuerdo a sus gustos. Puesto que después de todo, uno no se puede ganar la vida como matemático si no le gustan las matemáticas.

Finalmente, el pensamiento será uno de los efectos provocados por la ejecución de instrucciones de búsquedas internas originadas por demandas orgánicas. Siguiendo esta lógica, es muy posible que todos los procesos orgánicos estén relacionados entre si, de tal modo que formen una cadena de reacciones sucesivas, en que muchos deben ser efectos, y a la vez causa, de otros posteriores. En conclusión, el pensamiento no es un fenómeno independiente producido por la sola actividad mental.
Los seres humanos pertenecemos a un linaje cuya creciente especialización evolutiva ha estado en el desarrollo del uso de la memoria para encontrar soluciones de adaptación, y como la memoria está construida sobre la base del registro de sensaciones, será entonces la capacidad de generar una gran variedad de ellas, las que en definitiva nos confieran nuestra singularidad como especie. Luego, los seres humanos estamos obligados a sentir, recordar y pensar, puesto que así es como funcionamos.

Nuestra definición de pensamiento nos permitirá explicar otros fenómenos asociados con la capacidad de buscar y evaluar recuerdos. Para comenzar diremos que nuestra “humanidad” o identidad como seres humanos esta radicada en el conjunto de los recuerdos individuales, es decir, si no tenemos recuerdos o no somos capaces de revisarlos y evaluarlos mediante el proceso de pensar, no nos podremos reconocer ni sabremos quienes somos. Esto es lo que ocurre con los bebés muy pequeños que aún no han formado los suyos, o con quienes los pierdan, siendo el caso más extremo el de las personas que padezcan el mal de alzheimer en un estado muy avanzado, en cuyo caso sus acciones estarán motivadas únicamente por reacciones instintivas y no por las aprendidas contenidas en la memoria adquirida. El punto es que, sin la capacidad de procesar recuerdos se pierde lo que hemos llamado “humanidad”. (o tal vez incluso, el “alma”)

Por otra parte, la búsqueda de soluciones mediante el pensamiento, provocará que durante el procesamiento de los recuerdos se generen múltiples efectos, los que irán desde combinar elementos de recuerdos diferentes para crear variaciones de recuerdos literales (imaginar), hasta juntar los fragmentos más intensos de aquellos constituidos por sensaciones significativas, creando así un objeto de búsqueda que no existe en la realidad.

Estos recuerdos “artificiales” constituidos por "selecciones de sensaciones” podrán provocar búsquedas más intensas que las que podrían desencadenar aisladamente los recuerdos originales a los cuales pertenecen. De este modo se forman las creencias. Con todo, tanto el uso literal de un recuerdo común como el de uno “construido”, obedecerá siempre a la búsqueda interna de una referencia para satisfacer desde el exterior un requerimiento orgánico.

Como corolario podríamos afirmar que: Para nosotros, seres humanos, los recuerdos son todo lo que somos.

Las distintas partes del modelo descrito explican coherentemente, cómo una estructura genética rígida, contiene en si misma los mecanismos que le permiten adquirir las referencias del entorno para utilizarlas en su proceso de adaptación. De este modo nuestra tesis sostiene que;  La capacidad de generar y recordar sensaciones, junto con la de recuperarlas mediante el pensamiento, se transforma de hecho en el mecanismo que permite el aprendizaje.

Es muy probable que queden muchas dudas frente a nuestras hipótesis, pero este trabajo debe entenderse sólo como un breve extracto de uno mayor, contenido en el libro "Sensaciones, conciencia y aprendizaje”, en el cual, siguiendo los mismos principios argumentales que aquí empleamos, nos extendemos en la explicación de estos y otros fenómenos asociados, como por ejemplo la conciencia, las creencias, etc.

Sergio Aranda Klein
Santiago Chile
Octubre 2008










5- Artículo
Publicado en El Escéptico Digital

                                                               
     modificado el 20 de agosto 2010

Base biológica de la formación de la cultura


Desde que Darwin propusiera la teoría de evolución, son muchos los que se han preguntado, cómo podrían los diferentes mecanismos con que eventualmente ella se produce, llegar a generar las condiciones para el surgimiento de una especie de funcionamiento tan complejo como los seres humanos. (esto, por supuesto, desde el punto de vista de los propios humanos)

De entrada, no hay aparentemente una forma de vincular los procesos biológicos inherentes a la teoría evolutiva con aquellos que hemos llamado culturales, los cuales relacionamos, de hecho, con las conductas cuyo origen, creemos, se encuentran principalmente en el uso del pensamiento y la imaginación. Demás está decir que es justamente la dificultad de establecer las causas orgánicas de estos fenómenos, lo que históricamente ha servido de justificación para suponerles un origen extraordinario.

Así las cosas, a lo largo del tiempo se desarrollaron múltiples creencias para explicar lo que en ese momento era a todas luces inexplicable, con el agravante de que las preguntas acerca del cómo, y porqué funcionamos de la forma que lo hacemos, han sido recurrentes en la mayoría de los seres humanos de toda época, incluso en los niños pequeños. Entonces, dada la importancia de hallar una respuesta, resultó perfectamente natural y hasta necesario encontrar alguna, que con sus afirmaciones, diera por zanjado el tema de modo definitivo, sobre todo si además, ésta le otorgaba algún poder a quien la imaginaba. Soluciones  como estas deben haber sido las que desde los albores de la humanidad, dieron origen a la creación de toda una constelación de dioses y razones igualmente misteriosas, desde las más simples hasta las más estructuradas y complejas. Nada muy diferente de lo que las madres hacen cuando tratan de explicar a sus hijos pequeños, problemas que ellas saben que los niños no entenderán.

Sin embargo a quienes la solución mística no dejó conforme, trataron de resolver la “cuestión humana” desde otros puntos de vista. De este modo, tomando cierta distancia de las explicaciones de origen divino recurrieron a otras creencias cuyos argumentos se centraron en los procesos físicos o reales, sin embargo este nuevo enfoque creó un nuevo problema mucho más complejo, que tiene que ver con los tipos de creencias.

Los métodos de la ciencia resultan muy eficaces cuando se trata de evaluar fenómenos objetivos en el mundo real, sin embargo muchos aspectos de la cuestión humana, no tienen nada de objetivos y tampoco de reales.

Desde el principio todas las hipótesis están fundadas, o son, ideas preconcebidas que pretendemos poner a prueba para demostrar su valor de verdad, por lo tanto ellas están basadas inevitablemente en creencias, es imposible que sea de otro modo, puesto que cualquier cosa que imaginemos que puede ser posible, constituye en principio una creencia, incluidas las hipótesis científicas.

Las creencias que los seres humanos reconocemos ordinariamente como tales, son muchísimas menos que las que realmente elaboramos. Esto sucede porque lo normal es asociar la idea de creencia con aquello que es muy difícil o imposible comprobar que ocurra en la realidad, y es por ello que tiene sentido designar como una creencia a cualquier cosa imaginada cuya supuesta materialización implique ir contra toda experiencia y sentido común. No obstante existen otro tipo de creencias cuya materialidad es mucho más difícil de evaluar y comprobar, y esto es así porque siendo perfectamente imaginarias resulta que funcionan. Estas creencias son todas las que rigen o se dan en torno a las relaciones sociales en cualquiera de sus aspectos, puesto que, cada norma, regla de conducta o relación social, y cada una de sus proyecciones, corresponden a construcciones basadas en la imaginación y por lo tanto no tienen una base real en ninguna ley natural. Cualquier fundamento para una organización social pertenecerá al ámbito imaginario. Ejemplo, si una organización se funda en torno a la obtención de la justicia, basará sus principios en lo que sus integrantes imagen que es la justicia, puesto que en la naturaleza no es posible hallar nada que pueda ser equivalente. Lo interesante de este tipo de creencias es que si bien parecen funcionar como si existieran realmente, lo hacen porque son los propios individuos los que les dan vida y valor al aceptar sus normas y actuar en consecuencia, pero en rigor no están obligados a ello por ninguna función orgánica.

Luego, son muchas las creencias que sostenemos como hechos, siendo que estas son sólo válidas en la realidad imaginaria de las relaciones sociales, por lo tanto no tienen una expresión material en el mundo real. Cuando hablamos por ejemplo de racionalidad, de razón, o de ética, estamos describiendo conceptos que sólo existen en la realidad de las relaciones sociales. Definitivamente no podremos encontrar nada que nos indique que estas ideas tienen una expresión en las leyes naturales. Así pues, estos conceptos equivalen a creencias que en rigor sólo se diferencian de las religiosas en sus argumentos. Algo así como los mandamientos divinos, sin la necesidad de un dios, sino que por el propio acuerdo de quienes tengan el poder para definirlos y hacerlos valer. (independientemente de que esas personas puedan afirmar además, que tienen derechos divinos, o simplemente un mejor derecho, para hacerlo)

Lo anterior constituye un impedimento intelectual para comprender la verdadera naturaleza de los procesos mentales, sobre todo porque muchas veces quienes los investigan están buscando lo que no existe en la realidad material en la que queremos encontrar las soluciones. Con certeza no encontraremos ningún órgano relacionado con la ética, la razón, el razonamiento o el pensamiento religioso, en los términos que normalmente los entendemos. Este es el motivo por el cual, otorgar a algunas creencias un valor que vaya más allá de la realidad imaginaria en la que existen y funcionan, distorsiona la búsqueda de los elementos reales implicados en procesos igualmente reales.

Pues bien, sabemos que las conductas de la mayoría de las especies están predeterminadas totalmente por instrucciones genéticas o instintivas, y también es aceptado que los humanos respondemos con este tipo de instrucciones a muchas situaciones, las cuales son particularmente notorias durante la infancia. ¿Significa esto qué en algún momento indeterminado de su desarrollo el individuo deja de actuar guiado por las instrucciones instintivas?, la respuesta es definitivamente no. Lo que ocurre es que la amplitud de la operación de estas instrucciones es mucho mayor y más compleja de lo que se ha supuesto. Tal complejidad hace ver como contradictorias la aparente libertad con que nos movemos, decidimos, e interpretamos la realidad, con las ideas que tenemos respecto de la rigidez y generalidad de las respuestas instintivas, siendo que necesariamente toda conducta, incluidas las que relacionamos con el libre albedrío, tendrán su origen en las respuestas instintivas, puesto que, ¿de qué otra forma podría ser?

Si algo tenemos claro, es que en el proceso de aprendizaje es donde se encuentra la clave de la solución al problema. Sin embargo y a diferencia de la mayor parte de los enfoques anteriores, que se centran en analizar lo que ocurre una vez que la capacidad de aprender ya existe, lo que hay que determinar es lo anterior, es decir, el cómo y por qué existe esa capacidad, sus razones biológicas. La respuesta correcta a esta interrogante nos dirá entonces qué es lo que podemos aprender, el cómo y el cuando.

Veamos, una función instintiva es aquella que se activa de forma mecánica cuando condiciones objetivas disparan ciertas reacciones orgánicas de naturaleza físico-químicas.

Resulta que hay un tipo de instrucción instintiva, que nosotros hemos llamado inespecífica, y que opera en todo momento y lugar frente a cualquier evento perceptivo, desencadenado así respuestas que van desde una acción enérgica, hasta algunas muy sutiles y casi imperceptibles. Estas respuestas corresponden a las que conocemos como sensaciones. A través de la historia las sensaciones han sido descritas una y otra vez, como fenómenos asociados al conocimiento empírico y por lo tanto a los sentidos. Sin embargo la comprensión de su verdadera relación con la obtención del conocimiento, se ha visto obstaculizada justamente por las diversas ideas preconcebidas respecto de lo que se supone éste debe ser.

Sabemos que cualquier función orgánica depende de reacciones materiales reales, así que cada acción es parte o la resultante de un proceso. En este contexto de causas y efectos sucesivos, las sensaciones se inscriben como reacciones orgánicas a la percepción, que tienen su punto de partida en las señales emitidas al cerebro por los órganos sensoriales. Luego, no hay otra posibilidad que atribuirles un origen genético o instintivo, puesto que ellas se activan al margen de la “voluntad” y del conocimiento previo. Lo que es más, sus distintas “manifestaciones” nos serán totalmente desconocidas hasta que se produzcan por primera vez. Esto significa que nadie podrá conocer ni recordar las sensaciones que provocan un sabor, un aroma, un sonido, etc. que no haya percibido antes.

De esto podemos obtener una importante conclusión y ella es que la información genética, a la cual pertenecen las instrucciones que generan las sensaciones, se encuentra almacenada en una memoria distinta de la adquirida, ya que no es posible recordar una sensación que no se ha producido, aún cuando exista el potencial para que ello ocurra.

Pero, ¿qué son las sensaciones? Creemos que toda sensación es una respuesta instintiva a determinada señal sensorial que tiene asociado un valor de alteración orgánico o cambio de estado fisiológico. Este valor de alteración o cambio de estado equivale a una respuesta analógica, que dará lugar a distintos procesos dependiendo de su magnitud. Algo similar a las campanadas de los experimentos de Pavlov, sólo que en este caso el equivalente de las campanas estarán y formarán parte de las instrucciones genéticas contenidas en el cerebro.

Ahora bien, ¿qué hacemos los seres humanos frente a estos cambios de estado? ¿qué significan para nosotros? Resulta que el organismo interpreta estas alteraciones, como variaciones en lo que podríamos llamar genéricamente el gusto, en cualquiera de sus formas y grados, de tal modo que todo cuanto apreciamos en el entorno tendrá el potencial de generarlos, dependiendo siempre de lo que estemos buscando.

Por otra parte, en la búsqueda del origen del aprendizaje algunos filósofos y pensadores, han propuesto la existencia de ideas previas en la memoria genética. Estos pre-conceptos, juicios a priori, o ideas innatas, estarían formados por elementos congruentes y hasta complementarios con los obtenidos directamente por la percepción, algo así como modelos genéticos y genéricos de ideas, que serían ajustados en la mente del individuo, según sus propias observaciones.

De alguna forma estas propuestas se asemejan a lo que llamamos instrucciones instintivas, sin embargo difieren de ellas fundamentalmente en a lo menos dos aspectos. Primero, lo que nosotros entendemos por instinto es la capacidad del organismo de reaccionar y producir respuestas a ciertas señales sensoriales ante las cuales no cabe una renuncia o modificación substancial de la conducta que ella genere, luego estas no pertenecen al ámbito de lo que por ahora podríamos llamar “actitud reflexiva” y que asociamos con las ideas, tal vez sea exactamente lo contrario, es decir, las respuestas instintivas son esencialmente “irreflexivas”. En segundo lugar, las ideas son construcciones mentales que hacen uso de elementos de múltiples recuerdos obtenidos a lo largo del tiempo, por lo tanto ellas son un resultado, un producto individual, que no es posible que exista como una unidad independiente, antes de que se produzcan las experiencias parciales previas.

Por último, digamos que las sensaciones, al provenir de respuestas instintivas que evaluaremos y categorizaremos con los gustos, introducirán en la función orgánica la subjetividad y por ende los principios de los juicios de valor, toda vez que no hay decisión, y por lo tanto recuerdo, en que los gustos no sean una variable determinante.

Entonces, ¿qué pasa cuando “sentimos” una sensación agradable o una desagradable? La respuesta a esta pregunta constituye la clave para entender el origen de las conductas humanas, y dentro de estas, la función del propio aprendizaje. Es del todo evidente, un hecho, que todo aquello que provoque satisfacción o placer impulsará al individuo a prolongar su obtención, y llegado el caso, a buscar más. Por el contrario, cuando algo no guste, motivará el alejamiento de la fuente que lo cause. Ambas respuestas generarán acciones y toda acción es parte de una conducta. Ahora bien, tan importante como “sentir” gusto o disgusto, es la capacidad de memorizar las fuentes que los provocan, y ocurre que la memoria adquirida se formará precisamente con el registro de los valores de reacción que causan las sensaciones. En otras palabras, la memoria adquirida contendrá exclusivamente referencias a las sensaciones que hayamos experimentado.

Lo interesante de todo esto es que la memoria adquirida registrará las percepciones que le resulten significativas a un individuo particular, puesto que, aunque los valores que activan las sensaciones sean similares entre distintos individuos, el punto específico dentro del rango de reacción personal, será lo suficientemente variable como para que los gustos, y por lo tanto los recuerdos construidos con ellos, no sean idénticos entre quienes perciban una misma situación.

Los valores de las sensaciones no constituyen en si mismos información ni conocimiento, sin embargo el nivel de gusto que provoquen corresponderá obviamente a un primer elemento de discernimiento o discriminación. La transformación de un valor de sensación en información o conocimiento ocurrirá cuando una referencia de él, registrada en la memoria adquirida, sea posteriormente recuperada y utilizada en una búsqueda o solución a un problema. Sólo en ese momento se evidenciará el efecto del conocimiento.

Si el fenómeno de las sensaciones es tan difícil de relacionar con la obtención del  conocimiento es porque en verdad su funcionamiento orgánico es sorprendente. El caso es que, como los valores de las sensaciones no se encuentran en la memoria adquirida, sino en la genética o instintiva, no se podrán recordar hasta que hayan sido activados, y esto sólo puede ocurrir mediante la percepción. Una vez que dicho valor ha sido activado, una referencia suya quedará en la memoria adquirida. Pero este traspaso tiene doble efecto, por una parte es cierto que se crea un recuerdo, pero el efecto siguiente es que esa misma sensación disminuirá frente a la repetición de la situación que la produjo, justamente porque ya se ha creado una referencia suya en la memoria adquirida. Luego, el efecto de crear un recuerdo a partir de una sensación, tiende a disminuir la respuesta instintiva de la sensación en favor de la utilización del recuerdo creado por ella. Resumiendo, diremos que las sensaciones son reemplazadas gradualmente por los recuerdos a los que den lugar.

Esta es la mecánica del fenómeno por medio del cual, se transfieren los valores de respuesta instintiva a la memoria adquirida. Más aún, el pensamiento operará sólo sobre los recuerdos contenidos en la memoria adquirida y nunca sobre la "información" que se halle en la memoria genética.

Lo anterior ocurre porque todas las sensaciones posibles de “sentir” pertenecen a un conjunto de valores de reacción y respuesta instintiva muy especial, uno que hemos llamado “reacción instintiva inespecífica”, siendo los gustos la “respuesta instintiva inespecífica”. Su origen más probable puede estar en el proceso evolutivo de crecimiento y expansión del cerebro. Digamos que al aumentar el número de neuronas responsables de activar una respuesta instintiva específica (las que normalmente reconocemos como innatas o simplemente instintivas) algunas de ellas fueron quedando alejadas de la configuración principal, reaccionando así aisladamente a valores de percepción distintos de aquellos que disparaban la respuesta principal o específica.

Por otra parte, las respuestas instintivas específicas se producen cuando ciertos valores de percepción coinciden en forma más o menos precisa con aquellos de origen genéticos que tienen asociada una respuesta igualmente precisa. Aunque parezca difícil de “creer” estas respuestas se dispararán mecánicamente sin producir sensaciones previas, es decir se activarán inmediatamente sin que medie ningún otro proceso mental, y toda sensación posterior a este tipo de respuesta obedecerá a los efectos residuales que persistan una vez que se haya ejecutado la acción concreta. Por el contrario, las respuestas instintivas inespecíficas se originarán cuando una percepción registre valores cercanos pero no iguales a los necesarios para activar la respuesta específica. En estas condiciones las sensaciones constituyen respuestas parciales, algo así como versiones atenuadas, que no son capaces de generar por si solas movimientos específicos, pero en cambio nos permitirán evaluar una percepción en términos de gusto. Veamos un ejemplo, al poner la mano sobre un objeto que está ligeramente caliente nos tomaremos un tiempo para decidir si esa temperatura nos agrada o no, esta actitud corresponde a la operación de la respuesta inespecífica. Por el contrario, si el objeto está muy caliente retiraremos la mano de inmediato, casi sin sentir realmente, está respuesta corresponderá a una específica. Las sensaciones que evaluemos posteriormente, mientras nos soplemos la mano, corresponderán a los efectos residuales de haber expuesto la mano a un calor excesivo.

Resulta entonces, que las sensaciones por no constituir respuestas específicas, no forman parte de las instrucciones instintivas que han evolucionado por medio de la selección y que responden a las acciones biológicamente más importantes que el organismo debe ejecutar para asegurarse su subsistencia y reproducción. Digamos que las sensaciones nos permitirán explorar sin rumbo fijo, toda vez que siempre nos podremos dejar llevar “libremente” por nuestros gustos, hasta que una condición orgánica apremiante nos apresure a satisfacer ese requerimiento mediante las instrucciones instintivas especificas. Un ejemplo de esto puede ser la comida que ingerimos simplemente por que nos gusta, pero que nuestro cuerpo no necesita realmente, por el contrario, cuando la falta de alimento es importante, el cuerpo la exigirá al margen del gusto, y es así como en esas condiciones estaremos dispuesto a comer cualquier cosa. Un segundo ejemplo algo más prosaico, se produce cuando nos dan ganas de ir al baño, si la necesidad es menor, buscaremos con paciencia un baño que nos agrade, esta búsqueda la haremos con la calma suficiente como para respetar las buenas costumbres, ahora bien, si la urgencia aumenta perderemos toda parsimonia y compostura hasta el punto en que buscaremos satisfacer nuestra necesidad de cualquier modo, aún en las peores condiciones, una vez resuelto el problema, recién ahí, nos pondremos a alegar de lo malas que eran esas condiciones.

Todo esto ocurre de forma tan natural, tan habitual, que nos parece perfectamente lógico que así sea, no tiene nada de extraño. Pues bien, de eso trata toda esta explicación, de hallar respuestas que expliquen sin acomodar ni sesgar los hechos, cómo es que las cosas perfectamente normales tienen una explicación en procesos biológicos igual de normales.

Otro elemento indispensable en la formación de conductas relacionadas con los procesos mentales humanos, es la posibilidad de combinar los elementos de los diferentes recuerdos para formar unos nuevos.

Hemos afirmado que todo recuerdo tendrá su origen en el registro de referencias de las sensaciones provocadas por los actos perceptivos, luego, como cada parte o elemento dentro del conjunto percibido generará sensaciones distintas, ellos podrán ser recuperados en forma independiente, así, al recordar un color podremos hacerlo con total prescindencia del objeto que lo contenga, lo mismo que una forma, o un olor, etc. Este hecho es tan notorio, que invariablemente la descripción de cualquier recuerdo comenzará por señalar aquellas partes que más nos hayan llamado la atención, o lo que es igual, que nos haya provocado las sensaciones más intensas. Al respecto es interesante destacar, que muchas de las cosas cotidianas que percibimos de adultos, no nos parece que causen ninguna sensación, y esto es precisamente así, porque esas cosas fueron incorporadas como recuerdos hace mucho tiempo, cuando las vimos por primera vez, y cuando sí nos llamaron la atención.

Por otra parte, la recuperación de un recuerdo se producirá cuando se de una coincidencia espontánea entre éste y una percepción, (asociación inconciente) o cuando el organismo requiera satisfacer un requerimiento orgánico que demande realizar una búsqueda externa que implique pensar. (búsqueda conciente)

Toda búsqueda que el organismo requiera ejecutar, sea conciente o no, comenzará siempre al interior del mismo, lo cual significa que antes de que un individuo emprenda cualquier acción en el medio externo, las instrucciones que generan la búsqueda, procesarán todos los contenidos relacionados con ella que se encuentren tanto en la memoria genética como en la adquirida. (es posible que en ese mismo orden) La parte de este proceso en que se revisan y evalúan los contenidos de la memoria adquirida, es la que llamamos pensar. Luego, no existirán búsquedas “concientes” sin pensamiento. De hecho el efecto de la conciencia surge (emerge, dirán algunos) en el acto mismo de pensar, puesto que lo que normalmente asociamos con ella implica necesariamente evaluar los recuerdos de las actuaciones propias. A mayor cantidad de recuerdos de experiencias diversas, mayor conciencia. (En rigor no hay búsqueda que no sea ordenada por el organismo, la aparente existencia de un yo distinto e independiente, es bastante más largo de explicar, pero la explicación biológica existe)

Durante el proceso de pensar, los elementos recordados podrán ser combinados libremente, (por el propio organismo) si la relación entre ellos es consecuente con lo que se busca para dar satisfacción a la necesidad que la motive. Tal vez lo que podría generar algunas dudas sea justamente la naturaleza de las necesidades humanas. Respecto de esto, afirmamos sin duda alguna, que todas ellas son de origen orgánico, pues si bien es evidente que existirán las relacionadas directamente con la operación de procesos metabólicos y de reproducción, las vinculadas al gusto también serán de origen orgánico, toda vez que el gusto es el resultado de la operación de las respuestas instintivas inespecíficas. (si de repente sentimos una necesidad imperiosa de tener un auto nuevo, ello se deberá a que nos gustaría tenerlo, por el puro gusto, y esa será la necesidad orgánica, eso si, una perfectamente prescindible)

Claramente, los elementos de memoria que utilizaremos con mayor frecuencia a la hora de buscar una solución cualquiera, serán aquellos que tengamos más presentes, que nos gusten más, o dicho de otro modo, nuestros preferidos, así que, construir soluciones con ellos resultará lo habitual. (toda forma de actuar de un individuo particular, contendrá multitud de elementos recurrentes)

No obstante la gente no anda por ahí diciendo que cree en dios porque le gusta, ni emprende una batalla, o defiende causas varias por la misma razón, sin embargo tras las declaraciones, hay procesos mentales cuya lógica biológica está fundada en el gusto y las preferencias, a pesar de que queramos que nuestras decisiones parezcan surgidas como frutos de análisis objetivos, “racionales”, o carentes de “emocionalidad”. Pues resulta exactamente lo contrario, no existe decisión propia que no esté influida por nuestro gusto, aún aquellas que representen el mal menor, o la menor cantidad de disgusto. (la satisfacción, o consuelo del que se flagela o inmola por cualquier causa, debe ser mucho mayor que el dolor o sufrimiento que se infiera. Si no fuese así, no existirían entre otros, el boxeo, los deportes de alto riesgo, o el suicidio)

Con todo, lo más importante de los procesos mentales con los cuales construimos soluciones, mediante la combinación de diferentes elementos de memoria, es que estos, precisamente por pertenecer a recuerdos distintos, no representan en su conjunto a un recuerdo real obtenido en un mismo evento perceptivo, sino que esta construcción representará a uno imaginario o fruto de la imaginación. Es muy probable que la mayor parte de todos los recuerdos de los seres humanos, contengan elementos imaginarios. De hecho, es posible que no existan en lo absoluto los recuerdos que abarquen toda el área de la percepción y sean estrictamente literales. Sin embargo también es cierto que habrán combinaciones de elementos que den como resultado, unas situaciones imaginarias más posibles que otras. (aún la memoria fotográfica es parcial)

Consecuentemente con todo lo anterior, una creencia surgirá de una elaboración mental que implique, básicamente, el deseo (necesidad de satisfacer una búsqueda basada en el gusto) de encontrar una respuesta, explicación, o forma de solución de un problema cualquiera, a partir de imaginarla como real, o posible de alcanzar.

Hecha esta descripción sumaria de los principales aspectos a considerar en la formación de las conductas humanas de origen mental, veremos como ellos constituyen el elemento central en la construcción de la cultura.

Digamos que al igual que toda conducta individual, las colectivas o sociales, también estarán determinadas inicialmente por instrucciones instintivas específicas. Como estas instrucciones se encuentran en la memoria genética, se activarán cuando las condiciones orgánicas coincidan con las que sean percibidas en el medio ambiente, o dicho de otro modo, cuando el individuo esté receptivo a los cambios en éste. En estas circunstancias no se entiende la existencia de una memoria adquirida sino como una alteración o un exceso, en la capacidad de percibir y reaccionar a percepciones para las cuales no existen o no se han formado respuestas instintivas específicas. Por otro lado es muy probable que la mayor parte de estas respuestas se hayan originado con anterioridad al surgimiento de los mamíferos.

En cualquier caso, y sea como fuere, siendo un hecho que la memoria adquirida existe y que ella registra valores de sensaciones. Podemos afirmar, que a diferencia de lo que ocurre con el “conocimiento genético”, que será interpretado del mismo modo por todos los individuos de la especie, los recuerdos (adquiridos por la vía de la percepción y la experiencia) serán distintos entre cada uno de ellos. (siempre dentro de ciertos rangos)

Así que la primera condición indispensable para el desarrollo de una “cultura” es que las conductas de los individuos estén, al menos en parte, motivadas por el registro y uso de sus propias experiencias, y esto no puede lograrse sin la existencia de una memoria adquirida.

La segunda condición indispensable es que, una vez generados los recuerdos, exista la capacidad de combinar sus diferentes elementos para crear con ellos recuerdos imaginarios originales. Sólo cuando estos sean utilizados para proyectar situaciones que no se han vivido, pero que se suponen posibles, se producirán las creencias. Las creencias pueden ser tan simples como por ejemplo, esperar a que algo ocurra sólo porque se recuerda que ya ocurrió antes. Así que el principio motor de las creencias puede estar presente en muchas especies. Es posible que, mientras más complejas sean las construcciones imaginarias, más complejas serán también las creencias y las relaciones sociales que se puedan elaborar con ellas.

En consecuencia, si cada miembro de una agrupación comienza a actuar de acuerdo a sus experiencias, y a las ideas que pueda deducir de estas, lo más probable es que el ancestral orden genético de relaciones sociales tienda a romperse, lo mismo que ocurre en una familia numerosa cuando cada uno quiere hacer lo que le quiere, (por que le gusta) al margen de la colaboración en la satisfacción de las necesidades del conjunto. Tanto en caso de la familia como en el de una agrupación mayor, la solución a este problema comienza con el establecimiento de reglas. La enorme diferencia entre las reglas instintivas específicas, con las que adopten los miembros de la agrupación con ideas propias, es que estas últimas serán obtenidas por medio de acuerdos originales, que eventualmente pueden ser discutidos y rechazados, posibilidad que no existe entre las de origen genético. La gran variedad de acuerdos distintos que los seres humanos pueden alcanzar, obedecerá exclusivamente a los argumentos imaginarios que los integrantes de cada comunidad en particular sean capaces de crear y aceptar.

Así que la cultura comienza con la construcción de acuerdos aún cuando sean tácitos y se hayan alcanzado a través de gestos, siempre y cuando estos no obedezcan a formas instintivas de comunicación (las abejas no tienen una cultura, lo suyo es una forma de operar instintiva específica). Obviamente todo acuerdo o consenso se buscará para coexistir (por muy precaria o efímera que sea la coexistencia) pero el hecho de que la haya, implica un modus vivendi que significará la obtención de alguna ventaja para quienes participen de él.

Luego una cultura determinada surge espontáneamente como modelo de relación social, cuando individuos pertenecientes a una o diferentes agrupaciones, intentan comunicar algo que debe ser necesariamente explicado para obtener la colaboración o participación de los demás, puesto que los elementos culturales sólo se obtienen aprendiéndolos, de la misma forma como se instruye a los niños acerca de las costumbres de la comunidad. (nadie le explica a una hormiga, una abeja, un cocodrilo o una tortuga, qué deben hacer para comportarse como tales, ellos obtienen el total de sus patrones conductuales de su información genética.)

Por otra parte, toda explicación (humana) constituye la manifestación de una creencia, aún cuando ella este referida a hechos o eventos ocurridos en el entorno natural, puesto que quien los expone necesariamente interpreta la realidad para poder comunicarla, y toda interpretación no es la realidad, ya que ésta es una sola y es ella misma. Es precisamente en el evento de la explicación que surge la comunicación y el lenguaje. (Las instrucciones instintivas específicas no requieren ser explicadas ni comprendidas, sino simplemente ejecutadas, el valor de la realidad para estas instrucciones está en la propia selección natural)

Así que lo que comparten (nominalmente) todos los individuos de una misma cultura son sus creencias, las cuales influenciarán todos los demás actos de sus vidas. Las creencias de individuos particulares son la causa primera de la formación de una cultura, de su transformación, y de su extinción. Por mucho que posteriormente hayan otros aportes, también individuales, que contribuyan a la expansión y diversificación de esas creencias.

Resumiendo diremos que, una forma cultural cualquiera constituye un modelo de relación social, basado en la coexistencia consensuada entre creencias diferentes, las cuales norman las relaciones y las actividades de los individuos dentro de esa comunidad. El predominio de ciertas expresiones concretas dentro de cada cultura, representarán el balance de poder de cada creencia en particular.

Como toda cultura se estructurará en torno a lo que sus integrantes imaginen y crean, es decir, surja de la combinación de múltiples elaboraciones mentales individuales, sus fundamentos serán tan abstractos como las ideas en que se base, aunque aquellos tengan su origen primigenio en la observación de fenómenos reales o naturales. Las obras materiales desarrolladas en el contexto de las creencias de esas culturas, sólo tendrán pleno sentido para ellas mismas y para quienes las comprendan y compartan.

Sergio Aranda Klein
Santiago – Chile
enero 2009










6-   Proyecto
                                                              Última modificación el 10 de septiembre 2010


PROYECTO:
DESARROLLO DE LAS HABILIDADES MENTALES HUMANAS EN UN ORGANISMO ARTIFICIAL.


Debate de estos y otros temas relacionados con la filosofía acerca de la mente en:google groups "filosofícamente"Dirigir sus correos a:
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1 - Introducción.

La idea de este proyecto es la de poner a prueba una serie de nuevas hipótesis que explicarían los procesos orgánicos que dan origen al aprendizaje y a una larga serie de fenómenos mentales humanos. De confirmarse experimentalmente estos supuestos ello implicaría un cambio en los paradigmas relacionados con las conductas humanas, en particular con el proceso de aprendizaje.

NOTA IMPORTANTE: En este trabajo los términos percepción y sensación difieren de los comúnmente aceptados, en el sentido de que nosotros relacionaremos la percepción directamente con la obtención de la señal sensorial, y la sensación con el efecto orgánico que produce esa señal. Nuestras hipótesis sostienen que éste efecto orgánico o sensible proporcionará toda la información necesaria para ejecutar los procesos mentales, los cuales serán estructurados posteriormente mediante el proceso de pensar.



2 - Descripción del proyecto.

Proponemos la construcción conceptual y/o física, en términos de desarrollo de algoritmos y/o mecanismos, de un organismo virtual que sea capaz de ejecutar todas las funciones que creemos son necesarias, para reproducir en un ente artificial los principales procesos que conduzcan, al aprendizaje por cuenta propia, a la creación del conocimiento, y a su uso en la resolución de problemas.

El organismo virtual que planteamos es desde luego uno simplificado, esto significa que no reproducirá todos los procesos orgánicos sino sólo aquellos, y en términos simples, que estimamos son necesarios para el propósito de nuestro objetivo.

Siguiendo las premisas de nuestras hipótesis, el aprendizaje y por tanto el conocimiento se adquirirá en virtud de la operación de una serie de procesos anteriores a él. Estos procesos o pasos previos son coherentes con la concepción de un organismo como un todo, en el cual nada es casual o suntuario. Desde esta perspectiva no podremos ignorar ningún detalle en la comparación con las funcionalidades conductuales humanas puesto que todas ellas contribuyen a la formación del conocimiento.

El que nuestro organismo sea artificial no significa que pueda escapar a la lógica del funcionamiento de lo vivo, todo lo contrario, no existe organismo alguno en que sus funciones carezcan por completo de sentido dentro del total de su operación, ya sea que evolutivamente correspondan a factores recesivos o plenamente funcionales. (parráfo modificado el 12/08/2010)

Entonces, el hecho de que nuestro interés sea el de recrear los mecanismos particulares de los procesos mentales humanos, no significa que podamos lograrlo sin reproducir al mismo tiempo algunas de las funcionalidades biológicas más importantes, que nos han llevado a desarrollar evolutivamente las capacidades que queremos reproducir.

Hasta ahora uno de los grandes impedimentos en el avance de la Inteligencia Artificial es suponer que la inteligencia es algo independiente del resto de las funciones orgánicas. Por el contrario el aprendizaje y la inteligencia depende de tantos factores y tan sensibles que ni siquiera se desarrolla del mismo modo en todos los seres humanos.

Cualquier ser humano posee una capacidad nominal de procesamiento de información infinitamente superior a la de cualquier sistema artificial actual, y aún así, esto por sí sólo no es determinante a la hora de lograr la eficacia buscada. De hecho personas de reconocida inteligencia no serán igualmente hábiles ante cualquier problema, sino particularmente ante los que sean de su especialidad. Estas situaciones son un indicio de que la capacidad de procesamiento mental representa sólo una parte del problema.

La inteligencia como una habilidad particular, dependerá precisamente de las condiciones objetivas en que se lleven a cabo determinadas funciones orgánicas relacionadas con el aprendizaje. La capacidad de aprender siempre estará asociada a los resultados personales frente a determinadas operaciones comunes a todo individuo de la especie, y por lo tanto habrán tantas variantes en el aprendizaje como organismos hayan, al igual como ocurre con muchas otras características fisiológicas. Las aptitudes de cualquier organismo artificial dependerán entonces del tipo particular de configuración con que sea desarrollado para reaccionar al entorno. La definición de estos parámetros le proporcionará una variante única de capacidad de aprendizaje. Esto implica que el tipo de habilidades que logre no cubrirán todo el espectro que abarcan las múltiples aptitudes humanas sino que una particular y circunscrita a determinadas áreas de interés.

Las múltiples inteligencias humanas son en muchos casos excluyentes, esto significa que existirán habilidades no compatibles en cuanto difieren en la forma de obtener y procesar los resultados de los procesos perceptivos, entonces cualquier intento de reproducir los efectos de los procesos mentales, pasa por definir variables que son anteriores a la percepción y al registro nominal de información. Nuestra solución a este problema constituye una de nuestras más importantes hipótesis.

La información y el conocimiento que los seres vivos son capaces de adquirir y procesar, representan el universo de sus intereses y preocupaciones, y será tan objetivo como a ellos les parezca, sin que eso implique necesariamente que sean o deban serlo respecto de cualquier otra cosa de la realidad.

Todos los proyectos anteriores en IA suponen que el valor de la información de algún modo es independiente del individuo, que es posible objetivarla al margen de intereses personales. Pues bien lo que nosotros sostenemos es que sólo el individuo puede darle la categoría de información al conocimiento, y esto en virtud de sus intereses y necesidades. Por otra parte, la habilidad manifiesta de los seres humanos de retransmitir información que no ha sido creada por ellos, sólo puede interpretarse como una predisposición a la comunicación en el contexto de un paso más dentro de los numerosos necesarios para lograr un objetivo final, pero ello no necesariamente implica la operación de una capacidad creativa.

Hasta ahora el único interés presente en las máquinas actuales es el de sus propios diseñadores. Si una máquina (real o virtual) no tiene razón alguna para emprender independientemente una búsqueda y evaluar sus resultados en términos de hallar una mejor solución, en función de sus propios procesos, entonces no hará nada que pueda asociarse a algún proceso deductivo original.

Del mismo modo que un individuo podrá repetir mecánicamente una instrucción precisa sin entender ni compartir su razón o significado, una máquina podrá hacer lo mismo, sin que en esta operación hayan entre ambos diferencias cualitativas importantes. La enorme diferencia es que el operario sí podrá hacer otras muchísimas cosas por iniciativa propia, debido a que “siente” y "entiende" la importancia que estas tienen para él mismo.

Así pues, ningún proyecto que utilice bases de datos que no significan nada para quien las procese, puede desencadenar algo semejante al conocimiento humano como resultado de la experiencia.

Digamos que un organismo por muy virtual que sea deberá tener interés o necesidad propia por conseguir o averiguar algo, de lo contrario no habrá ninguna razón para que explore y aprenda.

Es cierto que esto parece muy, pero muy difícil de lograr. Nuestra máquina tendría que aprender muchas cosas, y así es realmente, pero nuestras propuestas no se basan en el uso de las clásicas bases de datos expertas, sino que lo hacen a partir de un nuevo paradigma, cual es, la construcción por parte de su propio sistema, de los datos e información desde cero, de modo análogo a como lo hace un niño recién nacido.

Finalmente hay que hacer notar que más que la inteligencia como abstracción, lo que efectivamente encontraremos serán actos creativos puntuales que llamaremos inteligentes, pero estos conforman una pequeña parte del total de la actividad de un individuo.



PRINCIPIOS GENERALES

3 - El valor de la percepción. (de la señal sensorial)

Este proyecto bien podría parecer de ciencia ficción o una utopía si no fuese porque creemos haber identificado claramente los principios orgánicos que dan origen al aprendizaje, a la formación de la memoria adquirida, y al pensamiento, aparte de otros fenómenos relacionados.

Lo que hemos descubierto en realidad no es algo tan exótico ni difícil de entender y de reproducir, se trata de un principio tan omnipresente que por obvio ha sido pasado por alto sistemáticamente. No obstante conjugar su operación con otros procesos sí que ha demandado más trabajo e imaginación.

Existe un elemento conductual presente en la mayoría de los animales que si bien es considerado de muchas maneras no se asocia directamente con el aprendizaje, siendo que es su principal mecanismo, y este es, el de la discriminación.

La discriminación como elección implica que deben existir parámetros de comparación muy profundamente arraigados en la operación orgánica, puesto que de otro modo, si no eligiésemos, toda alternativa ante cualquier cosa daría lo mismo.

Por ahora nos centraremos en explicar donde y cómo creemos que operan los procesos que hacen posible la discriminación. Sus posibles orígenes y la diferencia sobre como podría operar en otras especies la dejaremos para más adelante.

Probablemente parezca que hemos retrocedido mucho en la búsqueda de los fundamentos de lo que queremos lograr, y sin embargo la relación causal entre la creación de la información y el aprendizaje, opera de modos que en verdad no son intuitivos, justamente por la multiplicidad de relaciones orgánicas que implica.

El primer dato duro de nuestras hipótesis es que los mecanismos de discriminación no son aprendidos, provienen por tanto desde la configuración genética. Ellos se hallan en los valores de activación de las neuronas, y esto significa que nuestra forma de interpretar la información perceptible estará configurada desde el nacimiento en la memoria genética. En palabras muy simples, nuestros gustos y aversiones estarán definidos desde antes de nacer. Sin embargo las sensaciones que originan dichos gustos, no las conoceremos hasta que ellas sean activadas por medio de la percepción, y recién entonces, se registrará (automáticamente) en la memoria adquirida una referencia de los objetos que las activen. De esto se deduce que lo estimulante serán aquellos elementos o situaciones, cuyas particularidades perceptivas coincidan con funciones predefinidas genéticamente. Así que en estricto rigor no existen los estímulos externos per se, puesto que la capacidad de estimulación le pertenece al organismo y no a los objetos externos, aunque dichas capacidades hayan sido modeladas o condicionadas por la relación con estos objetos a lo largo de la evolución. (párrafo modificado el 11/08/2010)

Luego, como los valores iniciales de reacción y respuesta a la percepción formarán parte de la memoria genética, serán justamente los que tendremos que definir y construir para reproducir esta memoria básica en nuestro organismo virtual.

Ahora bien, no es tan simple ni rápido, porque cada neurona no sólo posee un valor de activación o de reacción, que es el necesario alcanzar mediante la percepción, para que transmita una instrucción, sino que además esa instrucción o respuesta generará un “grado de alteración orgánica” o sensación que es en definitiva lo que provocará un movimiento o una conducta. Dicho de otro modo, la reacción dispara el “interruptor” que da paso a la generación de una respuesta que sentiremos como una sensación. (peso de las conexiones neuronales)

Cada neurona cerebral, (o grupos de neuronas) relacionada con la generación de una sensación correspondiente a algún sentido, poseerá un valor particular de reacción y de respuesta dentro de determinados rangos, Entonces el potencial o nivel de respuesta dependerá de la posición de estos valores dentro del rango. (la intensidad de la sensación será proporcional al valor de gusto [o disgusto] y probablemente a la permanencia del recuerdo)

Estas diferencias entre cada tipo de respuesta determinarán nuestra preferencia por la percepción de determinadas señales, y esto redundará en que nuestras búsquedas exploratorias se encaminarán “naturalmente” hacia ciertos objetivos, otorgándole a está percepción particular un valor significativo. Este principio de discriminación o valoración de los objetos perceptibles será el comienzo del proceso de aprendizaje.

Las respuestas de las neuronas, en términos de sensaciones, no explican del todo como es que ellas conducirán a los individuos. La cuestión es que toda sensación será categorizada instintivamente en términos de gustos* (o disgustos). Es decir, toda sensación implica necesariamente una valoración subjetiva, dentro de ciertos límites. Luego, serán las respuestas en términos de gustos, lo que realmente impulsará a los individuos a generar conductas, ya sea buscando la prolongación de su obtención, o alejandose de las fuentes que los provoquen.  (párrafo modificado el 12/08/2010)

* Los conceptos de gusto y gustos los usaremos en adelante como indicativos de preferencias o grados de placer y satisfacción y sus opuestos, respecto de lo percibido por cualquier sentido, e incluso, como valoración de los recuerdos y las ideas.

Un elemento de memoria que representa un gusto no constituye por si mismo una regla sintáctica, ni tampoco es en rigor un objeto simbólico, sin embargo podrá transformarse en uno mediante su comparación con otros registrados en la memoria adquirida. Un elemento de gusto representa simultáneamente lo percibido y su valor. Ejemplo, para el organismo una naranja ES la relación entre sus componentes sensibles como, su color, forma y sabor, y no una cosa que TIENE tales características, puesto que el organismo a través de los sentidos no percibe "cosas" sino realidad (por muy fragmentada o parcial que sea). Los "objetos" y las "cosas" (las abstracciones en general) son productos mentales posteriores. Entonces, literalmente un valor de gusto ES la descripción orgánica de un elemento perceptible.

Todo lo anterior lo resumiremos diciendo que serán los gustos finalmente el mecanismo discriminador. A esto tan simple y tan obvio se reduce el análisis funcional que hemos detallado hasta aquí.

Se entiende entonces que cualquiera sea el sistema en que sean aplicados estos principios operacionales, deberá poseer mecanismos de percepción que puedan proveer señales sensoriales equivalentes a las humanas. Ya que como hemos insistido, la construcción de la memoria adquirida depende totalmente de las reacciones a la percepción.

Ahora bien, ya tenemos los gustos y su capacidad intrínseca de ser medios de discriminación, lo siguiente es analizar cómo estos participan en la construcción de la información.



4 - La información.

Hasta ahora hemos visto como al operar la memoria genética, por medio de la percepción y las reacciones y respuesta que provoca, damos origen a una nueva información que recoge los aspectos más “interesantes” del entorno y los objetos que contiene, todo ello simplemente por la vía de la discriminación.

El conjunto de estos nuevos valores significativos activados (o una referencia de ellos) comenzarán a formar, o llenar la memoria adquirida, la cual creemos que está literalmente en blanco antes de nacer.

La memoria adquirida contiene todo lo que nos hace humanos, puesto que toda la "información" que podamos guardar y recuperar será aquella que se encuentre exclusivamente en esta memoria y no en la genética, la cual solo puede activarse por medio de la percepción. Digamos que es imposible conocer la información genética que da origen a una sensación particular, hasta que ella sea activada por medio de la percepción, por mucho que la capacidad para experimentarla, haya estado potencialmente presente desde el principio en ésta memoria. Por el contrario la memoria adquirida podrá ser revisada una y otra vez en forma voluntaria o involuntaria por medio del pensamiento. (más adelante aclararemos el alcance de esta voluntariedad) Ejemplo del funcionamiento de los valores genéticos: los valores de reacción al sabor picante, o a cualquier otra cosa, están presentes desde el nacimiento en la memoria genética, sin embargo no tendremos recuerdos de ellos hasta probar algún objeto externo que los active, recién entonces, los valores que representan estas sensaciones generarán una referencia que quedará registrada en la memoria adquirida. Este hecho constituye una prueba de la separación absoluta de la memoria genética de la adquirida. (párrafo modificado 11/08/2010)

La formación de la memoria adquirida se produce a partir de la fijación de referencias de los valores de sensaciones desde la memoria genética. Tal vez se entienda mejor con un ejemplo: si al contemplar por primera vez el color azul nos resulta particularmente agradable, esa sensación quedará registrada en nuestra memoria adquirida mediante la creación de un enlace y la fijación de un valor de gusto en una nueva neurona (o elemento de memoria) que se encontraba carente de valor de respuesta definido o desconectada. Esta misma referencia será utilizada sucesivamente en la construcción futura de la mayor parte de todos los objetos que contengan este color, de modo sistemático y progresivo. (Es posible que una sensación sea la reacción fisiológica a la creación de un elemento básico de memoria)

Entonces por medio de un proceso asociativo se irán construyendo sub redes, dentro de la red general, que partirán siempre desde los valores de respuesta genética de los elementos perceptivos significativos correspondientes a cada sentido. (o una referencia de ellos, desde la ubicación más cercana). Esta red de relaciones aumentará en complejidad en la medida en que cada nuevo objeto percibido contenga referencias a los valores de otros sentidos, y de otros recuerdos que contengan el mismo tipo de referencias. El crecimiento exponencial de estas relaciones y asociaciones permitirá la ubicación de un recuerdo u objeto particular como parte de un entramado complejo.

Los recuerdos de objetos complejos y situaciones concretas, estarán constituidos mediante enlaces que relacionen el conjunto de elementos básicos de memoria que los definan, formando sub redes dentro de la misma red general, y probablemente con alguna referencia temporal. Ejemplo, la formación del recuerdo de una camisa roja particular, contendrá enlaces a las sensaciones de color, de textura, de olor, y probablemente también a los recuerdos de otras camisas, de situaciones en que las hayamos usado, etc. etc. Es muy posible que los enlaces de la sub red que representa la camisa nueva, lleven implícito en su creación una referencia temporal.

Tal vez parezca que esta proposición podría dar lugar a infinitos elementos de memoria, y en realidad no es tal. Primero, porque no toda percepción generara recuerdos. Segundo, porque la mayor parte de los objetos percibidos que se encuentran en la memoria adquirida se repetirán en la realidad infinidad de veces. Tercero, lo que con el tiempo aumentará hasta llegar a un limite, serán las relaciones entre los componentes de los recuerdos y no necesariamente entre los recuerdos mismos como un todo. Para explicar mejor las consecuencia de nuestro enfoque vamos a hacer una analogía entre una paleta de colores y un conjunto de dibujos elaborados con ella. En nuestra propuesta cada dibujo es el resultado de construir una red de relaciones partiendo desde la reacción sensible a cada color individual perteneciente a ese dibujo particular. Las referencias de esos mismos colores serán utilizadas una y otra vez por medio de la red en todos los dibujos en que estén presentes, ello implica que los dibujos no existirán como unidades de memoria cerradas, sino esencialmente como un conjunto de partes unidas por relaciones o sub redes de conexiones neuronales. Luego, en este esquema se podrán construir infinitos dibujos relacionados constructivamente entre si, sin variar  para nada el número inicial de colores, y sin más información adicional que la del propio mérito de los valores de sensaciones contenidos en ellos.

Este enfoque es radicalmente diferente de aquel que supone que cada dibujo constituye una unidad cerrada de memoria, en la cual las relaciones entre cada uno estarán dadas por las temáticas u otras referencias interpretativas o conceptuales. Esta concepción sí requiere información adicional a los recuerdos mismos para poder establecer relaciones entre ellos, puesto que al prescindir de rutas constructivas que vinculen los elementos comunes desde su formación, requerirán la existencia de otra “cosa” que pueda relacionarlos, y resulta absurdo pensar que estas sean otros recuerdos, puesto que ello implicaría una circularidad de recuerdos sucesivos, en que cada uno en necesario para explicar el anterior.

Entonces, como los recuerdos estarán formados por elementos perceptivos significativos en grados variables, podemos concluir que en todos estarán presentes nuestros gustos, (o disgustos) ya sea que se trate de una situación percibida o de una idea compleja construida con ellos, nada muy extraño si lo pensamos bien, aún en las más “racionales” construcciones mentales.

Tal vez sea difícil imaginar que algo tan simple como los elementos de gustos pueda dar origen a construcciones de recuerdos complejos, pero la verdad es que no se trata de pocos valores, ya que cada sentido proporcionará elementos significativos, así que finalmente todo recuerdo equivaldrá a un arreglo o composición dada por la interacción sobre un mismo objeto de las diferentes respuestas sensoriales.

Cuando describimos cualquier objeto lo que en verdad estamos haciendo es exteriorizar los tipos de señales sensoriales con los cuales construimos los recuerdos en la memoria adquirida.

Este enfoque resuelve varios enigmas. Primero, explica el origen de la capacidad de reconocimiento de cualquier objeto a partir de la percepción de sus partes, que es exactamente lo que ocurre cuando identificamos algo que nos induce a “suponer” el total. El siguiente problema que resuelve, es que la asociación entre recuerdos o ideas no respeta necesariamente una temática específica, sino esencialmente valores sensoriales, particularmente los más significativos, como por ejemplo, olores, sabores, colores, formas, texturas, etc. y sus combinaciones (resulta en extremo evidente que un olor nos puede recordar infinidad de cosas o situaciones que no tienen nada más en común) También nuestra propuesta da cuenta de porqué solemos recuperar los recuerdos sesgadamente, ignorando, disminuyendo y agrandando algunos aspectos de los mismos. Y quizás las cuestiones más importante que explican estas hipótesis son que, por una parte, nunca jamás podremos recordar todo lo perceptible dentro del rango de percepción, (en un mismo y único evento) y por la otra, toda percepción siempre será subjetiva respecto de las relaciones implícitas en la realidad percibida, puesto que ésta es la condición esencial que impone la operación de cualquier mecanismo discriminador, en particular uno basado en las sensaciones y los gustos. Luego, podemos afirmar que no hay verdad o falsedad en la realidad de lo percibido, sino que serán las propias percepciones en tanto reacciones físico químicas lo único verdadero o real para quien las perciba. (la verdad propia)

En este contexto y para los fines de nuestro proyecto parece que es imposible predecir cómo una pequeña variación en el grado de gusto inicial (o peso de las conexiones neuronales) podrá afectar posteriormente todo el esquema de relaciones mentales de un individuo, pero es una situación que habrá que probar alterando los rangos de reacción y respuesta predefinidos.

Es muy importante señalar que todo evento perceptivo o de atención tiene un principio y un final. Estos rangos temporales deben ser considerados en la construcción de la red la cual probablemente avance en una dirección definida, mediante un orden secuencial. Tal vez por esta misma razón sea importante el sueño, el cual permitiría consolidar los recuerdos y establecer las secuencias correspondientes a un cúmulo de eventos perceptivos.

Sin embargo el factor temporal más importante está relacionado con la consecución del objetivo que origina la exploración del entorno. Puesto que los gustos por si mismos no son necesariamente impulsores de conductas si antes no hay una necesidad más básica que cumplir, e idealmente, cumplir en forma agradable.



 

5 - El principio motor.

En nuestro análisis no hemos partido siguiendo un orden secuencial estricto, puesto que el problema que nos ocupa no tiene un comienzo propiamente que podamos identificar claramente, y esto es así porque literalmente el origen de cualquier organismo y de nosotros mismos se halla muy lejos en el tiempo, alrededor de 2.000 millones de años atrás.

La secuencia orgánica que nos dado vida a cada uno no se ha detenido nunca, todo cambio y evolución se ha producido sobre la marcha de los linajes exitosos.

No obstante, el origen de determinadas funciones específicas en un organismo es posible individualizarlas a partir de su operación concreta. Un bebé comenzará a relacionarse con el exterior desde el preciso momento de su interacción con él, aún cuando, por una parte, su organismo ya ejercía funciones independientes, y por la otra, su capacidad de relación con el medio estará limitada por la falta de desarrollo de muchas otras funciones orgánicas.

Pues bien, tanto en el bebé como en cualquier organismo, y por supuesto en el que crearemos, el comienzo de toda actividad sobre el medio, responde a la necesidad de satisfacer requerimientos orgánicos. Sin estos requerimientos simplemente no hay movimiento alguno, y por lo tanto tampoco aprendizaje.

La activación de estos requerimientos radica en el funcionamiento de los propios órganos, ellos le comunicarán al resto del organismo su necesidad de obtener algo del entorno, como por ejemplo alimento, o bien hacer algún movimiento, como por ejemplo rascarse. Estas situaciones serán transmitidas a través de los neurotransmisores de modo análogo a como los mecanismos sensoriales externos identifican los objetos, es decir mediante la producción de sensaciones de origen interno , o estados de alteración. (hemos dejado fuera otras funciones orgánicas no relacionadas directamente con los procesos mentales, como por ejemplo la respiración)



6 - Requerimientos orgánicos.

Hasta aquí hemos mencionado dos memorias, una genética y una adquirida, pues bien, esta es una simplificación que hasta ahora nos ha servido para explicar lo medular, pero que vamos a tener que ampliar y complicar un poco más, porque la comunicación y la transformación de requerimientos orgánicos en acciones ejecutables hace imperativa la existencia de otras instrucciones que permitan relacionar al organismo consigo mismo y con el exterior. Estas nuevas instrucciones las ubicaremos en diferentes memorias, todas de origen genético.

Por elementos de memoria genética (o instintiva) entenderemos toda instrucción que active una respuesta orgánica que no requiera de aprendizaje, el pensamiento, ni la operación de la memoria adquirida, las cuales comúnmente asociamos con los movimientos reflejos, las sensaciones internas, y algunas respuestas conductuales que identificamos propiamente como instintivas, como por ejemplo las respuestas ante el miedo, ante la atracción sexual, ante una sorpresa, etc. Por nuestra parte hemos identificado e incluido además, las que provocarán las sensaciones externas y también las responsables de los movimientos básicos.

No obstante que no conocemos el grado de relación entre estas memorias genéticas ni su evolución, vamos a proponer a grandes rasgos una primera división basados en la funcionalidad que creemos cumplen.


Grupos de instrucciones contenidas en la memoria genética relacionados con las conductas:
    1- Respuestas instintivas específicas.

    a - Sensaciones internas. (sensaciones de origen interno)

    b - Movimientos. (instrucciones para movimientos básicos o simples)
 
    c - Conductas reflejas. (conjuntos de instrucciones programadas genéticamente,
          orientadas a la ejeción instintiva de acciones específicas)
Las respuestas instintivas específicas, son instrucciones imperativas que no dependen de la voluntad ni del pensamiento, por lo tanto su activación no está sujeta a ningún tipo de evaluación mental, por el contrario dependen totalmente de los requerimientos orgánicos internos. No obstante estarán relacionadas también con el entorno y la percepción pero de modos automáticos. Por ejemplo, algunas conductas reflejas requieren de una percepción del exterior para ser activadas, pero no una evaluación mental, es decir que se disparará automáticamente en forma inmediata e incondicional por el propio mérito o configuración genética de los valores sensoriales percibidos, como por ejemplo, ante el pinchazo de una aguja. (Toda conducta compleja puede estar compuesta por un conjunto de acciones de diferente origen, es decir, tanto sensaciones internas, como reflejas, y aprendidas, ejemplo, ir al baño y todos los pasos que implica)
Por otra parte las sensaciones internas aún cuando también corresponden al grupo de respuestas instintivas específicas pueden no desencadenar una conducta inmediata, pero su activación generará una condición de stress progresivo (urgencia creciente) hasta que sea satisfecho el requerimiento que la originó, por lo tanto, la satisfacción de una sensación interna es vinculante con los procesos orgánicos internos. Las sensaciones internas a diferencia de las conductas reflejas podrán ser registradas en la memoria adquirida, luego será posible “recordar” los valores de sensaciones internas, como por ejemplo, el hambre, el frío, el dolor, etc. (sin embargo estos recuerdos son posiblemente mucho más débiles o difusos que los provocados por las sensaciones externas)
Es posible que debamos incluir consecuentemente la existencia de órganos sensoriales internos, del mismo modo que lo hacemos respecto de los externos, puesto que no toda función orgánica interna provoca sensaciones y las que si lo hacen generan conductas y recuerdos. Así pues, algunos de los "sentidos" internos serán los relacionados con la temperatura, el hambre, el dolor, el sueño, el cansancio, etc. Ya que la operación normal de otros mecanismos no provocan sensaciones sino que funcionan "insensiblemente", como por ejemplo el del equilibrio, la digestión, e incluso el propio funcionamiento del cerebro. Hay que recordar que son muchos los fármacos destinados a la supresión de diferentes sensaciones internas, particularmente respecto del dolor.


    2- Respuestas instintivas inespecíficas.

    a- Sensaciones externas. (Sensaciones provocadas por la percepción de
          elementos externos)
Las instrucciones que provocan la respuesta de sensaciones a las percepciones externas son de origen genético y por lo tanto no son aprendidas, pero a diferencia de las anteriores su operación no provocará necesariamente ninguna conducta inmediata. Es justamente está propiedad la que servirá para utilizarlas como elementos de evaluación de lo percibido en términos de gusto. Las sensaciones externas no están asociadas a ningún patrón de conducta definido estricta o específicamente, y por ello las hemos llamado inespecíficas. Los valores de sensaciones externas una vez activados se transformarán en el “lenguaje” en con el cual quedarán registrados los recuerdos en la memoria adquirida. Las sensaciones externas son entonces esencialmente recordables. (Las respuestas de gusto variarán entre una persona y otra)

La independencia de los valores de sensación externa respecto de los procesos orgánicos o metabólicos hará que sus valores no sean vinculantes con dichos procesos. Digamos por ejemplo que encontrar bella (o fea) una flor o un paisaje, en nada afecta el funcionamiento orgánico, salvo por la sensación misma de agrado (o desagrado), que es justamente el producto orgánico de esta función.Todos los valores de respuestas correspondientes a instrucciones genéticas deber·n ser supuestos y programados en nuestro sistema artificial.

Todos los valores de respuestas correspondientes a instrucciones genéticas deberán ser supuestos y programados en nuestro sistema artificial.



7 - Memoria adquirida.

El funcionamiento conjunto de las memorias que hemos visto es complejo, en el sentido que se interrelacionarán de más de un modo.

Para que la memoria adquirida (los recuerdos) juegue algún papel en la ejecución de conductas, deberá relevar o complementar en parte las instrucciones contenidas en la memoria genética, en cuanto a orientar las búsquedas que aquellas generen, en la satisfacción de los requerimientos que las activan. En esto precisamente consiste el aprendizaje, en proporcionar rutas nuevas en la búsqueda de alternativas y/o soluciones.

Resulta una consecuencia que se desprende de nuestras hipótesis, que las referencias contenidas en la memoria adquirida no tienen carácter vinculante con ningún otro proceso orgánico más que con su propia generación, es decir, es cierto que la memoria adquirida se obtiene gracias a la operación de las respuestas instintivas inespecíficas (sensación externa), pero, su existencia o no, no es impedimento ni condición indispensable para que el organismo siga funcionando. Tampoco el hecho de que una percepción sea más gustosa o placentera, significa que el elemento perceptible que la provoque, sea necesariamente el que el organismo necesite. Por lo tanto, todo el contenido de la memoria adquirida es independiente o accesorio de las funciones metabólicas. Esta situación desencadenará varias cosas importantes. Primero, producirá el efecto de una dualidad entre la operación del organismo y la de la propia memoria. Segundo, el pensamiento en tanto proceso de búsqueda en la memoria, podrá establecer relaciones entre recuerdos que no se condicen necesariamente con los requerimientos directos que el organismo debe satisfacer. De ahí en más se generarán las condiciones para la emergencia de un yo distinto del relacionado directamente con los procesos metabólicos, por esta razón llamaremos a este yo independiente “yo inorgánico”, cuya operación estará radicada en las funciones relacionadas con la memoria adquirida y los recuerdos que contiene, como por ejemplo, el pensamiento, la conciencia, las ideas, etc.

La forma en que la memoria adquirida complementa a la memoria genética, se manifiesta en un proceso muy poco comprendido, y que según nosotros es clave en el funcionamiento de los seres humanos. Este proceso es el pensamiento, y se produce en el acto de ejecutar una búsqueda y evaluación de cualquier referencia en la memoria adquirida que pueda ser de ayuda o guía en la satisfacción de un requerimiento orgánico o de un gusto.

Es importante hacer notar que en todo organismo podrán ser muchos los pasos necesarios para la obtención de algo, tantos que, entre el comienzo y el final de una búsqueda concreta podrán trascurrir días, meses y tal vez años. Así pues no debe extrañar que el aprendizaje de cosas tan exóticas como por ejemplo investigaciones neurológicas, puedan ser comprendidas simplemente como pasos de una actividad que finalmente permitirá la obtención de un sueldo (aparte de la satisfacción de lograrlo haciendo lo que gusta o causa placer) y por lo tanto del cumplimiento de requerimientos orgánicos. El nivel de complejidad de los pasos para obtener algo no tiene ningún limite, salvo que quien lo ejecute no olvide en el camino para que hace lo que hace. (Esto es válido en las búsquedas ejecutadas por cualquier especie, para una araña sería fatal que "olvidara" a medio camino para que está haciendo la red)

La memoria adquirida es un recurso orgánico como cualquier otro, (a pesar de que el yo que genera lo hayamos llamado "yo inorgánico") que registrará mecánicamente las sensaciones más importantes las que luego servirán de patrón de conducta. No obstante las instrucciones de origen genético o instintivas regularán de diversas maneras todas las partes de este proceso.



8 - Las búsquedas.

La búsqueda es una función instintiva de origen orgánico poco considerada, y sin embargo es inherente y consustancial al funcionamiento de lo vivo, en la medida que toda necesidad deberá satisfacerse mediante la obtención de algo que pocas veces estará automática y permanentemente disponible en el medio externo inmediato. Incluso las plantas deberán buscar el agua extendiendo sus raíces, o la luz solar mediante el crecimiento y orientación de su follaje.

La búsqueda es uno de los motores más evidentes de relación con el medio, este es el primer paso para relacionar física y activamente a un organismo con su exterior. El la naturaleza los procesos de búsqueda dan origen a la adaptación, a la competencia, y por lo tanto a la evolución. (Una vez más insistiremos que no son los llamados estímulos externos los motores de nada, sino las propias necesidades del organismo, las cuales le indicarán aproximadamente las características perceptivas que debe tener lo que necesita conseguir o que podría utilizar)

La forma de realizar las búsquedas y sus objetivos estarán directamente asociados a las capacidades orgánicas y fisiológicas del organismo que las emprenda. De esta intima relación emergerán las conductas que caracterizarán a cada especie. El ser humano ha desarrollado evolutivamente la capacidad de recordar y pensar, como procesos básicos e imprescindibles para lograr el aprendizaje de conductas que le permitirán una mayor eficiencia en sus búsquedas y por lo tanto mayor adaptabilidad. (el pensar es indispensable para aprender, pero no necesariamente para sobrevivir, por lo tanto se puede pensar o aprender mucho o poco y sobrevivir igual)

En consecuencia, cualquier organismo incluido uno artificial o virtual debe disponer de alguna capacidad para buscar y obtener lo que necesita dentro de un universo cambiante, compuesto por objetos diversos.

Sí un mecanismo dependiera exclusivamente de una señal sonora para conseguir algo que le falta, difícilmente podría aprender algo más que reconocer ese sonido. El aprendizaje humano requiere la solución de variados problemas, así que estirar la mano para conseguir lo que se necesita no permitirá más aprendizaje que los movimientos necesarios para ejecutar esa acción. (la destreza alcanzada para ejecutar una conducta o rutina no implica la extensión de esa habilidad para lograr otros propósitos)

La búsqueda será entonces el proceso indispensable para la exploración y la obtención de la experiencia y el conocimiento por medio de la prueba o comprobación.










9 - Búsqueda interna.

Hasta aquí hemos visto, cómo, cuando, y con qué, se construye la memoria adquirida, también consideramos las condiciones contextuales generales que deben darse para que se produzcan esos procesos, como son la existencia de requerimientos orgánicos internos y las búsquedas externas. Pues bien, está casi todo, ahora falta conocer el mecanismo que nos permitirá recuperar y utilizar los elementos de la memoria adquirida en la búsqueda externa.

Así como hay una búsqueda externa también habrá una que se realiza al interior del organismo, digamos que antes de buscar en el exterior tendremos que “saber” que cosas contenidas en él pueden servir para satisfacer los requerimientos internos, y la única manera de lograrlo es mediante un proceso interno de revisión y evaluación del contenido de la memoria adquirida.

En un primer paso la búsqueda interna estará orientada a reconocer mecánica y automáticamente en la memoria adquirida, las rutas conocidas o aprendidas que estén asociadas con soluciones anteriores para satisfacer el mismo tipo de requerimiento demandado por las sensaciones internas. Luego, la dirección de esta búsqueda será desde el interior hacia el exterior del organismo. Si no hay recuerdos previos, la búsqueda interna no proveerá datos y la externa se transformará en un proceso de exploración guiado por las percepciones y evaluado por las sensaciones. 

Cuando haya correspondencia entre lo se “siente internamente” con la “información” proporcionada por los recuerdos, simplemente se ejecutarán las conducta a que den lugar dichos recuerdos.

Una situación equivalente podrá ser provocada de modo inverso, es decir, desde el exterior hacia el interior, lo cual ocurrirá cuando por medio de la percepción se activen mecánica y automáticamente ciertos recuerdos que induzcan a seguir determinada ruta o conducta. Sin embargo hay que recalcar que esta segunda situación por no depender de la demanda de un requerimiento interno, no tiene “carácter obligatorio” o vinculante con los procesos orgánicos, sino que se seguirá por el gusto, satisfacción o conveniencia que provoque su recuerdo. Obviamente también ocurre la reacción opuesta, esto es “huir” de lo que se percibe y se recuerda como peligroso o desagradable. Sin embargo en ambos casos el principio de la operación es el mismo, la activación de una ruta o conducta conocida generada por la percepción.

Durante la búsqueda interna ocurrirá un segundo tipo de proceso cuando no pueda activarse automáticamente en la memoria adquirida una ruta específica conocida para satisfacer un requerimiento dado. En este caso operará el proceso del pensamiento, el cual permitirá revisar y evaluar recuerdos para construir con ellos nuevas rutas, las cuales una vez memorizadas podrán ejecutarse de modo automático. (en este caso, memorizar es el proceso de crear físicamente en la memoria adquirida los vínculos o conexiones entre los distintos recuerdos para crear o formar una conducta, ruta o rutina) (párrafo modificado el 11/08/2010)

Al igual que en el caso anterior el pensamiento podrá ser provocado por la percepción de elementos conocidos en contextos que induzcan a buscar nuevas relaciones entre estos y otros contenidos en la memoria. 

Mediante el pensamiento se revisarán y evaluarán únicamente las experiencias acumuladas, en la forma de recuerdos, seleccionando aquellos que sean útiles para complementar y reorientar conductas inicialmente instintivas. En este proceso la memoria adquirida actúa como un aditamento, un crecimiento o desarrollo evolutivo de una capacidad no necesariamente imperiosa, que se interpone entre la memoria genética y la ejecución de las instrucciones instintivas de búsqueda en el exterior.

Como ya hemos mencionado, el pensamiento podrá ser iniciado desde dos fuentes distintas. La primera, es la que estará motivada por las sensaciones internas, y llamaremos Pensamiento-requerimiento, la segunda será provocada por la percepción y las sensaciones externas, y la llamaremos Pensamiento-percepción.


10 - Pensamiento.

Pensamiento-requerimiento:

Es la búsqueda que opera sobre la memoria adquirida en el proceso de encontrar entre los recuerdos una ruta que permita satisfacer un requerimiento orgánico específico, o bien establecer para este propósito una nueva entre recuerdos existentes. Este tipo de pensamiento es funcionalmente “realista” en cuanto lo que se busca es objetivo, puesto que con el se pretenden hallar soluciones concretas para satisfacer necesidades reales, que son las que demandan las sensaciones internas. Luego la dirección en que opera el pensamiento-requerimiento es desde el interior hacia el exterior del organismo.

En la memoria adquirida se almacenarán también los elementos más significativos provocados por las sensaciones internas, aunque sin el grado de detalle y profundidad de los obtenidos por las sensaciones externas. En consecuencia el pensamiento-requerimiento relacionará los recuerdos provenientes de ambas fuentes, (sensaciones internas y externas) siendo los obtenidos por la percepción los que proveerán las rutas externas para satisfacer los requerimientos internos. De este modo el organismo siempre intentará satisfacer del mejor modo posible las necesidades orgánicas, sin embargo, a falta del recuerdo de rutas y de elementos suficientes como para construirlas, los requerimientos se satisfarán de modos reflejos. (los niños harán sus necesidades en cualquier parte hasta lograr reconocer una ruta alternativa memorizada, sin embargo y ante la ausencia de tales condiciones, como un baño, volverán a utilizar su recurso instintivo específico o reflejo. En general el último recurso ante cualquier problema es una conducta instintiva específica)


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11 - Pensamiento-percepción:

Esta búsqueda está dirigida a evaluar y encontrar relaciones entre los elementos que se perciben en el entorno y los que forman parte de la memoria adquirida, sin importar si estos elementos de memoria se encuentran asociados a rutas distintas, respecto de la que se está siguiendo. Esta es la forma más común de construir asociaciones mentales y por lo tanto, de crear ideas. A diferencia del pensamiento-requerimiento, este pensamiento no está necesariamente dirigido por la urgencia de instrucciones orgánicas específicas, sino también por la disponibilidad mental (distracción, o atención sobre lo no urgente) para hacer asociaciones entre lo que se percibe y lo que se recuerda. (mientras más apurado se está en ejecutar una ruta o rutina, menos se reparará en los elementos del entorno)  (párrafo modificado el 10/08/2010)

El surgimiento de esta búsqueda en la memoria se da en forma natural y espontánea cuando se perciben en el entorno elementos que no forman parte de la ruta o conducta que se sigue de modo automático. El pensamiento también será “voluntario” si la preferencia por determinada ruta induce a buscar nuevos elementos para hacerla más satisfactoria, un ejemplo de ello es este mismo trabajo y en general la mayoría de las rutas a las que se le agregan elementos. La búsqueda de la comodidad o confort es el ejemplo más claro de adición voluntaria de elementos agradables a una ruta o rutina.

Al igual como ocurre con el pensamiento-requerimiento, en el pensamiento-percepción no sólo se evaluará el contenido de la memoria adquirida en busca de recuerdos aislados, sino que también se crearán los vínculos y relaciones entre diversos objetos conocidos para elaborar con ellos las nuevas conductas, rutas, o rutinas, que finalmente serán ejecutadas de forma automática. Debemos insistir que no es mediante el pensamiento que se crean los recuerdos de objetos nuevos*, sino sólo relaciones nuevas entre elementos conocidos. Como hemos visto, el conocimiento de los objetos nuevos ocurre por medio de la operación de las sensaciones externas. Los recuerdos así obtenidos serán utilizados mediante el pensamiento, para establecer relaciones entre ellos, en un paso posterior que puede ser casi inmediato. De otro modo, sería imposible ejecutar tales relaciones, o utilizar los objetos cuyas características perceptibles no están en la memoria. Para redondear la idea, digamos que si no hay recuerdos de algo en la memoria de un individuo, ese algo no existe para él.  (párrafo modificado el 11/08/2010)

*Las ideas son el resultado de la vinculación mediante el pensamiento de diferentes recuerdos para construir con sus partes uno nuevo y distinto de los que puedan originarse mediante la percepción, es decir, un recuerdo ficticio. La construcción de un recuerdo ficticio o una idea da lugar a las sensaciones correspondientes a su formación, en forma análoga a lo que ocurre con los recuerdos originados por la percepción. Mientras más intensas son las sensaciones que produzca la construcción de esta idea o recuerdo ficticio, mayor será su duración e importancia conductual.

La acción de establecer estas relaciones estará dada por, el valor de gusto que se recuerda de los objetos percibidos en comparación entre los componentes de la ruta actual, y los valores de gusto de las rutas en que aquellos fueron originalmente incorporados. Debemos recordar que el valor de gusto de una ruta dependerá del valor de gusto promedio de los elementos de memoria que la conformen. Ejemplo, ir al colegio puede no ser tan malo si los compañeros y las actividades con ellos resultan agradables. Por otra parte, muchos elementos formarán parte de numerosas rutas, y serán incorporados en rutas nuevas con relativa frecuencia, como por ejemplo usar reiteradamente un mismo color en diferentes objetos. Del mismo modo, suicidarse podría no ser tan malo si con ello se espera acabar con una situación que se recuerda como sumamente angustiosa. (parece que queda claro que todo trabajo será aceptable en la medida que la ganancia o satisfacción de requerimientos o gustos sea mayor que las molestias que produzca realizarlo)

Otro ejemplo de construcción de una ruta a partir de elementos conocidos lo constituye el recorrido por primera vez de un lugar. En este caso se transitará con la prudencia (temor, timidez, todas respuestas instintivas específicas) de no saber como funciona cada cosa en él. Una vez reconocidas las partes y establecida la ruta en la memoria, la reiteración de los desplazamientos se ejecutará sin siquiera mirar los objetos en ella, incluso con los ojos cerrados, y esto es así porque cada movimiento en torno a cada objeto ha sido internalizado como un paso más dentro de la ruta o rutina.

Como todo elemento de memoria representa algún valor de gusto (o varios) las rutas o rutinas hechas con ellos también generarán diferentes grados de satisfacción, así será absolutamente normal que todo individuo tenga sus rutinas favoritas, las cuales incluyen hasta detalles tan sutiles como el uso de determinadas palabras o formas discursivas recurrentes (también argumentos e ideas)

En el mismo sentido podemos citar como ejemplo los juegos, los cuales no tienen más función que ejecutar una rutina por su valor de agrado mientras sobren energías para ello. Toda otra interpretación de los juegos es secundaria y determinada por reacciones instintivas específicas complementarias, que se activarán en función de la naturaleza de las condiciones del entorno en que estos juegos se den. En este sentido habrán juegos en que se desaten dosis extra de adrenalina o interés afectivo o sexual cuyos recuerdos pueden o no estar contenidos de la memoria adquirida, pero que en todo caso son producto exclusivo de las sensaciones internas. (no existe ningún juego instintivo específico, sino infinidad de adaptaciones en función de los medios disponibles, y estos dependen de su procesamiento en la memoria adquirida para ser desarrollados)

Una de las gracias de los juegos es justamente el que consten de partes cuyos resultados se desconocen y se intuyen (en función de recuerdos semejantes anteriores) como sensaciones agradables. Cuando un juego se transforme en una rutina aprendida dejará de proporcionar las sensaciones que lo motivaban, lo mismo ocurrirá cuando se pierda muchas más veces de las que se gane.

Finalmente será el pensamiento proveniente de la percepción el que de origen a las ideas, puesto que aunque lo percibido sea un mensaje oral o escrito, el contenido que representa, sólo podrá ser asociado u homologado mediante el pensamiento, revisando y evaluando (correcta o incorrectamente), los elementos de memoria de quien percibe. Es importante destacar que quien intenta entender un mensaje lo hará  haciendo la asociación (pensando) con sus propios y particulares elementos de memoria y jamás con los del emisor, puesto que ello es imposible.


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12 - El valor de las sensaciones en la construcción de elementos de memoria y su uso posterior.

Reiteradamente hemos afirmado que las rutas o rutinas construidas con elementos de la memoria adquirida podrán ser ejecutadas de modo mecánico y/o automático, pues bien esta aseveración parecieran ser contradictorias con lo sostenido antes en el sentido de que los recuerdos no tienen carácter vinculante, y por lo tanto todo aquello que puede ser automático son sólo las respuestas o conductas reflejas, que a su vez corresponden a instrucciones instintivas específicas.

Si bien es cierto que tal afirmación en principio parece una contradicción, resulta que efectivamente todo elemento de memoria conocido por medio de las sensaciones externas se transformará paulatinamente en un elemento reconocible inmediatamente, o de reconocimiento automático, en la medida que su recuerdo este más arraigado en la memoria. Digamos que mientras más fuerte es el recuerdo de ese objeto, menos sensaciones provocará, hasta que finalmente no provoque ninguna.

Esto implica que llegado el caso, estos recuerdos funcionarán de modo semejante a repuestas las instintivas específicas, es decir se activará por la sola percepción de los elementos de memoria que lo componen, sin la necesidad del pensamiento, y en ese momento adquirirá la funcionalidad propia de una respuesta del tipo reflejo.

En buenas cuentas la memorización de los pasos de una conducta, ruta, o rutina, permitirá ejecutarla automáticamente sin pensarla y sin “sentirla”, del mismo modo que no nos produce ninguna sensación particular el caminar o mover los brazos y dedos.

Esta situación es la más interesante y menos intuitiva de todas nuestras hipótesis, y sin embargo los ejemplos nos rodean. Todas las cosas que terminan por sernos indiferentes o simplemente pasar desapercibidas son aquellas de las que hemos adquirido un conocimiento tal, que las podemos reconocer sin sentir absolutamente nada, pero por otra parte constituyen la mayor parte del aprendizaje funcional. Reconocer una persona, andar en bicicleta, manejar, recorrer un trayecto rutinario, etc. no nos provocará nada, a menos que haya alguna variación que nos produzca una sensación nueva. (no obstante todo recuerdo de cualquier cosa conservará su particular valor de gusto asociado)

Nos parece que la situación comentada es poco reconocible porque se produce a través de largos periodos de tiempo. El aprendizaje comienza desde la infancia con algunos pocos elementos del exterior, justamente los más llamativos. Las sensaciones de aquellos primeros objetos las olvidaremos en beneficio del recuerdo permanente de los objetos que las causaron. En esta sucesión interminable de construcción de recuerdos, siempre será posible identificar muchas “primeras veces” que algo ocurrió, justamente por ser el momento de activación de una sensación que no conocíamos. (tal vez por esta misma razón funcionan las terapias que enfrentan al sujeto con lo que teme)

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13 - Conclusiones.

Puede que parezca que lo que hemos señalado constituye una receta para reproducir aproximadamente una mente humana, y de hecho es así. Lo que ocurre es que la idea de una inteligencia suprahumana no pasa de ser una ilusión. No existe ninguna inteligencia independiente de las facultades de un organismo concreto, así que la inteligencia humana es única y exclusivamente humana, y cualquier organismo que piense y actúe como humano deberá tener características similares a este, y es por esta misma razón que hemos tratado de desentrañar nuestras propias operaciones mentales.

Hasta aquí hemos descrito sucintamente algunos de los mecanismos que creemos más importantes para la creación de la información en la forma de recuerdos, para su procesamiento a través del pensamiento, y finalmente la formación de conductas mediante las búsquedas.

Cada uno de los aspectos mencionados tienen muchas más aristas de las que hemos descrito, sin embargo su identificación y enumeración es suficiente como para comenzar a armar el puzzle. Haciendo un recuento tenemos:

Datos que deben ser predefinidos o programados:

Datos o valores de memorias genéticas de respuestas específicas:

1- Sensaciones internas.

2- Movimientos básicos.

3- Conductas reflejas.

Valores de memoria genética de respuestas inespecífica:

1- Sensaciones externas.


Procesos considerados:

1- Activación de los valores de sensaciones internas o requerimientos, para transformarlos en instrucciones de búsqueda.

2- Búsqueda interior, pensamiento, evaluación de recuerdos previos respecto de las rutas exitosas en la consecución de objetivos similares seguidas con anterioridad. Si no hay recuerdos previos o ninguno que se ajuste, se sigue con la búsqueda exterior.

3- Búsqueda en el exterior de los elementos contenidos en la memoria adquirida y encontrados en búsquedas interiores. Si no hay referencias anteriores, la búsqueda será de exploración.

4- Evaluación sensorial y comparativa de lo que se busca con lo que se halla.

5- Registro en la memoria adquirida de todos los elementos significativos percibidos sensorialmente. (aunque no sea lo buscado)

6- Evaluación de lo que se encuentra respecto de la satisfacción de los requerimientos. (recordar que no hay relación necesaria entre lo que es significativo desde el punto de vista de las sensaciones con lo estrictamente necesario para satisfacer el requerimiento)



14 - Finalmente.

Esta diferencia entre la cantidad de información reunida y la necesaria para satisfacer el requerimiento será lo que en definitiva provea a la memoria adquirida de todos los recuerdos no vinculantes con la actividad orgánica.

Los procesos descritos, con algunas variaciones, que habrá que determinar, serán los que en principio definan las conductas y los aprendizajes.

En el fondo y como corolario, podemos afirmar que lo que nos hace humanos es la capacidad de almacenar o registrar mucha más información que la que necesitamos para cumplir nuestros ciclos vitales. Y por supuesto este excedente de información lo usaremos crecientemente para conseguir satisfacer los requerimientos orgánicos de las formas más rebuscadas. (y/o placenteras)

15 - Definiciones

Las definiciones que damos a continuación, corresponden o se deducen de los procesos que hemos establecido en nuestro trabajo. No se trata por tanto de las definiciones normalmente aceptadas.

En este trabajo los términos percepción y sensación difieren de los comúnmente aceptados, en el sentido de que nosotros relacionaremos la percepción con la obtención de la señal sensorial, y la sensación con el efecto orgánico que produce esa señal. Nuestras hipótesis sostienen que éste efecto orgánico o sensible proporcionará toda la información necesaria para ejecutar los procesos mentales, los cuales serán estructurados posteriormente mediante el pensamiento.

1- Memoria adquirida: es el conjunto de valores químico eléctricos registrados en las neuronas cerebrales que representan en términos de gusto, los objetos percibidos tanto del exterior como del interior del propio organismo. Estos valores son generados por los órganos ó sistemas neuronales que producen las sensaciones.

2- Sensación: es la reacción de alteración orgánica, o cambio de estado, producida por órganos ó sistemas neuronales configurados genéticamente para ello, cuando son activados por la obtención de una señal sensorial significativa ya sea respecto de objetos externos, procesos internos, o por una combinación de recuerdos en el proceso de pensar. Toda sensación conlleva asociada una valoración en términos de gusto, que constituirá el valor que se registre en la memoria adquirida.

3- Gustos: Es la valorización instintiva subjetiva asociada a una sensación. Toda referencia o elemento de memoria en la memoria adquirida representará únicamente valores de gusto. Un valor de gusto intenso podrá por si mismo generar búsquedas internas y externas.

4- Percepción: es el proceso por medio del cual los órganos sensoriales obtienen las señales del exterior.

5- a Recuerdo: es la sub red neuronal que une (o enlaza) una serie de elementos de memoria que representan las características sensoriales más significativas de un objeto externo o un proceso interno, desde el punto de vista de las sensaciones y gustos asociados a ellos. Los recuerdos se podrán vincular secuencialmente mediante el pensamiento para formar rutas o rutinas.

5- b Recuerdo, elementos de memoria básicos: son aquellos elementos de memoria que se obtienen exclusivamente por medio de la percepción y que no pueden ser reducidos a la combinación de otros elementos de memoria. Ejemplos de algunos de ellos en el caso del del sentido del sabor son: salado, dulce, ácido, amargo, picante, etc. puesto que el recuerdo de ninguno de ellos puede construirse a partir de la combinación de los recuerdos de los otros.

Existirán una gran cantidad de elementos de memoria básicos pertenecientes a cada sentido, cuya valoración en términos de gustos, permitirán la definición en la memoria adquirida de objetos complejos percibidos en la realidad material, los cuales a su vez podrán ser relacionados entre si para construir recuerdos ficticios o imaginarios.

Todo recuerdo de un objeto complejo, implica la creación de una sub red en la memoria adquirida, que enlazará cada elemento de memoria básico que le sea atribuido. A su vez todo recuerdo podrá formar parte de otro con el cual compartan elementos básicos comunes.

5- c Recuerdo ficticio (o imaginario): es un conjunto de elementos de memoria que provienen de diferentes percepciones u otros recuerdos, y que son enlazados en una sub red neuronal por medio del pensamiento para formar un nuevo recuerdo distinto de sus partes, con sensación y gusto propio, y cuyo significado en conjunto no guarda correspondencia con elementos concretos percibidos en la realidad material. Todas las ideas, conceptos y abstracciones son construcciones ficticias, en la medida que ninguna de ellas es directamente perceptible en la realidad material.

La construcción de un recuerdo ficticio provocará sensaciones del mismo modo que lo hace la percepción de un elemento significativo. Las sensaciones obtenidas en el acto de crear un recuerdo ficticio (o imaginar) podrán ser mucho más intensas que las generadas por la percepción, toda vez que para crearlo se elegirán elementos de memoria particularmente significativos.

6- Pensamiento: es el proceso de búsqueda al interior del organismo que permite revisar y evaluar (comparar) el contenido de los recuerdos en la memoria adquirida, para encontrar en ellos alguna referencia de elementos, secuencias o rutas, que satisfagan una búsqueda relacionada con el exterior, o bien para generar en la memoria adquirida, y con el mismo fin, una nueva ruta o un recuerdo ficticio o imaginario (ideas), mediante la construcción de vínculos e interconexiones que relacionen entre si distintos elementos de memoria. El pensamiento es activado automáticamente cuando el organismo "se" impulsa a buscar, ya sea a causa de, las sensaciones internas, la activación de valores de gusto implícitos en los recuerdos, o, la "necesidad" de reproducción del efecto orgánico que provoca la generación de las sensaciones.

7- a Inteligencia: es la capacidad que surge como resultado del proceso de pensar.

En ausencia de la capacidad de revisión y evaluación (comparación) de elementos de la memoria adquirida, no habrá pensamiento ni tampoco inteligencia. Lo cual no impide la posibilidad de generación de recuerdos obtenidos por la percepción, y su uso automático de modo análogo a como se reacciona instintivamente ante cierta configuración de valores de perceptivos.

Los actos inteligentes de cada individuo dependerán de la funcionalidad asociada al esquema general de valores de gustos a los cuales reaccione.

Las diferencias que los individuos demostrarán, entre unos y otros, en la capacidad para la construcción de sus rutas de búsqueda y recuerdos ficticios (su inteligencia), dependerá del nivel de gusto o satisfacción que los resultados de dichas construcciones les provoquen.

7- b Valoración de la inteligencia: Los grados de inteligencia se refirieren a la valoración subjetiva hecha por terceros respecto del nivel de satisfacción que les provoque a ellos las rutas o ideas creadas por otros. (una buena idea podría ser ignorada o considerada como muy mala por los jueces equivocados, y viceversa)

En ausencia del conocimiento de algún destino especial para la especie humana, y por lo tanto, de alguna meta objetiva por alcanzar, es imposible determinar cuales de las consecuencias desatadas por la creación e implementación de ideas, pueden efectivamente conducir a la expansión o extinción de la especie en el futuro, que son los únicos destinos conocidos para cualquier especie. Esta incerteza es la que hace inviable cualquier objetivación de parámetros absolutos para medir la utilidad real de los actos considerados inteligentes, en términos de la especie.

De nuestras hipótesis se desprende que en términos del individuo, será (subjetivamente) más inteligente aquel que obtenga mayor satisfacción personal de las rutas, rutinas, o conductas que cree, y de las ideas que elabore.

8- Conciencia: Es el estado subjetivo que emerge durante el proceso de pensar, siendo el pensamiento el proceso que permitirá evaluar la situación personal actual respecto de lo que se recuerda. (quien se es, donde se está, y porqué se está). Lógicamente el "nivel de conciencia" estará asociado a la cantidad de recuerdos o "información" que se posean para resolver una búsqueda o para identificarse a si mismo.

9- Inconciencia: Es el estado de ausencia de pensamiento. Se puede también ser inconciente mientras se ejecuta una actividad en forma automática o repetitiva, puesto que la ejecución de una rutina aprendida no se piensa, sólo se realiza en base a la repetición.

Durante el sueño profundo, se es inconciente pues aunque se produzca la activación de recuerdos, dicha activación no obedece a ninguna búsqueda que implique pensamiento, sino a una activación no controlada y aleatoria de diversos elementos de memoria.

En la inconciencia clínica hay ausencia total de activación de recuerdos.

Es importante señalar que en el uso común del concepto, el estado de inconciencia es una apreciación, un juicio de valor, respecto de un tercero, puesto que no se puede evaluar la inconciencia sobre uno mismo, ya que al pensarlo se deja automáticamente de ser o estar inconciente.

Este mismo juicio de inconciencia se hace de quienes aparentemente no piensan en las consecuencias de sus actos, sin embargo es fácil constatar que en la mayor parte de los casos las personas sindicadas no tienen recuerdos suficientes como para evaluar las implicaciones de sus acciones.

10- Subconsciente: son los recuerdos que estando en la memoria no pueden ser recuperados mediante el pensamiento por hallarse descontextualizados, bien por estar fuera de la ruta que se sigue con el pensamiento, o porque la ruta a la que pertenecían se ha destruido, diluido u olvidado.

11- Ruta: Es el vínculo, probablemente físico, que permite relacionar secuencialmente en la memoria adquirida una serie de recuerdos para reconocer y/o ejecutar una serie de pasos conducentes a alcanzar un propósito o satisfacer una búsqueda.

Sergio Aranda Klein
Santiago - Chile
mayo 2010















7- Ensayo                                                                                Versión en formato pdf

El origen de la inteligencia

Una explicación teórica para los procesos mentales humanos

Resumen

Hablar de inteligencia es referirse principalmente a los procesos mentales humanos y a las numerosas teorías e hipótesis que existen al respecto, sin embargo, hasta ahora ninguna de ellas se aproxima a un mínimo planteamiento capaz de explicar las conductas cotidianas de los seres humanos, como resultado de un único conjunto coherente de procesos orgánicos simples y concluyentes. Por el contrario lo que a diario abunda son especulaciones infundadas e investigaciones parciales e inconexas, cada cual intentando dilucidar por separado un pequeño aspecto o funcionalidad de una parte del cerebro. Las conclusiones de estos trabajos normalmente terminan por contradecirse o simplemente agotarse, sin encontrar el modo de establecer una relación con otros procesos mentales que puedan explicar el funcionamiento del cerebro como un todo.

La propuesta que desarrollamos en este ensayo abarca la descripción de un conjunto de funcionalidades y procesos orgánicos interdependientes, cuya operación es la base y fundamento de la mayor parte de las conductas humanas. Nuestros supuestos difieren radicalmente de los que se han tenido en cuenta en otros análisis y sin embargo, cualquier escepticismo deberá superar la numerosa evidencia empírica en que se basa nuestro desarrollo conceptual.

En definitiva lo que mostraremos es cómo se pueden explicar todos los procesos mentales recurriendo solamente a simples principios de funcionamiento orgánicos, los cuales, en la configuración adecuada, darán lugar a la especificidad que adquieren en el ser humano.


Introducción

Intentar definir con exactitud el concepto de inteligencia es sin duda una tarea ardua y probablemente frustrante. En realidad la inteligencia de la que normalmente hablamos no es una cosa ni tampoco un proceso o resultado específico. Una aproximación tal vez menos académica pero un poco más simple y realista podría ser: la inteligencia, es el juicio respecto de los efectos o resultados producidos por la creación y ejecución de conductas para alcanzar un fin determinado. En este enunciado queda indefinido el propósito, su mérito, y el valor de lograrlo, puesto que, quien o quienes los definen asumen que su propia inteligencia es un referente que le otorga la facultad para discernirlos. Por otra parte, en nuestra definición, conducta, es cualquier acción que se ejecute sobre el medio. Ningún proceso mental no expresado conductualmente podrá ser evaluado en términos de inteligencia, por lo tanto lo único que pudiese ser llamado inteligente es una conducta. (por extensión, más inteligente será quien recurrentemente manifieste conductas consideradas inteligentes)

En la medida que las definiciones de inteligencia no consideren el grado y dirección de la adaptación biológica ni funcionalidades orgánicas relacionadas, sino esencialmente la especificidad de las conductas resultantes, sus parámetros de evaluación se reducirán a la comparación de las diferencias conductuales entre distintos individuos sometidos a situaciones semejantes. En consecuencia, los niveles en que se categorizará la inteligencia se obtienen de resultados estadísticos.

Con todo, hay consenso respecto de que, más allá de la propia definición de inteligencia, lo que consideramos conductas inteligentes es fruto de un conjunto de procesos mentales, o, de manera más genérica y ambigua, propiedades de la mente.

Lo que pretendemos con este ensayo no es teorizar acerca de lo que la inteligencia es o no es. Por el contrario, lo que buscamos es adentrarnos derechamente en la identificación de los diferentes procesos que hacen posible su manifestación a través de las conductas. En otras palabras, descubrir y analizar el origen de la inteligencia.

Los procesos mentales básicos asociados normalmente con la inteligencia son la percepción y la memorización, ellos dan lugar al surgimiento de capacidades como, el aprendizaje, el entendimiento, el pensamiento abstracto, la comunicación, etc. etc.

Entonces, antes de averiguar como se obtienen cada una de estas capacidades deberemos primero intentar descubrir en qué consisten la percepción y memorización. Si nuestras hipótesis son correctas, las otras explicaciones que buscamos se desprenderán naturalmente como consecuencia directa de la interacción de los elementos constituyentes de los procesos básicos.

Vamos a resumir todo nuestro trabajo investigativo realizado hasta ahora, siguiendo un hilo causal muy simple que se irá complejizando en la medida que avancemos.



La pistas

1- Las señales sensoriales


Desde la más temprana edad la relación con el medio externo transcurrirá entre miles de objetos de todo tipo, ellos llenarán todos los entornos posibles, desde los más cercanos y evidentes hasta los que por omisión formen parte del paisaje, como ocurre por ejemplo con el suelo, el cielo, el mar o las montañas. No existe entorno sin elementos perceptibles.

Por su parte, los órganos sensoriales envían señales al cerebro todo el tiempo, sin interrupción. Las señales sensoriales se emitirán desde el momento mismo en que estemos sobre algo en cualquier lugar.

Así que nuestra primera reflexión es: si estamos todo el tiempo relacionándonos con elementos perceptibles, por qué podemos establecer diferencias entre ellos ignorando algunos y sobrevalorando otros. A primera vista no parece ser una gran pregunta, puesto que intuitivamente sabemos que algunos elementos tendrán el potencial de ser más significativos que otros, pero, dejando de lado momentáneamente las circunstancias, la pregunta verdaderamente interesante es: ¿cuál es el mecanismo orgánico que produce esa diferencia de significación? Responderla sin recurrir a lugares comunes o Perogrulladas es lo que nos interesa.

Sabemos que las señales sensoriales llegan hasta las neuronas en el cerebro, supongamos entonces que algunas de estas neuronas están programadas genéticamente para provocar automáticamente una reacción frente a determinadas características presentes en los elementos perceptibles, pues bien, consideraremos que esas reacciones serán, en si mismas, la significación de lo percibido. Entendiendo por significación el grado de influencia orgánica o alteración conductual que provoca la percepción de un objeto. Ésta es nuestra primera hipótesis. (en el contexto de este ensayo)

Las características percibidas como significativas en los elementos de los cuales hablamos, en principio no son complejas, todo lo contrario, inicialmente se trata de algunos de sus rasgos, como por ejemplo colores primarios, formas simples, texturas definidas, sabores primarios, etc. Esto lo podemos deducir de las conductas (comportamientos) de los bebés ante objetos diversos, ellos sesgarán notoriamente las partes de los objetos que les resulten más significativas ignorando las demás.

En definitiva lo que permiten las reacciones de estas neuronas es la discriminación de partes específicas de los objetos y no necesariamente su totalidad, pues difícilmente una programación genética, como es la de las neuronas, incluiría la reacción específica y simultanea al conjunto de particularidades de un objeto complejo, sobre todo si éste es artificial. Más bien es exactamente al revés, la exploración sensorial va entregando señales significativas gradualmente en la medida que se aplican los sentidos sobre ella. Esto resulta especialmente evidente cuando constatamos que en cada nivel de aproximación en que se explore un objeto, se obtendrán señales y reacciones significativas diferentes. Por ejemplo, no es para nada lo mismo, ni producen los mismos efectos el ver una persona a 100 mt, a 10 mt, a 1 mt, o a 1 cm, puesto que en la aproximación los elementos perceptibles aumentarán en cantidad y definición. (la mayor parte de las ilusiones ópticas también ocurren bajo condiciones de observación muy particulares)

No obstante, comprobamos que las señales sensoriales producirán el mismo efecto si las proporciones y características de los objetos que las producen mantienen sus rasgos significativos, independientemente del plano de detalle o acercamiento en que se encuentren. Digamos por ejemplo que un cuadrado, produce el “efecto de cuadrado” si lo percibimos como tal a muy corta distancia, o bien, si observamos uno muy grande a lo lejos. Otro ejemplo interesante podría ser el relacionado con las curvas del contorno femenino. En este caso las reacciones son equivalentes tanto si las curvas se perciben directamente desde una mujer, como si se obtienen desde un dibujo, una foto, una escultura, o cualquier otro objeto que las reproduzca. (la significación inicial es puramente instintiva, ajena e independiente de los resultados de cualquier proceso mental posterior) Por último, no debemos olvidar la evidencia que aportan los dibujos infantiles, en los cuales los objetos complejos siempre están representados por algunas de sus partes.

Esto que tal vez pueda parecer una obviedad, puesto que damos por sentado, por ejemplo, que un cuadrado es siempre un cuadrado (aunque solo sea aproximado), nos indica claramente que el reconocimiento de las cosas (o su interpretación orgánica) obedece a la existencia de patrones de reacción genéticos asociados a determinados elementos perceptibles, cuya identificación es independiente de la complejidad, origen, y propiedades del objeto que los proyecte. En el caso de la visión, y siguiendo con el ejemplo del cuadrado, sabemos que poco importa el material, el volumen, o las dimensiones, para identificar sin lugar a dudas su figura. En el caso de las texturas reaccionaremos a su efecto sensorial, independientemente del origen y características intrínsecas del material que las produzca. Por ejemplo, da lo mismo, sensorialmente hablando, si el material es sintético o natural.

En el caso del “sabor” (para diferenciarlo del concepto de los “gustos” genéricos, a los cuales nos referiremos a continuación) no existe ninguna asociación necesaria con la apariencia o forma del objeto que lo produce. Por ejemplo, lo dulce puede ser cualquier cosa, una fruta o una pastilla, así que en este caso lo que importa es la reacción química y no la forma ni apariencia.

Con estos ejemplos queremos dejar establecido, que la capacidad de reacción de los seres humanos frente a los elementos del entorno, parece responder más al reconocimiento de las partes individuales, que a objetivos específicos como un todo. (un cuadrado es siempre la figura de algo que no se agota en ella) Este sistema parece diferir sustancialmente del que emplean la mayor parte de las especies que son capaces de reconocer instintivamente, como un todo, sus principales objetivos. En cambio, los seres humanos están obligados a construir (o reconstruir) sus objetivos mediante la asociación mental de las partes significativas. (entendiendo por objetivos, cualquier cosa que el organismo necesariamente deba reconocer en el entorno para satisfacer directamente un requerimiento orgánico específico)

La diferencia entre ambos sistemas tienen profundas consecuencias y será clave en la comprensión y entendimiento de las particularidades de los procesos mentales humanos.

Los animales que reconocen instintivamente sus objetivos específicos son dependientes de su memoria genética que es la que hace posible la identificación, por el contrario, la memoria genética de los seres humanos no les permite la identificación completa e inmediata de sus objetivos, y por tanto son dependientes de su memoria adquirida para construirlos puesto que es en ella donde se producirá la asociación entre los elementos perceptibles significativos. (Para ser aún más precisos diremos que, la memoria adquirida es, en si misma, el conjunto de estas asociaciones)

Una consecuencia tal vez sorprendente entre ambos sistemas es que, a diferencia de la inmediatez implícita en el reconocimiento de objetivos instintivos, la construcción mental de objetivos ocurre siempre a posteriori, lo cual a su vez tiene otras consecuencias interesantes, que más adelante abordaremos.



2- Efectos conductuales de las respuestas a las señales sensoriales

Los principios de asignación automática de significación y la consecuente discriminación, nos resultarán absolutamente familiares si los homologamos con conceptos habituales. De este modo asimilaremos al concepto de sensación, el efecto inicial provocado por la reacción de una (o varias) neuronas, activadas por una señal sensorial significativa. En este caso la sensación se verifica como una alteración orgánica o cambio de estado conductual. La respuesta igualmente orgánica a este cambio de estado será su cuantificación automática (instintiva) en grados, niveles o valores, los cuales asociaremos directamente con el concepto de gustos (nominal y genérico) Luego el par de procesos sensación-gustos estará siempre presente en la evaluación de cualquier situación nueva. Debemos insistir en que probablemente las señales sensoriales, en si mismas, sean neutras (se reciben todo el tiempo, desde cualquier objeto perceptible y no serán segadas por los propios órganos receptores si están dentro de su rango de sensibilidad), son entonces las neuronas encargadas de procesar estas señales sensoriales las que le otorgarán significación en el acto de producir la reacción y la respuesta.

Si bien las sensaciones son, en si mismas, el cambio de estado orgánico, su valoración en términos de gustos, es lo que finalmente determina las conductas a seguir.

A diferencia de las conductas llamadas reflejas o instintivas, que podríamos considerar como conjunto de acciones complejas de origen instintivo y de ejecución automática e inmediata, los gustos, no son una respuesta conductual definida ni instantánea, sino son más bien respuestas orgánicas de “baja intensidad” (en comparación con las reflejas) que eventualmente desencadenan movimientos aleatorios de tipo exploratorio y cuyo efecto conductual más relevante será el acercamiento o alejamiento gradual de la fuente de origen de la señal. El acercamiento tenderá a la aprehensión y a la exploración sensorial más profunda, hasta finalmente desencadenar una conducta refleja que satisfaga una necesidad o búsqueda. Ejemplo: el acercamiento a un objeto visualmente interesante es la consecuencia de responder a una señal significativa que provoque un gusto visual positivo. Intentar comerlo sería la conducta refleja luego de aprehenderlo (la expresión: “está de comérselo” representa muy bien el concepto). El interés de los bebes por los objetos llamativos, y sus escasos recuerdos anteriores, hace que generalmente estos terminen en su boca.

En el caso de las conductas reflejas o instintivas, estas se activan ante la percepción de situaciones para las que existe una respuesta programada genéticamente, son por tanto irreflexivas e independientes de la memoria adquirida y del pensamiento. Los gustos, por el contrario, aún siendo respuestas de origen genético o instintivos, no están asociados o vinculados directamente con conductas de tipo refleja o instintivas. Sin embargo, una vez activados se constituyen en “si mismos” en valores simbólicos y por lo tanto adquieren la condición de “objetos mentales” de comparación. (todas las elecciones humanas finalmente están basadas en los gustos personales, por mucho que intentemos darle una apariencia neutra o desinteresada)

El hecho de que los valores de gustos sean independientes de las conductas reflejas, y por tanto de los procesos orgánicos que las activan, les permitirá integrarse como elementos esenciales en la construcción de nuevas conductas complejas, distintas de las programadas genéticamente.

Las conductas basadas en los gustos no son indispensables, se puede vivir perfectamente sin experimentar la mayoría de las sustancias y situaciones que las activan, e ignorar por tanto las conductas a las que pudieran dar lugar. Por decirlo de otra manera, los gustos son un “plus” evolutivo, un verdadero “kit“ para la construcción, opcional, de conductas basadas en la exploración sensorial y la experiencia. Posiblemente las llamadas partes “sin uso” del cerebro sean aquellas que aun no han sido activadas por la percepción.

Finalmente, los gustos constituyen la medida de la discriminación y consecuentemente el principal mecanismo guía sobre el entorno. Resumiendo, podemos decir que toda conducta o comportamiento humano transcurrirá entre trayectos (rutas) delimitados tanto por los agrados como por los desagrados, eso si, teniendo presente que mismos objetos y situaciones pueden provocar respuestas diferentes en distintos individuos.

Para cada individuo sus gustos constituyen la representación objetiva de la realidad, dado que ellos son la respuesta orgánica a la evaluación de esa misma realidad. (la verdad propia)

[Se deduce en consecuencia que la objetividad estricta solo puede darse respecto de las respuestas orgánicas propias, puesto que el organismo no puede adulterar, modificar ni interpretar sus propias respuestas cambiándolas por otras distintas de las que el mismo produce. La objetividad relativa, fruto del consenso, surge de la comparación entre las distintas significaciones obtenidas por un grupo de individuos. Curiosamente la objetividad relativa es la que, en la práctica, nos puede llevar, eventualmente, a conocer cómo funcionan los procesos del mundo externo y del individuo como organismo.]

Luego, la objetividad de las reacciones discriminatorias comienzan y terminan en el individuo. La coincidencia de gustos similares entre algunos individuos no implica que esos valores de significación sean necesariamente compartidos por todos los demás. La coincidencia en gustos similares constituye un importantísimo factor de agrupación social. Sin embargo hay que dejar muy en claro que lógicamente habrán muchas más coincidencias entre quienes compartan la percepción de los objetos de un mismo entorno, que entre estos y otros que habiten uno distinto. El tamaño de los consensos provocados por gustos coincidentes no los hace más verdaderos ni universales. De todos modos las diferencias entre gustos se moverán dentro de ciertos rangos delimitados por una base genética común a todos los individuos de la especie, así por ejemplo el sabor dulce siendo dulce para todo el mundo, no tendrá exactamente el mismo valor de gusto. Habrá preferencias distintas para cada tipo de dulce particular, lo mismo que respecto de los individuos del sexo opuesto, y en general respecto de cualquier cosa perceptible.

En conclusión, la significación, los gustos, y la discriminación, como efectos sucesivos, constituyen el procesamiento necesario de una señal sensorial para generar o modificar una conducta. Una vez generada la conducta y satisfecha una necesidad, aunque solo se trate de la pura curiosidad, termina un ciclo que en si mismo cumple el propósito de elegir y actuar.



3- El contexto

Las sensaciones y gustos son parte de un entramado operacional mucho mayor, del cual estos son solo mecanismos intermedios.

Si suponemos que todos los procesos orgánicos son finalmente coherentes con la función de mantener la vida del individuo, entonces debemos esperar que todos ellos se relacionen en distintos niveles siguiendo secuencias causales sucesivas y complementarias. (el análisis holístico es imprescindible)

En este sentido la activación de las sensaciones-gustos está condicionada por procesos anteriores, que son, en primer lugar, los que inducirán al individuo a posicionarse sobre el entorno de tal modo que el resultado de la evaluación sensorial sirva, eventualmente, a un propósito.

En términos generales diremos que, todo propósito obedece a los requerimientos orgánicos de satisfacer una necesidad. Las necesidades que deban satisfacerse obteniendo algo de, o en, el exterior, generarán búsquedas. Luego consideraremos que una búsqueda externa es cualquier movimiento o conjunto de movimientos del individuo respecto del exterior, sin importar el origen de la demanda orgánica que lo genera. Basta que exista una necesidad para que se active una búsqueda, aún cuando se trate de la repetición de patrones conductuales habituales, como por ejemplo, rascarse, levantarse e ir a cualquier parte, masturbarse, refregarse los ojos, y un infinito etcétera.

Por otra parte, al asociar directamente los movimientos con las conductas, podremos afirmar que, toda conducta es una, o parte, de una búsqueda. Algunas búsquedas, como veremos más adelante, pueden constar de muchos y prolongados pasos a través del tiempo, como por ejemplo trabajar para recibir un sueldo, el que a su vez permitirá satisfacer necesidades,

Si bien la idea de búsqueda comúnmente está referida a circunstancias particulares y específicas, lo cierto es que, al igual que sucede con la ubicuidad de los gustos, cualquier cosa o situación puede ser objeto de una búsqueda, y efectivamente así es. Luego, en términos orgánicos, la búsqueda como proceso sistemático es el principio motor de relación con el exterior. (es posible incluso que condicione la evolución de los mecanismos de relación con el entorno)

Entonces, ordenando los principales procesos que hemos considerado hasta ahora tenemos la siguiente secuencia: (hemos dejado de lado la identificación refleja o instintiva de objetivos complejos específicos)

Requerimiento orgánico (necesidad, propósito, determinación del objetivo) – búsqueda externa (movimientos en pos del objetivo) – sensaciones gustos (exploración sensorial, evaluación del objetivo)

Como vemos, hasta aquí todos los procesos de generación de instrucciones y respuestas son de origen estrictamente genéticos y por lo tanto automáticos. No hay nada por ahora que permita la relativización de las conductas. De hecho, los propios gustos, por si solos, no determinarán más que las preferencias en un momento y situación dada.



4- Memorización

Creemos que las neuronas que provocan el fenómeno de los gustos son la base desde la cual se comienza a construir la memoria adquirida. O dicho de manera resumida, el origen de la memoria adquirida se encuentra en la memoria genética.

La evidencia empírica muestra que ningún gusto básico puede ser conocido (no hay recuerdos previos de el) antes de que sea activado por medio de la señal sensorial que lo provoque, no obstante el potencial para activarlo está presente en las neuronas correspondientes, probablemente, desde que el cerebro comienza a desarrollarse en el útero materno. En otras palabras, el valor genético de respuesta de las neuronas que provocan sensaciones y gustos, inicialmente no forma parte de la memoria adquirida ni es accesible de ninguna otra manera que no sea a través de su activación por medio de la experiencia sensorial directa. Sin embargo, una vez activado sí pasará a formar parte de la memoria adquirida, y por tanto será posible acceder a el a través de los procesos de búsquedas internas, de los cuales hablaremos más adelante.

La idea de que el organismo es quien posee la capacidad genética para reaccionar a determinados elementos perceptibles, y que, no son las propiedades de estos por si solas las que provocan en el organismo un efecto “desconocido y novedoso”, se basa en el hecho de que las reacciones ante los distintos elementos del entorno están circunscritas solo a algunas de sus características y en determinados rangos y oportunidad. Luego, son los estados en que se encuentren los procesos orgánicos los que imponen los límites y condiciones de influencia de estos elementos. De ello se desprende que no existen elementos estimulantes externos per se, digamos por citar un ejemplo muy claro, que el golpe de una persona a otra provocará reacciones radicalmente distintas según sea el contexto en que se produzca, puede ser un saludo, un juego, una agresión, etc. La comida misma no tendrá el igual valor de “estimulación" si se está hambriento que si se está satisfecho, etc. etc.

Entonces, para entender cómo se forma la memoria adquirida a partir de las respuestas neuronales instintivas, y cómo se van estructurando los demás componentes de memoria, debemos retroceder a los conceptos de necesidad y búsqueda, agregando uno nuevo, las rutas.

Como explicamos antes, una vez que el organismo se encuentra en una condición de necesidad, cualquiera que esta sea, se activarán diversas instrucciones para ejecutar una búsqueda condicionada (al tipo de necesidad), tanto en el interior, entre sus propios procesos, como en el exterior. Por ahora nos concentraremos en las búsquedas exteriores.

La búsqueda externa comenzará cuando las instrucciones induzcan al individuo a iniciar un trayecto o recorrido en el entorno. Este trayecto estará delimitado en el exterior por los objetos físicos que le rodeen, e internamente por las respuestas conductuales, en términos de gustos, que esos mismos objetos provoquen.

Las neuronas activadas a lo largo del trayecto por la recepción de señales sensoriales significativas (no todas las señales), se vincularán secuencialmente entre si mediante la generación de una red de conexiones neuronales, creando así una ruta (trayecto mental). Además, es muy probable que ésta secuencia de interconexión se establezca atribuyendo en los enlaces sinápticos, alguna “marca” de orden causal y temporal dada por las características iniciales de las instrucciones de la búsqueda concreta (el tipo de necesidad) y temporalmente por los ciclos circadianos. Luego, la red neuronal no solo contendrá la significación de los objetos percibidos si no también “información” sobre su contextualización propósito-temporal. (es también probable que el efecto mismo de las sensaciones se produzca en el acto de la formación física de los enlaces neuronales)

En consecuencia, el símil de la realidad (externa) al interior del cerebro estará dado por la significación que los distintos objetos representen para el organismo, en función de una búsqueda específica, y no por lo que los objetos, ni ninguna de sus partes, sean en si mismas. (en estricto rigor, nunca podremos saber qué es la cosa en si misma, si no, solo en términos de lo que ella y sus relaciones con otros objetos, nos provoquen sensorialmente)

Entonces: la memoria adquirida, es el conjunto de todas las neuronas que producen significación y los vínculos que las unen, incluidos en las redes que constituyen rutas, o dicho de otro modo más simple, la memoria es la red. (o viceversa). Puesto que son los vínculos entre distintas neuronas lo único que puede variar simultáneamente con el paso del tiempo y la experiencia.


 

Desarrollo de redes neuronales

Imagen obtenida del sitio web: http://estimulaciontemprana.fullblog.com.ar/
aparecida el día 13 de marzo de 2008 en el artículo:
¿QUÉ ES LA TERAPIA DE MOVIMIENTO RÍTMICO?
(http://estimulaciontemprana.fullblog.com.ar/curso_de_tmr_
terapia_de_movimiento_ritmico_y_refle_891205442586.html)


En este contexto, los recuerdos, tal como comúnmente los conocemos, los redefiniremos como conjuntos y subconjuntos de elementos significativos, unidos secuencialmente por la red que describa una ruta, fragmento de ella, o sub ruta.  Cada elemento de la memoria adquirida podrá constituir un recuerdo en la medida que la secuencia que lo describe sea accesible mediante una búsqueda interna. En consecuencia, de ahora en adelante consideraremos recuerdos cualquiera de las partes de una ruta o sub ruta de memoria.

Lo anterior implica que todo recuerdo, sobre cualquier cosa, está formado única y exclusivamente por la significación que produzcan, en términos de gustos, cada uno de los elementos que lo compongan.

En general, no hay memoria adquirida si las neuronas que generan los gustos no están vinculadas a la red de alguna ruta, y en ese caso, dichas respuestas serán desconocidas o inaccesibles. Por otra parte habrá pérdida de memoria, si se rompen o interrumpen de las conexiones de las redes o subredes de recuerdos individuales, que los vinculan a las rutas de acceso en que fueron creados o con las cuales se vincularon posteriormente.

La ausencia de experiencia sensorial directa implica necesariamente que las neuronas asociadas a las sensaciones y gustos de los objetos no experimentados, mantendrán su aislamiento de las redes de las rutas que conforman la memoria adquirida. Esta es la razón por la cual inicialmente los gustos no forman parte de la memoria adquirida, los bebés no tienen recuerdos previos y los gustos no se pueden conocer sin haberlos experimentado.

Resumiendo, podríamos decir que el primer principio causal de la memoria adquirida está en la activación de una necesidad que para ser satisfecha requiere de una relación con el exterior. En segundo lugar están las neuronas que proveen una evaluación subjetiva del entorno, permitiendo discriminar. En tercer lugar está la facultad de conectar y conservar (el principio de la memoria) la secuencia de activación de las neuronas, generando de este modo una ruta con un propósito; con dirección y sentido; con una referencia temporal orgánica, y una conclusión.



5- Propiedades de las rutas

Las rutas no solo se crean respecto de algunas referencias contextuales a lo largo de los desplazamientos, también se formarán respecto de objetos únicos cuando estos se extraigan del contexto, para explorar sensorialmente sus particularidades. La continuidad en la exploración de un objeto individual creará una sub red que une las neuronas activadas en esa secuencia particular, por lo tanto, aunque el objeto está y pertenece a la ruta del trayecto, también es independiente de ésta en la medida que sea un elemento accesorio, y/o no afecte la continuidad de la misma. El solo hecho de extraer materialmente el objeto (con las manos) implica que su exploración crea una sub ruta independiente de otros objetos y referencias del trayecto. En general podemos decir que, el recuerdo o red de un objeto individual es independiente de la ruta de un trayecto más amplio, cuando es posible extraerlo del todo, o manipularlo (por cualquier medio) fuera del contexto en que se halla.

Para los efectos de nuestras hipótesis, el concepto de trayecto en el entorno real (cuyo equivalente en la memoria adquirida son las rutas), abarca cualquier secuencia perceptible obtenida por algún sentido, ya sea que involucre o no movimientos o desplazamientos de cualquier tipo. Los trayectos incluso podrán ser las secuencias perceptivas, por ejemplo, de la audición de los fonemas de una palabra, de una canción, o el proceso de visualización de un objeto, y en general toda secuencia que pueda ser memorizada como un conjunto de pasos sucesivos e interdependientes, espacial y temporalmente. En consecuencia, los trayectos serán recorridos sensoriales, y los movimientos con que normalmente los asociamos, serán solo mecanismos de aproximación, intervención y aprehensión de las fuentes que emiten las señales significativas.

La red de una nueva ruta que siga un trayecto durante el cual se encuentren objetos conocidos (previamente), quedará enlazada a las sub redes que representen esos objetos, y, por intermedio de ellos, a la rutas que se seguían cuando fueron creados por primera vez los recuerdos de esos objetos. Todas las rutas de memoria estarán enlazadas a otras a través de sus elementos coincidentes o comunes, dando lugar a una enorme cantidad de relaciones. En consecuencia, la asociación entre rutas temporalmente distantes es posible gracias a los enlaces de los elementos que compartan. El que un mismo objeto o situación permita hacer una gran cantidad de asociaciones de memoria es evidencia de esos mismos elementos están vinculados a los recuerdos de esas rutas.

Como los únicos elementos “activos” de una red de memoria son las neuronas que otorgan significación a los objetos de un trayecto, entonces todos sus elementos estarán asociados a respuestas en términos de gustos, ya sea que esa red abarque, objetos individuales, algunas referencias contextuales (como partes descriptivas del todo) o bien, el total del trayecto. Ejemplo, cuando elegimos un camino para ir a alguna parte decidimos por la alternativa que más nos agrade o que menos nos desagrade, la diferencia entre distintas rutas la harán los objetos que contenga. Lo mismo ocurre, por ejemplo, cuando el trayecto se ejecuta solamente con la mirada, en cuyo caso la atención se dirigirá hacia aquellas partes que provean las señales visuales más significativas. En general, a mayor cantidad de objetos o partes agradables, mayor agrado total producirá un trayecto. (un objeto es cualquier cosa perceptible y memorizable, sin importar su naturaleza ni condición, puede ser una piedra, un edificio, las curvas de un camino, un color, un olor, las nubes, el viento, un sonido, etc. etc.)

Los valores de gustos únicos proporcionados por las neuronas (¿individuales?) serán los básicos o primarios para cada sentido, en cambio, los de la red que formen un recuerdo que represente una situación u objeto complejo, será una combinación de los gustos de las partes significativas que la integren. Ejemplo: el valor de gusto total de una manzana perfecta es distinto al de una maltrecha, aunque ambas tengan exactamente el mismo valor de gusto para el sabor. (el sabor mismo de la manzana ya es una ruta que describe un valor de gusto complejo, puesto que está constituido por distintos valores de gustos básicos. La ruta de memoria de ese sabor particular podrá ser utilizada independientemente de la manzana para, por ejemplo, crear un sabor artificial)
 
Otro ejemplo de asociaciones entre recuerdos individuales y las rutas es el siguiente, un recuerdo “traumático” puede crearse en el contexto de una ruta en que se perciben objetos muy desagradables o muy poco agradables, es posible entonces que el total de la ruta quede signada por la sucesión de valores negativos, luego, cualquier otro objeto contenido en ella recordará el acontecimiento, aunque éste, en si mismo, no tenga ninguna valoración negativa ni relación causal directa, sino simplemente por el hecho de estar enlazado a esa ruta. (todas las relaciones están en las rutas)

En general el valor de gusto de cada ruta será la sumatoria de todos los elementos de gustos o disgustos que la compongan. Los resultados de las sumatorias pueden resultar muy reveladoras, por ejemplo, soportar el desagrado de un castigo podría ser mejor que hacer otra cosa poco gustosa o más desagradable.

Finalmente, no debemos olvidar que el principio de toda ruta responde a la búsqueda de la satisfacción de una necesidad, (aunque estar despierto sin nada que hacer es también una necesidad de los bebés, la que da paso a la exploración aleatoria) así que el tipo de necesidad particular determinará la prioridad que tenga la activación de determinadas señales sensoriales. Ejemplo, siempre será posible distraer un tiempo con objetos llamativos a un bebé hambriento, sin embargo, finalmente solo lo que pueda comer permitirá concluir su búsqueda (su llanto es la forma instintiva de buscar que su madre haga el resto, y funciona muy bien) Es un hecho que, cuando se busca algo específico, la percepción de otros objetos no relacionados pasa a un segundo plano, aun cuando estos mismos objetos sean posteriormente los motivos de otras búsquedas. (el pedir a otro que haga una búsqueda por uno, implica primero, buscar al sujeto adecuado)

Es probable que la intuición corresponda al proceso de enlazar parte de lo percibido con recuerdos pertenecientes a rutas muy distintas de la que se sigue y que sin embargo sugieren contextos funcionales semejantes. Hay que tener presente que en el cerebro subsistirán fragmentos de rutas y recuerdos muy antiguos y/o reiterativos.

Por último, toda ruta tendrá un comienzo y un final, el cual se alcanzará cuando se satisfaga la necesidad que le da origen. Lo cual no impide que durante el trayecto se cambie el destino inicial de una búsqueda ni ejecutar simultáneamente búsquedas paralelas, con tiempos y objetivos diferentes entre si.



6- Recuperación de la memoria y pensamiento

A lo largo de las explicaciones sobre de la creación de las rutas y la memoria, hemos ido mencionado como ejemplos ciertos resultados más o menos evidentes que pueden deducirse de las operaciones descritas, sin embargo, en realidad, dichos ejemplos no se corresponden con los procesos mismos de creación de la memoria adquirida, si no más bien con la proyección de un uso posterior. En el contexto de nuestras hipótesis la formación de la memoria adquirida depende únicamente de la significación que le otorguen las neuronas a los objetos percibidos, no obstante que la dirección de este proceso estará condicionada por el tipo de necesidad y por lo que se encuentre en el exterior, y sobre esto último, en principio, el individuo no tiene control. Entonces, con lo visto hasta aquí, todavía no podemos concluir la existencia de propósitos distintos de los orgánicos, en la generación de registros en la memoria, sino simplemente reacciones instintivas. En principio un bebé memoriza sin saber porqué o para qué, de hecho, ni siquiera sabe que lo hace.

Sin embargo los procesos analizados hasta ahora muestran lo que sin duda, a la larga, constituirán importantes factores de diferenciación conductual. Diferencias en la sensibilidad ante señales significativas, recuerdos individuales con valor y significación únicos, alternativas de rutas basados en la experiencia personal, etc.

El potencial que ofrece la “información” de la memoria adquirida, se materializará en conductas complejas, dependiendo de la forma en que ésta se recupere, ya que su formación es una cosa, y su recuperación y utilización, es otra muy distinta. Ambos procesos si bien actúan sobre las mismas redes, lo harán siguiendo principios causales y temporales diferentes.

A diferencia de lo que ocurre con la formación de la memoria, la recuperación de los recuerdos dependerá directamente de lo que el organismo requiera hallar en el exterior, comparando lo que recuerda con lo que percibe. Luego, en la utilización de la memoria, es el organismo quien tiene el control. El siguiente es un ejemplo muy simple acerca del origen de las direcciones de dependencias entre la creación y la utilización de la memoria: resulta que durante el transcurso de un trayecto, una cosa es lo que el individuo ve, y otra, lo que quiere ver. Lo que ve depende del entorno (lo que hay), lo que quiere ver depende de las necesidades que requiera satisfacer (lo que busca).

En consecuencia, así como la construcción de la memoria adquirida requiere que exista algún tipo de búsqueda que posicione al individuo en algún lugar y con algún propósito, la recuperación de su contenido, para indicar si existen referencias previas de ese lugar y propósito, también requerirá de una búsqueda al interior de la propia memoria, y esta es la búsqueda interna.

La búsqueda interna, cuya explicación habíamos dejado pendiente, es de los primeros pasos activados por una condición de necesidad, y es previa a la ejecución de una búsqueda externa y al cambio de dirección y sentido de una búsqueda externa en desarrollo.

En la práctica estableceremos una relación directa entre los efectos conductuales que provoca la búsqueda interna, con aquellos normalmente asociados a los conceptos de pensar y pensamiento, los cuales, en su dimensión orgánica, requieren justificación en procesos reales que operen sobre la memoria. Creemos que los mecanismos propuestos en nuestras hipótesis ofrecen ésta explicación. En consecuencia, de ahora en adelante consideraremos que la  búsqueda interna será sinónimo de pensamiento.

El pensamiento es el proceso de búsqueda interna por medio del cual las señales (instrucciones) producidas por una condición de necesidad (sensaciones internas), operarán como guías y parámetros de comparación, en el establecimiento de las eventuales coincidencias funcionales entre la necesidad actual y las rutas memorizadas en soluciones anteriores respecto de necesidades similares. En la primera etapa del proceso la dirección de las evaluaciones va desde las funciones orgánicas básicas (el interior) hacia los contenidos de la memoria adquirida que es donde se encuentran las rutas que recogen la experiencia y que ofrecen cursos de acción conocidos. Las rutas que muestren las mayores coincidencias serán las alternativas a seguir en la satisfacción de la necesidad presente. En una segunda etapa, ejecutada secuencial y alternadamente (con la primera parte), el pensamiento avaluará también las señales sensoriales provenientes del entorno (el exterior) comparando lo percibido con lo que sea coincidente en las alternativas establecidas en la primera parte.

En consecuencia, el pensamiento como proceso de comparación y evaluación de las rutas de memoria operará con las señales provenientes tanto desde el interior como desde el exterior, siendo la memoria el centro de toda la operación. Tal vez sea bueno insistir en que las neuronas activadas por la percepción son las mismas que forman la memoria adquirida, así que el establecimiento de coincidencias es un proceso esencialmente automático (no hay ni parecen ser necesarios otros mecanismos de interpretación, operadores intermedios u homúnculos). Cuando el origen de la búsqueda se encuentre en una necesidad orgánica, ésta será el valor constante, y las variables, las rutas de memoria a considerar y lo percibido en el entorno. Como veremos más adelante, el pensamiento también podrá tener una dirección opuesta, desde el exterior hacia en interior, cuando lo percibido desate valores de gustos que por si mismos sean capaces de generar búsquedas y conductas. A la larga, probablemente ésta sea la situación predominante, puesto que los seres humanos progresivamente destinarán menos tiempo y energía a satisfacer necesidades orgánicas básicas (entre las que no se encuentra, por ejemplo, una vivienda con aire acondicionado) que a satisfacer gustos (entre los cuales sí está el aire acondicionado, el automóvil, el fútbol, e infinitas cosas más).

Cualquiera sea la dirección con que opere el pensamiento, se trata de un proceso esencialmente introspectivo (por muy automático que sea), puesto que los recuerdos son la historia de las relaciones significativas del organismo con el entorno. En estas circunstancias el pensar necesariamente posiciona al organismo frente a si mismo en el tiempo y situación de los recuerdos que evalúa. Diremos entonces que el acto de pensar provoca el efecto que conocemos como conciencia. La cual, siendo estrictos, solo puede ser verificada en tercera persona, puesto que el individuo que no piensa lo que está haciendo no es conciente de ello hasta que lo piensa, y al pensarlo deja de ser inconciente, por lo tanto es imposible que pueda ser conciente de su inconciencia en el momento en que ocurre.

Establecida la correlación de coincidencias entre los tres factores mencionados, necesidad, recuerdos, y situación del entorno actual, que resulte más funcional al propósito de una nueva búsqueda, se activará automáticamente la repetición de los movimientos asociados a la, o las, rutas seleccionadas. El sólo hecho de activar una ruta ya memorizada supone que el organismo “conoce”, porque en eso consisten los recuerdos, lo que eventualmente debe ocurrir al final de la misma.

Es muy probable que el proceso de pensar opere (automáticamente) sobre la base de un orden de precedencia en la secuencia de evaluación de los recuerdos, y que, dicho orden considere primero la última ruta memorizada coincidente con la búsqueda actual. Así por ejemplo, si se activa la necesidad hambre, primero se evaluarán los recuerdos de la comida más reciente y sus circunstancias, luego, los de la comida anterior a esa, y así sucesivamente. La selección y utilización sistemática de una misma ruta dará lugar a una rutina. En general consideraremos que una ruta se transforma en rutina cuando, dada la permanencia de los elementos del entorno en el contexto de su uso, es posible repetirla mecánicamente sin tener que actualizar mediante el pensamiento los principales recuerdos que la caracterizan. Dicho de otro modo, la ruta podrá ejecutarse “de memoria”, incluso sin prestar atención, como “sonámbulo”.

La mayor parte de todas las conductas humanas están compuestas por innumerables rutinas y sub rutinas. Por ejemplo, cosas tan simples como pedalear y mantener el equilibrio en bicicleta, pronunciar una palabra, o incluso secuencias más complejas, como cantar una canción o recitar un poema, responden a la ejecución de las sub rutinas que “contienen” los recuerdos de los movimientos asociados, como por ejemplo los del habla. Aprender los sonidos de una nueva palabra implica pronunciarlos secuencial y reiteradamente hasta establecer, mediante las conexiones neuronales, la ruta de los elementos que la forman creando así la rutina. Hay que hacer notar que los sonidos de las palabras corresponden a rutinas distintas a la de escribirla y a la ruta del objeto que representan, cada uno de estos elementos de memoria son independientes entre si y pueden estar relacionados o no. Se puede pronunciar una palabra sin “saber” como se escribe, o bien se puede reconocer la escritura de una, sin saber como se pronuncia o qué “significa”, tal como sucede con las de un idioma desconocido. Finalmente, como al activar una rutina ésta comenzará a ejecutarse en forma automática, siempre es posible pensar paralelamente en otra cosa distinta. Entre el caminar, comer chicle, y conversar, solo el conversar demanda pensar en lo que se dice, pues aunque cada palabra corresponda a una rutina, hay que pensar para encontrarlas y relacionarlas. Según nuestras hipótesis, no es posible pensar en dos cosas distintas al mismo tiempo, en cambio, si se pueden ejecutar varias rutinas simultáneamente. El fin de cualquier entrenamiento es lograr la memorización de una ruta (creada) para poder ejecutarla sin tener que pensar nuevamente cada uno de sus pasos, anulando incluso la evaluación de otras percepciones contextuales, ya que la ejecución de dicha rutina se transforma en una necesidad en si misma. La creación de una rutina estricta, sin margen para el pensamiento, funcionará en la práctica como una conducta instintiva de tipo refleja. Estas rutinas estrictas son típicas en deportistas, músicos (que deben seguir secuencias rigurosas), militares, etc. (obviamente con objetivos muy distintos)

El hecho de que todos los recuerdos, de cualquier tipo, estén asociados a una referencia temporal, y que, el proceso de pensar opere evaluando desde el recuerdo más reciente hacia atrás, no significa que siempre se repetirá la última ruta coincidente con la necesidad presente, puesto que la selección de una ruta dependerá, además de su valor de gusto, del éxito alcanzado en la satisfacción de la necesidad que la origino, de las condiciones presentes del entorno, etc. Aunque pueda parecer curioso, no es obvia ni predecible la funcionalidad de una ruta en relación al éxito alcanzado en la búsqueda anterior, ya que, por ejemplo, una ruta sumamente eficiente en alcanzar el propósito, puede por otra parte ser desagradable o poco gustosa, al contrario, una ruta muy agradable (divertida incluso) puede ser sumamente ineficiente en términos de su duración, de los recursos energéticos empleados, e incluso, en relación a la satisfacción de la necesidad orgánica que la origina, como son por ejemplo la mayoría de las rutas empleadas por los niños cuando deben hacer algo. Es obvio que para los niños es más agradable comer jugando, aunque tarden horas, que sentarse “correctamente” a la mesa y dedicarse exclusivamente a comer. (el hecho de que alguien pueda hacer bien una cosa no significa necesariamente que le guste)

Finalmente concluiremos que, el pensamiento es en consecuencia un proceso esencialmente dinámico y retroalimentado que ajustará las respuestas conductuales en función de las variaciones de todos los factores involucrados.

Las instrucciones asociadas al pensamiento operarán sobre la memoria en forma análoga a como lo hacen los órganos sensoriales respecto de los elementos externos, y así como los objetos reales conforman el entorno en que se dan las búsquedas externas, las rutas, y recuerdos en general, serán los “objetos” que conformarán el “entorno interior” evaluado durante la ejecución del proceso de pensar. La gran diferencia entre los objetos reales del mundo exterior y los de la memoria, es que estos últimos son solamente significación, su materialidad orgánica (la célula y sus conexiones) es totalmente independiente de los objetos que representan, puesto que tal representación es estrictamente simbólica y la activación de su “contenido” se verifica exclusivamente en el acto de reaccionar fisiológicamente al crear sus enlaces y posteriormente al traerlos a tiempo presente durante su recuperación.

El pensamiento no es una función de ejecución “obligatoria” que, de realizarse, entregue resultados predeterminados, o incluso previsibles. Por el contrario, es altamente dependiente de los recuerdos que sea capaz de generar un individuo y de la manera que ellos queden estructurados o relacionados entre si.

Tanto en el caso de un bebé como de un individuo adulto que se enfrenten a un entorno desconocido, la experiencia (recuerdos previos) puede aportar muy poco o nada. En este caso el pensamiento del bebé puede no producir ninguna coincidencia y en el caso del adulto ninguna que sea funcional a la situación en que se encuentra. No obstante, ello no impide en lo absoluto que se puedan ejecutar búsquedas y eventualmente obtener los resultados necesarios. Debemos insistir que los gustos como mecanismo discriminador, junto con las conductas reflejas como mecanismos actuadores instintivos, son suficientes por si solos para ejecutar exitosamente algunas búsquedas básicas sin depender de la memoria adquirida, como es el caso de las búsquedas exploratorias, en las que siempre hay grados de desconocimiento. (si no, no serían exploratorias) Memorizar, poco o mucho, y luego recuperar y aplicar los recuerdos, indudablemente proporcionará crecientes recursos ante cada nueva búsqueda, pero ello no es estrictamente indispensable. De hecho, los recuerdos de todos los seres humanos son distintos, lo mismo que muchas de sus soluciones a problemas semejantes.

Sin pensamiento no hay forma de recuperar los recuerdos con un sentido de utilidad y planeamiento. La mera coincidencia entre un objeto observado con el que se recuerda, no generará pensamiento si a continuación no se siguen las circunstancias y consecuencias de las rutas en que aparece. Ejemplo, no es lo mismo ver y recordar la cara de una persona y concluir ahí la coincidencia, que seguir el hilo (pensando) y recordar además que tenemos conflictos pendientes con ella. Por otra parte, si no hay una instrucción expresa de búsqueda, una eventual obtención de recuerdos podría ser caótica o aleatoria, como es por ejemplo lo que sucede durante el sueño o el delirio, en que la activación de recuerdos carece de un propósito funcional. (Tal vez, durante la hipnosis, y de algún modo, se imponga desde el exterior una búsqueda en los recuerdos de otra persona, en un estado que, como en el del sueño, el propio organismo no genera búsquedas)



7- Antecedentes del proceso creativo

Aunque parezca un contrasentido el solo hecho de estar en estado de vigilia, sin nada específico que hacer, obedece a una necesidad, por cuanto es el organismo el que activa los procesos necesarios para que así ocurra. Estar despierto, alerta, definitivamente no es un estado neutro pues demanda y consume más energía que, por ejemplo, el estado de sueño o letargo.

El estado de vigilia es condición necesaria e indispensable para ejecutar todas las búsquedas que satisfagan necesidades orgánicas, (salvo la del propio sueño) sin embargo, en general, la duración de estas búsquedas ocupan un tiempo menor del que dura la vigilia. Resulta particularmente significativo el hecho de que algunos animales que dedican gran cantidad de tiempo y esfuerzo a buscar su alimento, luego de consumirlo entran en un estado de somnolencia. Por el contrario, en la medida que los seres humanos han logrado dedicar menor tiempo y esfuerzo para obtener los alimentos, el “tiempo libre” ha ido en aumento. (los bebés y niños pequeños pasan gran cantidad de tiempo despiertos sin nada “objetivamente necesario” que buscar y ese es justamente el periodo de mayor memorización o aprendizaje)

La disponibilidad de tiempo libre ha sido considerada desde siempre un factor importante en el desarrollo de las capacidades mentales humanas, particularmente las relacionadas con el pensamiento y la creatividad, esto, a pesar de la ausencia de una explicación teórica que vincule ambas circunstancias. Sin embargo, la abrumadora evidencia empírica indica que alguna relación hay, y que al menos frecuentemente las “ideas” surgen cuando “la mente” no está ocupada en reproducir rutinas exigentes o en resolver búsquedas relacionadas con la supervivencia.

Sucede que, el que no exista ninguna necesidad apremiante y por lo tanto búsqueda perentoria asociada, no implica que los órganos sensoriales dejen de funcionar, por el contrario, hemos partido la exposición de nuestras hipótesis afirmando que dichos órganos emiten señales todo el tiempo y bajo cualquier circunstancia.

Entonces, ante la ausencia de necesidades que demanden búsquedas de objetivo específicos, el procesamiento de las señales significativas queda libre del condicionamiento que aquellas imponen.

Recordemos una vez más que en toda búsqueda el procesamiento de las señales significativas queda condicionado a los objetivos de la misma. Digamos por ejemplo que si lo que buscamos es un baño en forma urgente, no nos detendremos a contemplar unas flores, la figura de una mujer atractiva, o un nuevo modelo de automóvil. Ello lo haremos una vez satisfecha la necesidad orgánica prioritaria. Por otra parte, los niños intentarán jugar hasta que el sueño, que es la necesidad orgánica, se imponga sobre el gusto por jugar.

En consecuencia, en las condiciones adecuadas, los trayectos y las subsecuentes rutas en la memoria, serán creados y seguidos, guiados únicamente por aquello que produzca agrado, sin que de por medio haya un sentido utilitario basado en una necesidad de origen metabólico. La contemplación y la exploración aleatoria son típicas búsquedas guiadas por el agrado o placer, al igual que todos los juegos, de niños y adultos. El agrado, la satisfacción, y placer, son en si mismos, motivos de búsqueda, aunque sus valores de activación no sean ni formen parte de las instrucciones asociadas a la activación de necesidades orgánicas básicas. Explorar memorizando rutas y recuerdos de situaciones u objetos agradables y/o desagradables es una de las actividades humanas más importantes y a las cuales más tiempo y energías les dedicamos, muchísimo más que a obtener y consumir alimentos o satisfacer otras necesidades orgánicas básicas.

Es necesario insistir en que, aunque el organismo es capaz de generar búsquedas orientadas exclusivamente a la obtención reiterada de los efectos del agrado y satisfacción, dichos efectos son independientes y no necesariamente vinculantes con la satisfacción de necesidades básicas, todo lo contrario, estas búsquedas pueden llegar a ser hasta contraproducentes con los requerimientos metabólicos, como por ejemplo, comer dulces o cualquier otra cosa en exceso. Las necesidades básicas no se satisfacen, desde el punto de vista orgánico, porque haya placer en ello, sino porque se cumplen ciertas exigencias metabólicas. Cómo dijimos anteriormente, los gustos son un plus evolutivo que si bien coadyuva a generar conductas, sus valores de activación no están vinculados a operaciones instintivas específicas (respuestas conductuales reflejas) ni a las necesidades o condiciones orgánicas que las disparan. En palabras muy simples, tener hambre no significa que hay que comer pizza. El hambre es la necesidad orgánica, la pizza es una alternativa de solución opcional basada exclusivamente en el recuerdo del gusto. El que los niños armen un berrinche cuando les quitan un juguete, o cuando no les dejan jugar con uno, no significa que se ha impedido la satisfacción de una necesidad orgánica básica, cosa que por suerte los padres “intuyen”. (“joden por puro gusto”)

La obtención del agrado, satisfacción, placer, o cualquier otro valor o nivel de gustos positivos, o, en su defecto, la búsqueda de la disminución de los valores de gustos negativos, llevará a los individuos a combinar físicamente los objetos que se encuentran en el entorno, sumando en el proceso las propiedades deseables y disminuyendo o desechando las indeseables. Este mecanismo evidentemente también será utilizado en la satisfacción de necesidades de origen orgánico metabólico, buscando siempre hacerlo de la forma más agradable posible, y una buena prueba de esto está en la combinación de los alimentos para lograr soluciones más gustosas como por ejemplo, las pizzas. Por el lado opuesto, la inherente condición accesoria o no vinculante de los gustos respecto de los procesos orgánico metabólicos, hará que su nivel de influencia conductual disminuya progresivamente en proporción inversa al aumento de la urgencia por satisfacer una necesidad básica. Así, si se hace indispensable se intentará por ejemplo, comer cualquier cosa que parezca comestible “por muy poco apetitosa que se vea” y, en estas condiciones, ante la orden perentoria, el organismo encontrará aceptable cualquier cosa que sirva (“con hambre todo sabe bien”) o también se orinará o defecará en cualquier parte, si la urgencia impide considerar otras opciones más acordes con los gustos. En general, ante una urgencia extrema operarán las respuestas reflejas instintivas (y toda compostura se perderá).

Por último, resulta sumamente importante hacer notar que a diferencia de las búsquedas basadas en necesidades orgánicas, las originadas exclusivamente en los gustos, no están sujetas a restricciones temporales, ni a ninguna otra meta o propósito que no se encuentre en los propios gustos, puesto que, como hemos reiterado, sus objetivos no satisfacen necesidades básicas o metabólicas. Así que, eventualmente, una búsqueda por gusto o placer puede durar toda la vida o no concluir nunca (como por ejemplo, la búsqueda de Dios).

La capacidad para insistir en una búsqueda es lo que llamaremos voluntad.



8- El proceso creativo

Hemos visto como cuando hay tiempo disponible para la contemplación, exploración y manipulación, se crearán rutas de memoria siguiendo todo aquello que de algún modo parezca satisfactorio (el concepto de disponibilidad de tiempo es relativo y dependerá de varios factores).

Sabemos también que ésta exploración y manipulación no está restringida a la mera contemplación sino que además provocará la alteración física del orden inicial en que se encuentran las cosas en el entorno. En este proceso toda selección y reordenamiento de las partes se encaminará gradualmente a obtener la máxima satisfacción posible, tal como ocurre cuando se escogen y agrupan diversos alimentos para prepararlos de formas diferentes o cuando se reordenan los más disímiles objetos para “construir” con ellos conjuntos que proporcionen mayores niveles de agrado visual, táctil, olfativo, etc. Una figura en la arena, una pintura, un mueble, un perfume, etc. etc. resultan de la reorganización de partes inicialmente independientes. El nivel de satisfacción que puede llegar producir esta selección y reordenamiento de las partes queda totalmente de manifiesto, cuando los niños muestran felices sus creaciones.

Entonces, la creatividad que caracteriza a los seres humanos comienza cuando la selección y combinación de los objetos y sus partes, pasa de ser un conjunto de acciones sobre el entorno, a la interconexión en la memoria de los recuerdos de esos objetos. Las acciones sobre el entorno se aplican sobre objetos reales en tiempo real, en cambio la interconexión neuronal, aún siendo un proceso biológico real, opera sobre elementos cuya activación otorga representación simbólica a los objetos percibidos y memorizados. Por otra parte, la realización de las interconexiones mentales no se corresponde linealmente como resultado necesario del proceso de interactuar con los objetos en el entorno (se pueden hacer infinidad de cosas sin pensar en lo que se hace ni porqué, y por otra parte se suele pensar mientras no se está ejecutando ninguna acción).

El proceso de asociación e interconexión de recuerdos y sus partes solo puede ocurrir, cuando ocurre, durante el proceso de pensar, que es el momento en que son seleccionadas y evaluadas las rutas asociadas tanto respecto de lo que se busca, como de lo que se percibe. Del proceso de pensar puede surgir alguna de las siguientes opciones a seguir; una ruta “tal como está” que al repetirla satisfaga la necesidad, o al menos produzca un acercamiento en su satisfacción (una rutina); una ruta que sirva de base para la exploración en un entorno no recordado (no conocido) o que presenta modificaciones respecto de lo que se recuerda; la creación mental de una nueva ruta original basada exclusivamente en la recombinación de las partes de rutas anteriores, es decir, “una idea”. Sin embargo, durante los trayectos en la realidad cotidiana se enfrentarán muchas situaciones que requieran utilizar el pensamiento sucesiva y alternadamente para obtener todos los tipos de rutas posibles. Ejemplo, durante una conversación se piensa para construir la idea (la creación, como veremos más adelante); se piensa para recordar las palabras que se utilizan para exponerlas (las rutinas); se piensa para incorporar lo escuchado, que es el elemento perceptible nuevo en las rutas de la memoria propia (la exploración y actualización).

En consecuencia, definiremos la creación mental como el proceso por medio del cual se combinan elementos de diferentes rutas (de trayectos u objetos individuales) para crear una nueva ruta alternativa distinta de todas las evaluadas y memorizadas con anterioridad. (una creación mental es diferente a la creación de un recuerdo nuevo obtenido de la percepción directa)

La creación de rutas mentales se producirá cuando, durante el proceso de pensar (mientras se piensa) se recuperen secuencial y sucesivamente los recuerdos de varias rutas distintas que cumplan con propósitos semejantes al buscado, y que además contengan elementos coincidentes entre si, como por ejemplo; las mismas referencias contextuales; objetos similares memorizados en diferentes contextos, formas y tiempos, etc. Entonces, en estas circunstancias podrán ser seleccionados recuerdos individuales pertenecientes a algunas de ellas para generar una ruta única, distinta de las originales de las cuales obtiene sus componentes (aunque solo sea ligeramente). Los elementos seleccionados, eventualmente quedarán unidos por enlaces que constituirán la nueva unidad de memoria correspondiente a esta ruta o sub ruta. La creación de estos vínculos generará a su vez nuevas sensaciones y gustos, tal cual como ocurre con los objetos reales cuando son percibidos por primera vez. La ruta creada es un nuevo elemento de memoria y como tal adquiere su propio valor de gusto total. Ésta ruta seguirá paralela a aquellas a las que pertenecen los elementos de memoria que utiliza para su formación. Las rutas no se borran, simplemente se van acumulando y superponiendo, enlazadas por sus elementos comunes. A su vez otras rutas posteriores podrán utilizar éstas como parte de su recorrido (tal vez la adquisición del conocimiento o memorización sea necesariamente gradual y progresivo justamente porque no es físicamente posible la interconexión de rutas que requieran de enlaces distantes, o entrelazar áreas lejanas en el cerebro).

Las rutas creadas por el pensamiento constituirán elementos de memoria complejos, puesto que la sumatoria de todos los valores de gustos, de cada uno de los recuerdos parciales vinculados a ellas, generarán en el momento de su creación tipos particulares de sensaciones (significación) y gustos. Evidentemente estas reacciones y respuestas no se parecen en nada a las básicas producidas por la activación de cada neurona individual en el proceso perceptivo. Las sensaciones o significación producidas en la creación de estas rutas son las conceptualizadas normalmente como sentimientos (y emociones), entre las que se encuentran: la pena, alegría, empatía, cariño, odio, tristeza, nostalgia, conformidad, resignación, rabia, ansiedad, satisfacción, etc. etc. Los gustos provocados por estas sensaciones serán igualmente complejos, ejemplo, bajo ciertas circunstancias pueden buscarse situaciones nostálgicas o tristes, en cambio en otras se trataran de evitar. Otros ejemplos igualmente complejos son aquellos en los que se buscan crear rutas que conduzcan a la obtención de “emociones fuertes”, desafiando en el proceso respuestas instintivas básicas, con el único fin de obtener las sensaciones provocadas por la producción de adrenalina.

Si bien se puede considerar que los sentimientos provocados por las creaciones mentales, desencadenan “estados” conductuales, lo cierto es que no existe ninguna búsqueda ni conducta que no ocurra bajo alguno de ellos. Tal vez mientras las conductas no estén dirigidas por los resultados de pensamiento creativo, los estados serán en general menos ansiosos y por lo tanto menos evidentes. Después de todo cuando se construyen rutas mentales, la mayoría de los elementos seleccionados para hacerlas poseen altos valores de gustos o significación, que es justamente una de las condiciones para ser considerados en el proceso de pensar. Por lo tanto, es dable esperar que las rutas creadas por el pensamiento causen mucha mayor ansiedad que aquellas que se obtienen directamente de la percepción. Ejemplo, si se relacionan en una ruta de memoria un gran número de alimentos particularmente gustosos (los que más provoquen) las sensaciones netas de ese acto creativo pueden ser mucho mayores que las que produzca la percepción de unos pocos de ellos en la realidad. En general, lo "idealizado" tendrá valores de gustos mayores que lo percibido.

Las rutas de memoria cuya significación total provoquen cualquiera de las conductas asociadas a un sentimiento, se activarán en el momento mismo en que se terminen de estructurar. Ejemplo, nos dicen que fulanito murió, pero como no tenemos recuerdos de quien es él, el pensamiento no proporcionará ningún resultado y no se creará ninguna nueva ruta de memoria y tampoco habrá sensación alguna. La situación cambia radicalmente si se agrega que fulanito es una persona que conocemos y de la cual sí tenemos recuerdos, entonces inmediatamente se producirá la asociación de su recuerdo (pensamiento mediante) con aquellos relacionados con la muerte, creándose de este modo la nueva ruta con sus respectivos sentimientos como respuestas conductuales consecuentes.

[Hay que tener presente que todo lo que sea distinto del mismo individuo pertenece al entorno, incluidos tanto los “mensajes” como los otros individuos o los artefactos que puedan emitir mensajes. El que el organismo tenga respuestas instintivas específicas para relacionarse con otros individuos de la misma especie, no impide que estos, sus obras y mensajes, sean además objetos del entorno. Considerar como objeto a otro individuo puede parecer filosóficamente cuestionable, sin embargo se trata de un hecho físico y biológico inevitable, todo lo demás son ideas]

Por supuesto que si el valor de gusto asociado con fulanito era negativo, la noticia de su muerte no provocará muchos sentimientos aflictivos (la muerte no es necesariamente una desgracia, aunque sea muy políticamente incorrecto admitirlo en público). Hay que tener presente además que las rutas pueden ser muy largas y complejas, tanto, que los objetivos que persigan no serán lineales ni del todo evidentes, muchas rutas se harán, más que por el gusto de hacerlas, por el interés en su resultado final, como por ejemplo obtener algo de alguien al cabo de muchísimas acciones. (hay gente que trabaja por el gusto de hacerlo y otra que lo hace por el gusto de la recompensa final)

Todas las rutas formadas mediante el pensamiento son un producto mental, una creación (sin excepción), puesto que aunque sus partes se han formado a partir de la percepción (aunque no siempre, como veremos más adelante), no todas ellas habrán sido obtenidas al mismo tiempo, en el mismo evento y siguiendo exactamente la misma secuencia perceptible, puesto que si así fuese, estaríamos hablando necesariamente del seguimiento de un trayecto real y concreto en el entorno y no de una creación mental. El pensamiento necesario para recuperar y repetir un ruta (rutina) ya creada, no debe ser a su vez creativo, si no, no se trataría del mismo trayecto ni la misma rutina. Ninguna ruta creada mediante el pensamiento se corresponde exactamente con alguna obtenida directamente de la percepción. Las rutas creadas tendrán su contraparte aproximada en la realidad perceptible, cuando dicha construcción mental sea posteriormente encontrada o recreada (hecha, construida) ex profeso en la realidad, tal cual ocurre cuando se obtiene o se hace lo que se piensa…. aproximadamente. Por el contrario se tratará de un producto permanentemente imaginario si su objetivo no se puede encontrar o realizar de ningún modo en la realidad.

En el caso de las creaciones mentales nada indica o asegura que la ruta que produzca podrá ser seguida y percibida en la realidad, se trata por tanto de una ruta imaginaria, una invención, una idea. Del ejemplo anterior, respecto de la muerte de fulanito, no hay ninguna evidencia real, perceptible, de la ocurrencia de dicho acontecimiento, simplemente se ha recibido un mensaje y ante la coincidencia con los recuerdos que se tienen (obtenidos en tiempos y situaciones distintas) se ha creado en la memoria una ruta que los une porque es posible hacerlo, pero ¿será cierto el hecho? quien sabe, tal vez si, tal vez no. Las construcciones mentales pueden guardar algún paralelo con la realidad, pero nunca son la realidad, ellas más bien nos hablan de los procesos mentales y las experiencias de quienes las crean.

Resumiendo, podríamos decir que, una creación mental implica la construcción de un recuerdo real de una situación imaginaria, ficticia. Este recuerdo imaginario podrá luego asociarse, sucesivamente, a otros del mismo tipo, creando así nuevos recuerdos que contengan cada vez mayor cantidad de elementos imaginarios. El límite cuantitativo para generar recuerdos imaginarios o ficticios lo dará la capacidad de memoria funcional a la creación de nuevas relaciones (todo tiene límites).

Los propósitos que cumpla la creación de rutas mentales podrán tan variados y complejos como las rutas mismas, sin embargo y como hemos visto, el origen de todo propósito es orgánico, así pues, o satisfacen necesidades orgánicas básicas o bien satisfacen gustos, los cuales obviamente también son de origen orgánico, aun cuando no estén vinculados directamente con procesos metabólicos. ¡No hay más propósitos posibles! (por supuesto que lograr la paz mundial parece ser un buen propósito, sin embargo el propósito real [y medible fisiológicamente] no se encuentra en el enunciado declarado, sino en el deseo del declarante de obtener satisfacciones personales al intentarlo)

Cuando en el proceso de pensar se seleccionen las rutas y los recuerdos a ser evaluados, se considerarán (automáticamente) aquellas alternativas cuyos propósitos originales sean coincidentes con el propósito de la ruta que se está construyendo. Como dijimos antes, es muy posible que todas las rutas y los recuerdos individuales asociados a ellas estén marcados, de alguna forma, con el propósito que se seguía cuando fueron memorizados. La correspondencia de propósitos en las rutas y recuerdos seleccionados en el proceso de pensar no es un asunto baladí, puesto que si no existiese éste discriminador, el pensamiento podría entregar cientos o miles de alternativas que no tuviesen nada que ver con la ruta que se está construyendo. Parece una Perogrullada, pero si alguien va a cocinar no lo va a hacer en el baño y con las herramientas del taller, así pues el pensamiento relaciona recuerdos cuyos propósitos son semejantes, y las variaciones, relativamente pequeñas. Tal vez los chistes produzcan su efecto porque para hacerlos se escogen elementos de memoria que de algún modo rompen con las secuencias de propósitos, respecto de lo que la mayoría habría escogido para hacer un relato semejante, siguiendo una secuencia de relaciones “normal” o de asociaciones más “previsibles” a la experiencia diaria. Es posible que tal ruptura de propósitos sea también la que haga reír a la gente cuando ocurre algo inesperado.

Éste modo de operar del pensamiento en la obtención de las alternativas a seguir o combinar es válido no solo para la construcción de rutas mentales, lo es también para la recuperación de cualquier ruta o recuerdo individual, cualquiera sea su propósito (aparente o real). Ejemplo, si al observar se obtienen algunas coincidencias automáticas entre lo que se ve y lo que se recuerda (simplemente porque ambos utilizan aproximadamente los mismos enlaces), el pensamiento podrá darle seguimiento a los contextos en que se ubica ese recuerdo, evaluando la, o las, rutas en que se encuentre, comenzando desde la más reciente hacia atrás. De este modo lo observado será contextualizado respecto de las demás situaciones con las que se encuentra relacionado en las rutas en que se halla. Si al final la coincidencia indica que lo que se observa es, por ejemplo, a Fulanito, se procederá de acuerdo al tipo de relaciones, que se recuerda, se mantienen con él. Por el contrario, si la evidencia empírica demuestra que no era Fulanito, a pesar de su gran parecido, se creará el recuerdo de ese error. En este ejemplo no hay creatividad ninguna, solo procesos de búsqueda y evaluación. Posiblemente a un perro le podría haber pasado exactamente lo mismo (aunque él además usa el olfato, por lo que sus posibilidades de errar son menores).

Tal vez sea necesario aclarar que los enlaces que definen un recuerdo cualquiera, no son en absoluto casuales o aleatorios, todo lo contrario, ellos (los enlaces) unen las neuronas que reaccionan a las características significativas de los objetos percibidos, esto implica que si dos objetos son iguales deberían utilizar los mismos enlaces para formar su respectivo recuerdo, sin embargo lo más probable es que no exista duplicación de enlaces para un mismo objeto, así que, si se percibe un objeto para el cual ya existen los enlaces correspondientes, el organismo lo asumirá como igual o el mismo objeto. Esto es precisamente lo que permite “saber” o reconocer aquello que ya ha sido memorizado. Cuando hablamos de coincidencias entre lo memorizado y lo percibido nos estamos refiriendo a éste tipo de situaciones. En consecuencia, el recuerdo de un objeto o sus partes será diferente del percibido si no hay coincidencias con los enlaces de memoria que definen a ambos objetos. No obstante, ciertas semejanzas muy características podrían indicar que lo percibido podría tratarse de la modificación de un mismo objeto. Ejemplo, si se ha dejado de ver a una persona durante mucho tiempo, es posible no reconocerla al verla de nuevo, a menos que dicha persona conserve alguna característica distintiva que haga posible la asociación con el recuerdo que se posee, en cuyo caso se podrán escuchar exclamaciones como la siguiente: ¡¡cómo has cambiado, casi no te reconozco!! si no fuera porque me has hablado y he reconocido tu voz…..

Por último, así como la existencia de una necesidad orgánica por satisfacer, limita la utilización de los gustos en la evaluación de aquello que es ajeno a ese requerimiento, la disminución o ausencia de este condicionamiento, favorecerá, puesto que no obliga, la activación del pensamiento en función de cualquier cosa que se perciba como significativa y que sirva como detonante para múltiples asociaciones mentales libres de un propósito específico.

La creación de rutas de memoria cuyo único propósito sea la satisfacción de gustos, permitirá relacionar lo que de suyo es improbable o definitivamente imposible en la realidad. Esta variante del proceso de pensar (de la que ya habíamos hablado) desprovista de urgencias y en consecuencia de relaciones funcionales necesarias, es la que particularmente se identificará mejor con la imaginación y el imaginar. Y, si bien la idea de libertad está asociada a los contenidos de algunas ideas obtenidas como resultado del imaginar, la verdad es que, es la posibilidad misma de ejecutar el proceso de imaginar donde la evolución a dejado inesperadamente un margen para la creación de conductas cuya utilidad biológica y dirección evolutiva es incierta (asumiendo que la libertad conlleva necesariamente incerteza).

En general, el proceso de creación de rutas mentales es lo que llamaremos imaginar. La creatividad está asociada con la modificación de lo que de algún modo ya existe en los recuerdos. No se puede imaginar aquello de lo cual no se tiene al menos alguna referencia.

Cuando una ruta creada mentalmente o imaginada, de lugar a la búsqueda del objetivo que de ella se desprenda, se generará una creencia, o dicho de otro modo; creer es imaginar que algo es posible y actuar en consecuencia. En esta definición la calificación de posible o no, no está dada por ningún juicio externo al proceso mismo de creación de las relaciones mentales, simplemente se derivará de las conductas de quien genere las ideas, si el individuo busca encontrar el producto de su imaginación, él, con ese acto, le atribuye la posibilidad. Por el contrario si no busca de ninguna manera encontrar, hacer o lograr lo que ha imaginado es porque para él no es posible.

Para un creyente en cualquier cosa, ya sea en un Dios o en una teoría científica, mientras busque actuará como si su creencia fuese posible. En consecuencia, la posibilidad de algo no está dada en la realidad por una verdad ajena e independiente a las propias conductas, sino que ellas por si mismas, por el simple hecho de ser ejecutadas, generarán la posibilidad. (otro cuento distinto es que se encuentre lo que se busca)

Todas las creencias operan bajo el mismo principio y son por lo tanto operacionalmente equivalentes, las diferencias entre ellas estarán dada por la cantidad y complejidad de las rutas y los de elementos de memoria individuales en que se basen. Conductualmente habrá una proporción directa entre el número de rutas de memoria que abarquen los recuerdos relacionados con la creencia y el número de conductas a que de lugar. Mientras más compleja la creencia, más rutas de memoria y conductas relacionadas.



9- Conclusiones

A lo largo de esta exposición seguimos casi linealmente un hilo que refleja coherentemente las relaciones entre las causas y consecuencias de los procesos que hemos descrito.

Partimos de un supuesto muy simple, la existencia de unas neuronas capaces de otorgar significación a los objetos perceptibles. Este supuesto permite radicar directamente toda interpretación de la realidad en los resultados de operaciones biológicas reales como son las reacciones que provocan las sensaciones y gustos, prescindiendo en consecuencia de la necesidad de justificar cualquier otro proceso posterior que interprete o re-interprete las señales sensoriales, y eliminando de paso, homúnculos u otros mecanismos accesorios igualmente complejos y aparentemente infundados.

La coherencia de éste supuesto (la significación) con la forma en que se explica la construcción de la memoria adquirida, y sobre todo con la funcionalidad que le otorga, hace difícil que pudiese ser de un modo muy diferente. El que la memoria esté relacionada directamente con la significación de lo percibido, da sentido a toda la evidencia que demuestra que todos y cada uno de los recuerdos representan algo más que solo “información”.

En este esquema no existe ninguna posibilidad de información carente de significación, de hecho es exactamente lo opuesto, la significación es la información, puesto que mientras un objeto no signifique algo no será memorizado. Siguiendo en esta línea, se deduce que no existirían “módulos” cerebrales para tipos diferentes de operaciones mentales. No habría nada parecido por ejemplo, a unidades lógicas, de pensamiento abstracto, éticas, o de razonamiento matemático, etc. etc.

Por el contrario, los gustos por si mismos permitirán elecciones cuyos resultados se aproximarán a secuencias lógicas, éticas, matemáticas, etc. No se trata entonces de que el pensamiento opere siguiendo reglas como las descritas, sino que las reglas serán deducidas de las relaciones funcionales que permitan los gustos.

Hay que tener presente que cualquier operación que no se ejecute de modo automático necesariamente requiere de un operador externo a la función que dirige (probablemente el homúnculo). En nuestra propuesta el pensamiento es un proceso que opera automáticamente sobre la base de relacionar requerimientos orgánicos con elementos perceptibles y elementos de memoria, estos últimos, hechos de lo mismo, esto es, neuronas que proveen los valores de sensaciones y gustos. La selección y activación de estos valores como desencadenantes de conductas, dependerá estrictamente de la forma en que se combinen, dadas las variaciones que se presenten en el organismo y en el entorno, en un momento particular.

Si las respuestas de las neuronas fuesen exactamente iguales en todos los individuos, entonces cabría esperar una gran coincidencia entre las conductas de todos ellos frente a situaciones semejantes. Sin embargo sabemos que esto no es así. En general las conductas de todos los individuos presentarán diferencias ante una misma situación, aún entre individuos que compartan una gran cantidad de experiencias comunes, como lo son los familiares directos.

Las diferencias conductuales y de “inteligencia” entre distintos individuos no está en la naturaleza de los procesos mentales que hemos descrito, puesto que ellos operan de la misma forma en todos los individuos, las diferencias en consecuencia, se encuentran en la particular configuración genética de las reacciones y mecanismos que se activan instintivamente. Si los consensos dependiesen estrictamente de una racionalidad extra orgánica, no habría ningún impedimento para que ellos fuesen aceptados en idénticos términos por cada individuo. Pero, como hemos visto, no existe ninguna racionalidad extra orgánica ni consensos fáciles, por el contrario los gustos son la fuente de toda conducta, y ellos son distintos entre cada individuo. Éste mismo hecho hace que las mayores coincidencias conductuales se den justamente entre quienes comparten gustos similares, sean parientes o no.

La configuración genética individual influirá principalmente en las siguientes variables: el grado de sensibilidad de las neuronas que otorgan significación (neuronas significantes), puesto que a mayor sensibilidad más curiosidad se experimentará por los objetos que la provoquen; la capacidad para memorizar las rutas de memoria de los trayectos recorridos, la que probablemente también esté en relación directa con la sensibilidad; la capacidad para perseguir la satisfacción de un gusto (voluntad), puesto que a mayor voluntad probablemente se intenten crear más alternativas de rutas de memoria para satisfacerlos (“la necesidad es la madre de la invención”); la capacidad para establecer fácilmente vínculos entre las rutas de memoria evaluadas en el pensamiento, etc.

En este trabajo hemos considerado la mayor parte, si es que no todos, los fenómenos normalmente asociados con las operaciones mentales, lo interesante es que lo hemos hecho sin tener que recurrir a nada que no se desprenda directamente de las relaciones y funciones que hemos propuesto. No hay artificios ni supuestos exóticos, por el contrario, todo lo que hay es causa y efecto.

Estas hipótesis explican la mayor parte de las conductas humanas tal como las percibimos en la realidad, incluyendo sus contradicciones. Creemos que no existe ningún otro conjunto de explicaciones cuyo alcance abarque el número de situaciones reales que ésta contempla, partiendo con los propios gustos como fenómeno orgánico, que por lo que sabemos, nunca han sido abordados en las hipótesis acerca del funcionamiento de la mente.

En consecuencia, las hipótesis presentadas en este ensayo son en su gran mayoría totalmente originales.



El origen de la inteligencia pdf



Sergio Aranda Klein
evolucionhumana@vtr.net

Santiago – Chile
Diciembre 2011




 









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